En la India, el Profeta, Santo, o Deidad conocido como Khwaja ( Khadir ), Pir Badar, o Raja Kidar, es el objeto de un culto popular que todavía sobrevive, común a los muslimes e hindúes. Su santuario principal está en el Indo cerca de Bakhar, donde devotos de ambas persuasiones le rinden culto; sin embargo, el culto está menos extensamente difundido en Bihar y Bengala. En el culto hindú, al Khwaja se le adora con luces y con alimentos brahmanes en un manantial, e igualmente en la práctica hindú y muslim, se pone a flote en un estanque o río un pequeño bote que lleva una lámpara encendida. Iconográficamente a Khwaja Khizr se le representa como un hombre viejo, que tiene el aspecto de un fakir, vestido enteramente de verde, y que se mueve en las aguas con un «pez» como su vehículo.
La naturaleza de Khwaja Khizr puede inferirse de su iconografía como se esboza arriba, y también de las leyendas indias. En la balada de Niwal Dai, que se localiza en Safidam, en el Pañjab, Niwal Dai es la hija de Vasuki, el jefe de las Serpientes. El pandava ario Raja Pariksit ha encontrado a Vasuki, y le ha forzado a prometerle a su hija en matrimonio, aunque desde el punto de vista de Vasuki ésta es una alianza desgraciada. Vasuki es atacado entonces por la lepra, debido a una maldición pronunciada por el sacerdote Siji cuyas vacas han sido picadas por las Serpientes. Niwal Dai se compromete a obtener para su curación el Agua de la Vida ( amrta ), del manantial cerrado que sólo ella puede abrir, pero que está en los dominios de Raja Pariksit . Cuando ella llega al manantial que está cubierto por pesadas piedras, las mueve con su poder mágico, pero las aguas se hunden fuera de su alcance; esto se debe a que Khwaja Khizr, su dueño, no las soltará hasta que Niwal Dai, a quien nadie ha visto nunca todavía, excepto sus propios padres, Vasuki y la reina Padma, se permita a sí misma ser vista; cuando Niwal Dai se mostró a sí misma, entonces Khwaja Khizr «envió arriba las aguas borbollantes». Raja Pariksit, despertado por el ruido, galopa hacia el manantial, y aunque Niwal Dai se oculta en su forma de serpiente, la fuerza a investir su aspecto humano, y después de una larga argumentación en el manantial, la convence de que ella está obligada por los esponsales previos, y de que en el curso debido se casará con ella.
La escena en el manantial puede haber sido también el tema original de la composición representada en un número de pinturas Mughal de los siglos XVII y XVIII, donde se muestra a un príncipe a caballo junto a un manantial, del cual ha sacado agua una dama. El motivo de una dinastía que tiene su origen en el matrimonio de un Rey humano con una Nagini está ampliamente difundido en la India, y en último análisis puede remitirse siempre al rapto de Vac, la Apsaras o la Virgen de las Aguas, cuyo origen está con los poderes de la obscuridad, y a quien el Padre-Creador no ha «visto» antes de la transformación de la obscuridad en luz, in principio; en relación con esto es notable que en la balada, Niwal Dai nunca ha visto el Sol ni la Luna, y ha sido mantenida oculta en un remolino ( bhaunri ) hasta que ella procede a descubrir el Manantial en el Fin del Mundo, Manantial en el que están las Aguas de la Vida. El hecho de que ella asuma una forma humana es su «manifestación». Se reconocerá, por supuesto, que de la misma manera que en los paralelos europeos, donde una sirena, o la hija de un mago, se casa con un héroe humano, así también en los antiguos cuentos y romances folklóricos de la India, el redactor puede no haber «comprendido siempre su material» completamente.
Khwaj Khizr aparece de nuevo en otro cuento folklórico indio de un tipo muy arcaico, a saber, la Historia del Príncipe Mahbub. El rey de Persia tiene un hijo con una concubina, hijo que, en ausencia de cualquier otro hijo, deviene su heredero visible. Subsecuentemente, la reina verdadera queda preñada. El primer príncipe teme que será desplazado, invade el reino, mata a su padre, y usurpa el trono. Mientras tanto la reina verdadera escapa, y es cuidada por un granjero; nace un niño, a quien se llama Mahbub, y el «Querido del Mundo». Más tarde, va solo a la corte, y deviene el vencedor en las contiendas atléticas, particularmente como arquero. El pueblo reconoce su semejanza con el difunto rey. Al regresar a su casa su madre le habla de su nacimiento, y los dos salen de viaje con objeto de evitar la sospecha del usurpador. Madre e hijo llegan a una tierra desierta, y allí en una mezquita junto a una montaña encuentran a un fakir que les da pan y agua que son inagotables, y dos palos de madera, uno de los cuales puede servir de antorcha, el otro que posee la virtud de que en un radio de catorce codos desde el lugar en que se agarra, el mar más profundo deviene vadeable, y no más profundo de un codo. Cuando madre e hijo están vadeando el mar con el agua por las rodillas, se encuentran con una corriente cargada de rubíes. Cruzan el mar y llegan a la India, donde venden uno de los rubíes a un gran precio. El rubí llega a las manos del rey de aquel país. Averigua su procedencia, y busca al héroe, que mientras tanto ha construido un gran palacio nuevo a la orilla del mar. Mahbub se compromete a conseguir más del mismo tipo. Se pone en camino solo, enciende la antorcha ( esto muestra que está a punto de entrar en un mundo de obscuridad ), y ayudado por el otro palo atraviesa el mar hasta que alcanza la corriente de rubí. La sigue corriente arriba hasta que encuentra su fuente en un remolino. Salta dentro y se hunde en la negra chimenea acuosa hasta que toca terreno sólido y encuentra que las aguas salen por la compuerta de hierro de un conducto. Pasando a través de ésta, se encuentra a sí mismo en un jardín maravilloso, en el que hay un palacio. En este palacio encuentra una habitación en la que hay una cabeza cortada recientemente, de la cual caen gotas de sangre en un estanque, gotas que son llevadas como rubíes con la corriente hacia el conducto, y desde allí al remolino que las sube al mar. Entonces aparecen doce paris, descuelgan la cabeza, traen el tronco, juntan las partes, y tomando velas encendidas ejecutan una danza alrededor del diván, tan rápidamente que Mahbub sólo puede ver un círculo de luz. Parándose entonces sobre el lecho, se lamentan «¿Cuánto tiempo, oh Señor, cuánto tiempo?… ¿Cuándo se levantará el sol de la esperanza sobre la obscuridad de nuestra desesperación? Levántate, oh Rey, levántate, ¿cuánto tiempo permanecerás en este trance como de muerte?».
Entonces del suelo del palacio se levanta la forma del fakir previamente mencionado, pero ahora vestido con prendas de luz. Las paris se inclinan ante él, y preguntan «¿Khwaja Khizr, ha llegado la hora?» El fakir, que no es ciertamente otro que el inmortal Khwaja Khizr, explica a Mahbub que el cadáver es el de su padre, que había sido matado por el usurpador Kassab; los antepasados de Mahbub habían sido todos magi; todos habían sido enterrados en el palacio debajo del agua, pero el padre de Mahbub, había permanecido sin enterrar, pues nadie había cumplido sus ritos funerarios; como hijo, Mahbub debía hacer esto ahora. Por consiguiente, Mahbub hace la oración a Allah en beneficio del alma de su padre. Inmediatamente la cabeza se une al cuerpo, y el rey muerto se levanta vivo. Khizr desaparece, y Mahbub vuelve a la India con su padre, que se reúne así con la reina viuda. Cuando el rey de la India va a por los rubíes, Mahbub pincha su propio dedo, y las gotas de sangre que caen en una copa de agua se convierten en las gemas pedidas, pues como Mahbub sabe ahora, cada gota de sangre que corre por las venas de los reyes de Persia es más preciosa que los rubíes. Mahbub se casa con la princesa de la India. Una expedición a Persia destrona al usurpador Kassab, y su cabeza es cortada y colgada en el subterráneo del palacio, pero cada gota de su sangre se convierte en un sapo.
La naturaleza verdadera de Khwaja Khizr se indica ya claramente en las dos historias resumidas arriba, así como en la iconografía. Khizr está en casa en los dos mundos, la obscuridad y la luz, pero sobre todo como señor de la corriente del Río de la Vida en la Tierra de la Obscuridad: es a la vez el guardián y el genio de la vegetación y del Agua de la Vida, y corresponde al Soma y al Gandharva en la mitología védica, y desde muchos puntos de vista a Varuna mismo, aunque es evidente que, desde el punto de vista islámico o desde el punto de vista posterior hindú, no puede identificarse abiertamente con la deidad suprema. Encontraremos que estas conclusiones generales se confirman ampliamente por un examen complementario de las fuentes de las leyendas Islámicas de al-Khadir.