Ananda Coomaraswamy — ARTIGOS SELETOS DE METAFÍSICA
REMINISCÊNCIA, INDIANA E PLATÔNICA (cont.)
APRENDIZADO
Así, lo que nosotros pensamos que «aprendemos», pero que en realidad «recordamos», implica que —en la intuición directamente y en el aprendizaje indirectamente— nosotros estamos extrayendo o, como los textos más antiguos lo expresan, «mamando» una presciencia innata (prajnana = pronoia, prometheia). En [?Digha_Nikaya] I.19-22 se nos dice que los dioses caen del cielo solamente cuando su «memoria falla y ellos son de memoria confusa» (sati mussati, satiya sammosa); aquellos cuya mente permanece incorrupta y que no olvidan, son «estables, inmutables, eternos, de una naturaleza que no conoce ningún cambio y permanecerán así por siempre jamás»; y tal es, igualmente, la presciencia (pajanana) o precognición del Buddha liberado (vimutto), «de la cual, sin embargo, él no hace ningún alarde» (tam ca pajananam na paramasati) [[Es decir, na paramrsati, y traducido por [?Thomas_William_Rhys_Davids], «él no está ensoberbecido»; en un contexto similar, [?Digha_Nikaya] III.28, na paramasani (cf. [?Majjhima_Nikaya] I.433 para esta palabra) se traduce por «yo no lo pervierto» —«yo no estoy atado a ello» podría ser mejor. Que estas son las connotaciones correctas parece seguirse de los paralelos védicos citados arriba. Se debe a que su presciencia es «mucho más que eso» (tato ca uttarataritaram pajanami, [?Majjhima_Nikaya] I.433 y [?Digha_Nikaya] III.28), más que a que tal conocimiento no es esencial a la Liberación ([?Majjhima_Nikaya] I.277), por lo que no se sobrevalora; hay otras posibilidades además de las cósmicas.
Sobre las distinciones de la gnosis entre los dioses en los mundos de Brahma, cf. [?Anguttara_Nikaya] IV.74 sig.: algunos están contentos con sus beatitudes, otros son prescientes (pajananti) de una liberación absoluta.]]. En primer lugar, es significativo que lo que se dice así del Buddha es, como acontece tan a menudo, solamente una paráfrasis de lo que ya se ha dicho de Agni, quien «no olvida ni la palabra anterior ni la posterior, aunque no se vanagloria en virtud de su consejo» (na mrsyate prathamam naparam vaco’sya kratva sacate apradrpidah, [?Rigveda] I.145.2) [[Lo que sugiere el epíteto de Agni satya-vac, «cuya palabra es verdad», [?Rigveda] III.26.9, VII.2.3; cf. Pali sacca-vaca, sacca-vadin. «La flor y el fruto del habla es la verdad» ([?Aranyaka] II.2.6 (o el «significado», Nirukta I.10]]. Prathamam naparam puede significar «eterno» en vez de «anterior y posterior»; cf. Upanixade II.5.19, apurvam anaparam = Paradiso, XXIX.20, néprima néposcia.
Agni, krátva… ápradrpitah, contrasta con el [?Indra] de [?Brhaddevata] 7.54 svena viryena darpitah, hasta que es re-despertado por Saptagu-Brhaspati = Agni y vuelve en sí mismo de nuevo. El Sacerdotium no se intoxica con el conocimiento, pero el Regnum puede intoxicarse con el poder.]]. Y en segundo lugar, que para Platón también es precisamente un fallo en el recuerdo lo que arrastra hacia abajo desde las alturas al alma que ha caminado con Dios (theo xinopados = brahmacari) y que tenía alguna visión de las verdades [[Pocos retienen una memoria adecuada de ellas (Fedro 250A).]], pero no puede retenerla (Fedro 248C; cf. Plotino IV.4.7 sig.) [[Los dioses a veces no olvidan y a veces recuerdan —«tal memoria es para aquellos que la han perdido». La omnisciencia de [?Zeus] no depende de la observación, sino de la gnosis innata de su propia vida ilimitada. Cf. Ibn ‘Ata, «Abierto el ojo del corazón mira-Le entonces, y desecha el recuerdo, como un fardo difícil de cargar», citado por [?Abu_Bakr], Kitab al Ta’anuf, cap. 47 (cf. «Paradiso» XXIX.79 sig.). También para Aristóteles la Mente Divina «no recuerda», como lo hace la mente perecedera, que recuerda por sus percepciones sensoriales (De anima 3.5). «En el corazón uno conoce la verdad, solo en el corazón, ciertamente, está establecida la verdad» (Upanixade III.9.23); la recognición del alma de las visiones almacenadas en ella es el proceso del «recuerdo» (Enéadas IV.7.10,12). Cuando todo ha sido recordado, de una vez por todas, entonces no hay más «recuerdo» como un proceso, sino solo un conocimiento inmemorial. Así pues, no ha de interpretarse mal el desdén de la memoria; uno podría decir que, como la «consciencia» en la parábola budista de la Balsa, el recuerdo es «bueno para cruzar, pero no una actividad para cargar con ella». Recordar es una virtud en aquellos que han olvidado, pero el perfecto nunca pierde su visión de la verdad y no tiene ninguna necesidad de recordarla (Fedro 249CD, cf. Proclo según se trata en la nota 25).
La hermana M. P. Garvey, St. Augustine, Christian or Neo-Platonist (Milwaukee, Wis., 1939, p. 107), confunde la memoria con el recuerdo, como uno podría hacerlo con el ser y el devenir. La Memoria, tomada absolutamente, coincide con la omnisciencia y no es un procedimiento; pero recordar es aprender y sería una contradicción en uno cuya memoria nunca falla. Esta es, de hecho, la distinción de Filón entre memoria (mnemen) y recordación anamnesis), siendo esta última un medio de escape (ek lethes), pero evidentemente innecesaria como tal para aquel cuya memoria jamás ha fallado (Legum allegoriae III.91-93). Esta distinción, si no estoy equivocado, es también la de «smara» y «smarana», donde el primer término denota tanto amor como memoria, y el segundo el acto de recordar, el cual implica un desear o buscar más bien que un amar.]].