La literatura india contiene una riqueza de temas que ronda lo pasmoso, en los que son evidentes los valores simbólicos del tiro con arco. Rig Veda Samhita VI.75.4, según lo comprende Sayana, dice que cuando el arco consorta (es decir, cuando el arco está tensado), entonces llevan al niño (la flecha) como una madre lleva a su hijo, y cuando con comprensión común se separan (liberando la flecha), entonces hieren al enemigo; y es evidente que la flecha se asimila a Agni, el hijo del Cielo y la Tierra, cuyo nacimiento coincide con la separación de sus padres. En Brhad Devata I.113, donde todos los instrumentos del sacrificio se consideran como propiedades de Agni, las dos puntas del arco se correlacionan de nuevo con el Cielo y la Tierra y con otros pares sexualmente contrastados, tales como el mazo y el mortero; lo cual nos recuerda no sólo las interpretaciones islámicas citadas arriba, sino también las de Heráclito (Fr. LVI): «La armonía del mundo ordenado es una armonía de tensiones contrarias, como la del arpa o el arco». Puesto que la flecha es la progenie del arco, la identificación de las puntas del arco con los mundos celeste y terrestre se indica claramente en Atharva Veda Samhita I.2, 3 donde al «padre» de la flecha se le llama Parjanya, Mitra, Varuna, etc., y su «madre es la Tierra (prthivi)»; esto es verdadero incluso literalmente, en el sentido de que la caña de la que se hace la flecha la produce la tierra fertilizada por las lluvias provenientes de arriba, y proporciona además una buena ilustración del principio exegético de que el significado alegórico está contenido en el significado literal. En estos dos himnos la cuerda del arco y la flecha se emplean con encantaciones para curar la diarrea y el estreñimiento; la cuerda del arco porque constriñe, la flecha porque se deja volar: «Como la flecha voló, soltada del arco, así se libere tu orina» (yathesuka parapatad avasrstadhi dhanvanah, eva te mutram mucyatam); aquí la relación del vuelo de la flecha es con una liberación física, pero ahora veremos como este vuelo, lo mismo que el de los pájaros, es igualmente una imagen de la liberación del espíritu con relación al cuerpo.
En Atharva Veda Samhita I.1 el arquero es el Señor de la Voz (Vacaspati) con la mente divina; si recordamos Rig Veda Samhita VI.75.3, donde «ella está deseosa de hablar» y, llevada al oído, «susurra como una mujer», es evidente que la cuerda del arco corresponde a la voz (vac) como órgano de expresión, y la flecha al concepto audible expresado. Así, en Atharva Veda Samhita V.18.8 los brahmanes, que son los representantes humanos del Señor de la Voz, se dice que tienen flechas penetrantes que no se usan en vano, donde la lengua es su cuerda de arco y sus terribles palabras sus flechas; mientras en Brhadaranyaka Upanishad III.8.2, las preguntas penetrantes se describen como «flechas traspasa enemigos». Esta concepción subyace en el uso de is («disparar»); compárese isu, isuka («flecha») y nuestro propio concepto del «disparo» vernacular, que significa también «hablar alto y claro»; en Aitareya Brahmana II.5, «impelida por la Mente, la Voz habla» (manasa va isita vag vadati); la voz ciertamente actúa, pero es la mente quien activa (Jaiminiya Upanishad Brahmana I.33.4).
Así pues, una «flecha» puede ser literalmente un dardo alado, o metafóricamente una «palabra alada»: el sánscrito patatrin, «alado», que denota a un «pájaro» o a una «flecha» cubre ambos valores; pues el vuelo veloz y sin obstáculos del pensamiento, se compara a menudo al de los pájaros, y el simbolismo de los pájaros y de las alas se relaciona estrechamente con el de las flechas. Ciertamente, el lenguaje del tiro con arco puede aplicarse a todos los problemas del pensamiento y la conducta. Así sadh, de donde viene sadhu como «hombre santo» y como una exclamación de aprobación, es «ir directamente al blanco»; así pues, sadhu puede calificar al arquero (Rig Veda Samhita I.70.6) o a la flecha (Rig Veda Samhita II.24.8), y «no corresponde al Rey hacer esto o aquello, sino sólo lo que es recto» (sadhu, Satapatha Brahmana V.4.4.5); es decir, el Rey no puede hablar al azar ni tampoco disparar al azar. Riju-ga, «lo que va recto», es una «flecha»; y «como el flechero endereza (ujum karoti) el dardo, así el hombre sabio rectifica su voluntad» (Dhammapada 33, cf. 80, 145 y Majjhima Nikaya II.105); en el Mahajanaka Jataka (Jataka VI.66) un flechero que trabaja en enderezar (ujum karoti) una flecha, está mirándola a lo largo con un ojo cerrado, y de esto se saca la enseñanza de la visión única.
Puesto que el arco es el arma real por excelencia, y puesto que se pone un énfasis tan grande sobre la rectitud del rey, no será irrelevante señalar que las palabras sánscrita rju y pali uju, citadas arriba, y que significan «derecho», pertenecen a una raíz común que subyace en «recto», «rectificar», y «regio» (latín regere y rex y sánscrito raja). Desde el punto de vista tradicional, un rey no es un gobernante «absoluto», sino el administrador de una ley trascendente, a la cual se conforman las leyes humanas. En más de una ocasión Sankara hace del caso del flechero, profundamente absorbido en su tarea, un ejemplo de la concentración contemplativa (sobre Brhadaranyaka Upanishad III.9.28.7 y sobre Badarayana, Sariraka Mimansa Sutra VII.11, p. 800 Bib. Ind. ed.); y como observaba San Buenaventura: Ecce, quomodo illumination artis mechanicae via est ad illuminationem sacrae Scripturae, et nihil est in ea, quod nom praedicet veran sapientiam (De red. artium ad theologiam, 14).
Aparadh, el opuesto de sadh, es «errar el blanco», de donde «extraviarse», «desviarse», «fallar», «pecar»: estos dos valores apenas pueden distinguirse en Taittiriya Samhita VI.5.5.2, donde Indra, habiendo disparado una flecha a «Vrtra», piensa «he errado el blanco» (aparadham); comparar II.5.5.6, donde el que yerra su blanco (avavidhyati) crece en maldad (papiyan), mientras que el que no falla el suyo es como debe ser. La frase es común, también, en Platón, donde, como en la India y Persia, pertenece a la metáfora de seguir las huellas o el rastro (ichneyo, mrg), el origen de la cual debe referirse a la cultura de la caza, cultura cuyo lenguaje sobrevive en nuestra propia expresión «acertar (o errar) el blanco», frapper le but. De vyadh («traspasar») deriva vedha y vedhin («arquero») y probablemente vedhas («sabio» en el sentido de «penetrante»). A esta última palabra algunos la derivan de vid («conocer» o «encontrar»), pero hay formas comunes a vyadh y vid, concretamente el imperativo viddhi, que puede significar ya sea «conoce» o ya sea «penetra» o ambos a la vez; la ambigüedad es evidente en Jaiminiya Upanishad Brahmana IV.18.6, Mundaka Upanishad II.2.2 (examinadas abajo) y Bhagavad Gita VII.6. Las flechas verbales de un brahman «traspasan» a sus detractores (Atharva Veda Samhita V.18.15). La comparación de un monje experto a un «disparo infalible» (akkhana-vedhin) es muy común en la literatura budista pali, a menudo en combinación con otros términos tales como durepatin («de largo disparo»), sadda-vedhin («disparar a un sonido»), y valavedhin («atravesar un cabello») (Anguttara Nikaya I.284, II.170, IV.423, 494; Majjhima Nikaya I.82, etc.). Milindapañha 418 describe los cuatro «miembros» de un arquero que un monje verdadero debe poseer:
«Justamente, oh rey, como el arquero, cuando descargando sus flechas, planta ambos pies firmemente en el suelo, mantiene sus rodillas derechas, cuelga su carcaj contra la parte estrecha de su cintura, mantiene todo su cuerpo firme, monta su arco con ambas manos, aprieta sus puños, sin dejar ninguna abertura entre los dedos, alarga su cuello, cierra su boca y su ojo, apunta (nimittan ujum karoti), y sonríe al pensamiento “yo traspasaré”; justamente así, oh rey, debe hacer el Yoguin (monje)… pensando “Con el dardo de la gnosis yo traspasaré cada defecto…” Y nuevamente, oh rey, justamente como un arquero tiene un enderezador de flechas para enderezar las flechas combadas y torcidas y desigualadas… Y nuevamente, oh rey, justamente como un arquero practica en un blanco… mañana y tarde…
Justamente como un arquero practica mañana y tarde,
Y por no descuidar nunca su práctica gana sus apuestas,
Así también los Hijos del Buddha ejercitan el cuerpo
Y no descuidando nunca este ejercicio, devienen adeptos (arhat)».