Gredos
4 Teoría de la esclavitud. Instrumentos de producción e instrumentos de uso
Ahora bien, la propiedad es una parte de la casa, y el arte de adquirir, una parte de la administración doméstica (pues sin las cosas necesarias es imposible tanto vivir como vivir bien). Y lo mismo que en las artes determinadas es necesario disponer de los instrumentos apropiados si ha de llevarse a cabo la obra, así también en la administración doméstica. 2De los instrumentos, unos son inanimados y otros animados; por ejemplo, para un piloto, el timón es inanimado, y animado el vigía (pues en las artes el subordinado hace las veces de un instrumento). Así también, las posesiones son un instrumento para la vida y la propiedad es una multitud de instrumentos; también el esclavo es una posesión animada, y todo subordinado es como un instrumento previo a los otros instrumentos.
3Pues si cada uno de los instrumentos pudiera cumplir por sí mismo su cometido obedeciendo órdenes o anticipándose a ellas, si, como cuentan de las estatuas de Dédalo[36] o de los trípodes de Hefesto, de los que dice el poeta que entraban por sí solos en la asamblea de los dioses,[37] las lanzaderas tejieran solas y los plectros tocaran la cítara, los constructores no necesitarían ayudantes ni los amos esclavos.1254a
4Ahora bien, los llamados instrumentos lo son de producción,[38] mas las posesiones son instrumentos de acción. En efecto, la lanzadera produce algo aparte de su empleo, pero el vestido y el lecho, sólo su uso. Además, ya que la producción y la acción difieren específicamente, y ambas necesitan de instrumentos, necesariamente éstos deben 5mantener la misma diferencia. La vida es acción, no producción, y por ello el esclavo es un subordinado para la acción. De la posesión[39] se habla en el mismo sentido que de la parte. Pues la parte no es sólo parte de otra cosa, sino que pertenece enteramente a ella, y lo mismo la posesión. Por eso el amo es solamente dueño del esclavo, pero no le pertenece. El esclavo, en cambio, no sólo es esclavo del amo, sino que le pertenece enteramente.
Cuál es la naturaleza del esclavo y cuál su facultad resulta claro de 6lo expuesto; el que, siendo hombre, no se pertenece por naturaleza a sí mismo, sino a otro, ése es por naturaleza esclavo. Y es hombre de otro el que, siendo hombre, es una posesión. Y la posesión es un instrumento activo y distinto.
5 La esclavitud es de derecho natural
Después de esto hay que examinar si alguien es de tal índole por naturaleza o si no; si es mejor y justo para alguien ser esclavo o no, o bien si toda esclavitud es contra naturaleza. No es difícil examinarlo teóricamente con la razón y llegar a comprenderlo a partir de la experiencia. Mandar y obedecer no sólo son cosas necesarias, sino también convenientes, 2y ya desde el nacimiento algunos están destinados a obedecer y otros a mandar. Y hay muchas formas de mandar[40] y de obedecer, y siempre es mejor el mando sobre subordinados mejores:[41] por ejemplo, mejor sobre un hombre que sobre una bestia, porque la obra llevada 3a cabo con mejores elementos es mejor. Dondequiera que uno manda y otro obedece, hay una obra común. En efecto, en todo lo que consta de varios elementos[42] y llega a ser una unidad común, ya de elementos continuos o separados, aparecen siempre el dominante y el dominado, y eso ocurre en los seres animados en cuanto pertenecen al 4conjunto de la naturaleza.[43] De hecho, en los seres que no participan de vida existe cierta jerarquía, como la de la armonía. Pero esto sería quizá propio de una investigación alejada de la nuestra.
El ser vivo está constituido, en primer lugar, de alma y cuerpo, de los cuales uno manda por naturaleza y el otro es mandado.[44] Pero hay que 5estudiar lo natural, con preferencia, en los seres conformes a su naturaleza y no en los corrompidos. Por eso hay que observar al hombre que está mejor dispuesto en cuerpo y en alma, en el cual esto resulta evidente. Ya 1254bque en los malvados o de comportamiento malvado, el cuerpo parece muchas veces mandar en el alma, por su disposición vil y contra naturaleza.
6Es posible entonces, como decimos, observar en el ser vivo el dominio señorial y el político, pues el alma ejerce sobre el cuerpo un dominio señorial, y la inteligencia sobre el apetito un dominio político y regio. En ellos resulta evidente que es conforme a la naturaleza y conveniente para el cuerpo ser regido por el alma, y para la parte afectiva ser gobernada por la inteligencia y la parte dotada de razón, mientras que su igualdad o la inversión de su relación es perjudicial para todos.
7También ocurre igualmente entre el hombre y los demás animales, pues los animales domésticos tienen una naturaleza mejor que los salvajes, y para todos ellos es mejor estar sometidos al hombre, porque así consiguen su seguridad. Y también en la relación entre macho y hembra, por naturaleza, uno es superior y otro inferior, uno manda y otro obedece. Y del mismo modo ocurre necesariamente entre todos los hombres.
8Así pues, todos los seres que se diferencian de los demás tanto como el alma del cuerpo y como el hombre del animal (se encuentran en esta relación todos cuantos su trabajo es el uso del cuerpo, y esto es lo mejor de ellos), éstos son esclavos por naturaleza, para los cuales es mejor estar sometidos a esta clase de mando, como en los casos 9mencionados. Pues es esclavo por naturaleza el que puede ser de otro (por eso precisamente es de otro) y el que participa de la razón tanto como para percibirla, pero no para poseerla; pues los demás animales no se dan cuenta de la razón, sino que obedecen a sus instintos. En la utilidad la diferencia es pequeña: la ayuda con su cuerpo a las necesidades de la vida se da en ambos, en los esclavos y en los animales domésticos.[45] 10La naturaleza quiere incluso hacer diferentes los cuerpos de los libres y los de los esclavos: unos, fuertes para los trabajos necesarios; otros, erguidos[46] e inútiles para tales menesteres, pero útiles para la vida política (ésta se encuentra dividida en actividad de guerra y de paz). Pero sucede muchas veces lo contrario: unos esclavos tienen cuerpos de hombres libres, y otros, almas.[47] Pues esto es claro, que si el cuerpo bastara para distinguirlos como las imágenes de los dioses, todos afirmarían que los inferiores merecerían ser esclavos. Y si esto es 11verdad respecto del cuerpo, mucho más justo será establecerlo respecto del alma. Pero no es igual de fácil ver la belleza del alma que la del cuerpo. Así pues, está claro que unos son libres y otros esclavos por 1255anaturaleza,[48] y que para éstos el ser esclavos es conveniente y justo.
Barnes
4 · Property is a part of the household, and the art of acquiring property is a part of the art of managing the household; for no man can live well, or indeed live at [25] all, unless he is provided with necessaries. And as in the arts which have a definite sphere the workers must have their own proper instruments for the accomplishment of their work, so it is in the management of a household. Now instruments are of various sorts; some are living, others lifeless; in the rudder, the pilot of a ship has a lifeless, in the look-out man, a living instrument; for in the arts the servant is a kind [30] of instrument. Thus, too, a possession is an instrument for maintaining life. And so, in the arrangement of the family, a slave is a living possession, and property a number of such instruments; and the servant is himself an instrument for instruments. For if every instrument could accomplish its own work, obeying or anticipating the will of others, like the statues of Daedalus, or the tripods of [35] Hephaestus, which, says the poet,
of their own accord entered the assembly of the Gods;
if, in like manner, the shuttle would weave and the plectrum touch the lyre, chief workmen would not want servants, nor masters slaves. Now the instruments [1254a1] commonly so called are instruments of production, whilst a possession is an instrument of action. From a shuttle we get something else besides the use of it, whereas of a garment or of a bed there is only the use. Further, as production and [5] action are different in kind, and both require instruments, the instruments which they employ must likewise differ in kind. But life is action and not production, and therefore the slave is the minister of action. Again, a possession is spoken of as a part is spoken of; for the part is not only a part of something else, but wholly belongs [10] to it; and this is also true of a possession. The master is only the master of the slave; he does not belong to him, whereas the slave is not only the slave of his master, but wholly belongs to him. Hence we see what is the nature and office of a slave; he who is by nature not his own but another’s man, is by nature a slave; and he may be said [15] to be another’s man who, being a slave, is also a possession. And a possession may be defined as an instrument of action, separable from the possessor.
5 · But is there any one thus intended by nature to be a slave, and for whom such a condition is expedient and right, or rather is not all slavery a violation of nature?
[20] There is no difficulty in answering this question, on grounds both of reason and of fact. For that some should rule and others be ruled is a thing not only necessary, but expedient; from the hour of their birth, some are marked out for subjection, others for rule.And there are many kinds both of rulers and subjects (and that rule is the [25] better which is exercised over better subjects—for example, to rule over men is better than to rule over wild beasts; for the work is better which is executed by better workmen, and where one man rules and another is ruled, they may be said to have a work); for in all things which form a composite whole and which are made up [30] of parts, whether continuous or discrete, a distinction between the ruling and the subject element comes to light. Such a duality exists in living creatures, originating from nature as a whole; even in things which have no life there is a ruling principle, as in a musical mode. But perhaps this is matter for a more popular investigation. A living creature consists in the first place of soul and body, and of these two, the one [35] is by nature the ruler and the other the subject. But then we must look for the intentions of nature in things which retain their nature, and not in things which are corrupted. And therefore we must study the man who is in the most perfect state both of body and soul, for in him we shall see the true relation of the two; although [1254b1] in bad or corrupted natures the body will often appear to rule over the soul, because they are in an evil and unnatural condition. At all events we may firstly observe in living creatures both a despotical and a constitutional rule; for the soul rules the [5] body with a despotical rule, whereas the intellect rules the appetites with a constitutional and royal rule. And it is clear that the rule of the soul over the body, and of the mind and the rational element over the passionate, is natural and expedient; whereas the equality of the two or the rule of the inferior is always [10] hurtful. The same holds good of animals in relation to men; for tame animals have a better nature than wild and all tame animals are better off when they are ruled by man; for then they are preserved. Again, the male is by nature superior, and the female inferior; and the one rules, and the other is ruled; this principle, of necessity, [15] extends to all mankind. Where then there is such a difference as that between soul and body, or between men and animals (as in the case of those whose business is to use their body, and who can do nothing better), the lower sort are by nature slaves, [20] and it is better for them as for all inferiors that they should be under the rule of a master. For he who can be, and therefore is, another’s, and he who participates in reason enough to apprehend, but not to have, is a slave by nature. Whereas the lower animals cannot even apprehend reason;1 they obey their passions. And indeed the use made of slaves and of tame animals is not very different; for both with their [25] bodies minister to the needs of life. Nature would like to distinguish between the bodies of freemen and slaves, making the one strong for servile labour, the other [30] upright, and although useless for such services, useful for political life in the arts both of war and peace. But the opposite often happens—that some have the souls and others have the bodies of freemen. And doubtless if men differed from one another in the mere forms of their bodies as much as the statues of the Gods do from [35] men, all would acknowledge that the inferior class should be slaves of the superior. And if this is true of the body, how much more just that a similar distinction should exist in the soul? But the beauty of the body is seen, whereas the beauty of the soul is not seen. It is clear, then, that some men are by nature free, and others slaves, and [1255a1] that for these latter slavery is both expedient and right.