Ananda Coomaraswamy — FIGURAS DA LINGUAGEM
TEORIA MEDIEVAL DA BELEZA
Crítica de Arte
Para juzgar las obras de arte románico y comunicarlas, el crítico o profesor en este campo debe devenir un hombre románico, y para esto se necesita algo más que una mera sensibilidad hacia las obras de arte románico o un mero conocimiento de ellas; afirmar que un «materialista» o «ateo» profeso, podría devenir en este sentido propio un doctor en arte medieval, sería una contradicción en los términos. Hablando en términos humanos, no es menos absurdo contemplar la enseñanza de la Biblia como «literatura». Nadie que no crea en las hadas y que no esté familiarizado con las leyes del país de las hadas puede «escribir un cuento de hadas».
Puede observarse que la palabra «comprensión» misma, en aplicación a una cosa, implica identificar nuestra propia consciencia con eso de lo que la cosa misma dependía originalmente para su ser. Una tal identificación, rei et intellectus, está implícita en la distinción platónica entre synesis (comprensión, o literalmente asociación) y mathesis (aprendizaje) o, en sánscrito, entre artha-jiana (gnosis del significado) y adhyayana (estudio): no es como un mero Erudito (panditah), sino como un Comprehensor (evamvit ) como uno se beneficia de lo que uno estudia, al asimilar lo que uno conoce. La comprensión implica y requiere un tipo de arrepentimiento («cambio de mente»), y asimismo, también, una recantación de todo lo que puede haberse dicho en base a la observación sólo, sin comprensión. Sólo lo que es correcto es comprensible; de aquí que uno no puede comprender y discrepar al mismo tiempo. En este sentido, toda comprensión implica una aceptación formal; el que comprende realmente una obra de arte, la habría hecho como ella es, y no en alguna otra semejanza. Como el artista original, él puede ser consciente de algún defecto de pericia o del material, pero no puede querer que el arte por el que se hizo la cosa, es decir, la forma que la informa, hubiera sido otra que la que fue, sin negar en la misma medida el ser mismo del artista. El que querría que la forma hubiera sido otra que la que era, no lo habría querido como un juez de arte, sino como un patrón post-factum; pues él no está juzgando la belleza formal del artefacto, sino sólo su valor práctico para sí mismo. Igualmente, con respecto a las cosas naturales, no puede decirse de nadie que las ha comprendido plenamente, sino sólo que las ha descrito, si él mismo no las hubiera hecho como ellas son, de haber sido él su primera causa, ya sea que nosotros llamemos a esa causa «Natura naturans» o «Dios».
NOTAS
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