Ananda Coomaraswamy — ARTIGOS SELETOS DE METAFÍSICA
Liberdade
Cuando Platón establece que las artes «cuidarán de los cuerpos y de las almas de sus ciudadanos», y que sólo han de representarse cosas que son sanas y libres y no cosas vergonzosas impropias de hombres libres (aneleuthera) [[República 395C. [Ver Aristóteles sobre el «ocio», Etica Nicomaquea X.7.5.-7.1177b.]]], esto equivale a decir que el artista verdadero, en cualquier material que sea, debe ser un hombre libre, entendiendo por esto, no un «artista emancipado» en el sentido vulgar del que no tiene ninguna obligación o cargas de ningún tipo, sino un hombre emancipado del despotismo del vendedor. Quienquiera que tiene que «imitar las acciones de los dioses y de los héroes, las intelecciones y las revoluciones del Todo», los sí mismos verdaderos y los paradigmas o ideas divinos de nuestras invenciones útiles, debe haber conocido estas realidades «mismas (auta), y como son realmente (oia estin)»: pues «lo que nosotros no tenemos y no conocemos no podemos dárselo a otro ni enseñárselo a nuestro prójimo» [[República 377E, El Banquete 196E.]].
En otras palabras, un acto de «imaginación», en el que la idea que ha de representarse se reviste primero de la forma o imagen imitable de la cosa que ha de hacerse, debe preceder siempre a la operación en la que esta forma se imprime sobre el material de hecho. En los términos de la filosofía escolástica, el primero de estos actos es libre, el segundo servil. Sólo si se omite el primero la palabra «servil» adquiere una connotación deshonrosa; entonces nosotros podemos hablar sólo de labor, y no de arte. No hay necesidad de decir que nuestros métodos de manufactura son serviles, en este sentido vergonzoso, ni de señalar que el sistema industrial, para el que estos métodos son necesarios, es una abominación «impropia de hombres libres». Un sistema de manufactura gobernado por valores monetarios presupone que habrá dos tipos de hacedores diferentes, a saber, por una parte artistas privilegiados que pueden estar «inspirados», y por otra trabajadores sin privilegios, carentes de imaginación por hipótesis, puesto que sólo se requiere que hagan lo que otros hombres han imaginado, o, más a menudo aún, que copien sólo lo que otros hombres ya han hecho. A menudo se ha pretendido que las producciones del arte «bello» son inútiles; parece enteramente una tomadura de pelo llamar «libre» a una sociedad donde sólo los hacedores de cosas inútiles son supuestamente libres.