Ananda Coomaraswamy — ARTIGOS SELETOS DE METAFÍSICA
“SÓCRATES É VELHO” IMPLICA QUE “SÓCRATES É”?
COMUNICAÇÃO
Los universos de discurso comunes (v. denominador comum) corresponderán a aquellas áreas de este conocimiento latente cuyas partes implícitas son ya conscientes, y bajo estas circunstancias el discurso puede conducirse fácilmente aunque el lenguaje empleado sea muy técnico o esté reducido a términos casi algebraicos; el teólogo y el teólogo, o el físico y el físico, por ejemplo, pueden comprenderse entre sí, aunque el oyente lego no haya comprendido una palabra de lo que ha sido dicho y llegue tan lejos como para decir que ese lenguaje, «extrano» para él, es un galimatías ininteligible. En otros casos, típicamente el de maestro y estudiante, el propósito es crear un universo de discurso común recordando al pupilo un área de conocimiento que él posee solo potencialmente, y que solo con esfuerzo, y con la ayuda de alguna «partera» externa (como Sócrates solía senalarlo), puede traerlo a la vida. Sería teóricamente posible para todos los hombres comprenderse unos a otros perfectamente, y ser capaces de hacerse comprender por cualquiera; sin embargo, pienso que he aclarado que para mí sólo en el sentido más superficial puede decirse que los individuos se comprenden unos a otros; es una observación casi trivial destacar que cuanto más individuales son los hombres, tanto menos tienen en común. Así pues, cuando nos comprendemos (o amamos) unos a otros, no son estos hombres, vosotros y yo, distinguidos por sus «accidentes», quienes se comprenden (o aman) unos a otros sino el Hombre en nosotros quien se comprende (y ama) a sí mismo.
El Profesor Urban (p. 84) mantiene que «toda la maravilla de la comunicación inteligible solo puede comprenderse sobre la base de las presuposiciones transcendentales». Explícitamente, sin embargo, él no quiere decir con esto que reclame el estatus de una revelación divina para la Philosophia Perennis; a esta filosofía tradicional, y al lenguaje preeminentemente inteligible en el que ella se expresa, a pesar de que «hay en ella eso que es atemporal y, en principio, irrefutable», él la llama un producto del pensamiento humano (p. 728).
Aquí no hay tanta divergencia como podría parecer; la divergencia depende mucho de qué entendamos nosotros por «humano» y de qué entendamos por «pensamiento». Pienso que él estaría de acuerdo en que no es el hombre exterior sensitivo el que oye los sonidos, sino nuestro Hombre Interior intelectual o espiritual el que comprende; y que solo podría no estar de acuerdo en que este Hombre Interior es la Persona de una deidad inmanente cuyo trono está en el cielo. No hay necesidad de polemizar con él si replica que el reino del cielo está dentro de vosotros, aunque yo sólo agregaría, dentro y fuera.