Página inicial > René Guénon > SCS: ciencias

SCS: ciencias

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024

  

La civilización moderna aparece en la historia como una verdadera anomalía: de todas las que conocemos, es la única que se haya desarrollado en un sentido puramente material, la única también que no se apoye en ningún principio de orden superior. Este desarrollo material, que continúa desde hace ya varios siglos y que va acelerándose de más en más, ha sido acompañado de una regresión intelectual, que ese desarrollo es harto incapaz de compensar. Se trata, entiéndase bien, de la verdadera y pura intelectualidad, que podría igualmente llamarse espiritualidad, y nos negamos a dar tal nombre a aquello a que los modernos se han aplicado sobre todo: el cultivo de las ciencias experimentales con vistas a las aplicaciones prácticas a que ellas pueden dar lugar. Un solo ejemplo permitiría medir la amplitud de esa regresión: la Suma Teológica   de Santo Tomás de Aquino era, en su tiempo, un manual para uso de estudiantes; ¿dónde están hoy los estudiantes capaces de profundizarla y asimilársela? SFCS  : LA REFORMA DE LA MENTALIDAD MODERNA

También aquí es necesario distinguir, por otra parte, grados muy diferentes, como en el conocimiento mismo, del cual esto no es sino una aplicación o efectuación: cuando esa acción se ejerce sólo en el mundo sensible, se trata del grado más inferior, y en este caso puede hablarse propiamente de "magia"; pero es fácil concebir que se trate de algo de muy otro orden cuando la acción repercute en los mundos superiores. En este último caso, estamos evidentemente en el orden "iniciático" en el sentido más cabal del término; y solo puede operar activamente en todos los mundos aquel que ha llegado al grado del "azufre rojo" (el-Kebrîtu-l-áhmar), nombre que indica una asimilación, que podrá parecer a algunos un tanto inesperada, de la "ciencia de las letras" a la alquimia   (Seyyîdî Mohyiddîn ibn ’Arabi es apellidado es-Sheiju-l-ákbar wa el-Kebrîtu-l-áhmar). En efecto, estas dos ciencias, entendidas en su sentido profundo, no son sino una en realidad; y lo que ambas expresan, bajo apariencias muy diferentes, no es sino el proceso mismo de la iniciación, el cual, por lo demás, reproduce rigurosamente el proceso cosmogónico, pues la realización total de las posibilidades de un ser se efectúa necesariamente pasando por las mismas fases que las de la Existencia universal (Es por lo menos curioso observar que el propio simbolismo masónico, en el cual la "Palabra perdida" y su búsqueda desempeñan además importante papel, caracteriza los grados iniciáticos por medio de expresiones, manifiestamente tomadas de la "ciencia de las letras: deletrear, leer, escribir. El "Maestro", que entre sus atributos tiene la "plancha de trazar", si fuera verdaderamente lo que debe ser, sería capaz no solamente de leer sino también de escribir el "Libro de Vida", es decir, de cooperar conscientemente en la realización del plan del "Gran Arquitecto del Universo"; por esto puede juzgarse la distancia que separa la posesión nominal de tal grado de su posesión efectiva). SFCS: LA CIENCIA DE LAS LETRAS (’ILMU-L-HURÛF)

Nos vemos, pues, reconducidos, como se observará, a lo que decíamos al comienzo sobre el "lenguaje de los pájaros", que podemos llamar también "lengua angélica", y cuya imagen en el mundo humano es el lenguaje ritmado, pues sobre la "ciencia del ritmo" que comporta por lo demás múltiples aplicaciones, se basan en definitiva todos los medios que pueden utilizarse para entrar en comunicación con los estados superiores. Por eso una tradición islámica dice que Adán, en el Paraíso terrestre, hablaba en verso, en decir, en lenguaje ritmado; se trata de esa "lengua siríaca" (logah sûryâniyah) sobre la cual hemos hablado en nuestro precedente estudio sobre la "ciencia de las letras" ( (Véase supra, cap. VI)), y que debe considerarse como traducción directa de la "iluminación solar" y "angélica" tal como se manifiesta en el centro del estado humano. Por eso también los libros sagrados están escritos en lenguaje ritmado, lo cual, como se ve, hace de ellos otra cosa que los simples "poemas" en el sentido puramente profano del término que quiere ver el prejuicio antitradicional de los "críticos" modernos; y, por lo demás, la poesía no era originariamente esa vana "literatura" en que se ha convertido por una degradación cuya explicación ha de buscarse en la marcha descendente del ciclo humano, y tenía un verdadero carácter sagrado (Puede decirse, por otra parte, de manera general, que las artes y las ciencias no se han hecho profanas sino en virtud. de tal degradación, la cual las ha despojado de su carácter tradicional y, por consiguiente, de toda significación de orden superior; nos hemos explicado sobre este asunto en L’Ésotérisme de Dante  , cap. II, y en La Crise du monde moderne, cap. IV. (Cf. también La Régne de la quantité et les signes des temps, cap. VIII)). Pueden encontrarse rastros de ello hasta en la antigüedad occidental clásica, en la cual la poesía era llamada aún "lengua de los Dioses", expresión equivalente a las que hemos indicado, pues los "Dioses", es decir los Deva (El sánscrito Deva y el latín Deus son una sola y misma palabra) son, como los ángeles, la representación de los estados superiores. En latín, los versos se llamaban carmina, designación referente a su uso en el cumplimiento de los ritos, pues la palabra carmen es idéntica al sánscrito karma, que debe tomarse aquí en su sentido particular de "acción ritual" (La palabra "poesía" deriva también del verbo griego poieîn, el cual tiene la misma significación que la raíz sánscrita kr. de donde proviene Karma, y que se encuentra también en el verbo latino creare entendido en su acepción primitiva; en el origen   se trataba, pues, de algo muy distinto que de la simple producción de una obra artística o literaria, en el sentido profano, único que Aristóteles   parece haber tenido presente al hablar de lo que él ha llamado "ciencias poéticas"); y el poeta mismo, intérprete de la "lengua sagrada" a través de la cual se transparentaba el Verbo divino, era el vates, palabra que lo caracterizaba como dotado de una inspiración en cierto modo profética. Más tarde, por otra degradación, el vates no fue sino un vulgar "adivino" (La palabra "adivino" misma no está menos desviada de su sentido, pues etimológicamente tiene relación directa con divinus, y significa entonces "intérprete de los dioses". Los "arúspices" (de aves spicere, ’observar las aves’) extraían presagios del vuelo y el canto de las aves, lo cual es de relacionar más especialmente con el "lenguaje de los pájaros", entendido aquí en el sentido más material, pero identificado aun así con la "lengua de los dioses", pues se consideraba que éstos manifestaban su voluntad por medio de tales presagios, y las aves desempeñaban entonces un papel de "mensajeros" análogo al que se atribuye generalmente a los ángeles (de donde su nombre mismo, pues es precisamente el sentido propio de la palabra griega ángelos), bien que tomado en un aspecto muy inferior); y el carmen (de donde la voz francesa charme, ’encanto’), un "encantamiento", es decir, una operación de baja magia; es éste otro ejemplo de que la magia, e incluso la hechicería, constituye lo que subsiste como último vestigio de las tradiciones desaparecidas" ( (Sobre este asunto de los orígenes de la magia y de la hechicería. véase infra, cap. XX, "Shet", último párrafo)). SFCS: EL LENGUAJE DE LOS PÁJAROS

Por otra parte, el triángulo y el cuadrado contienen ambos cuatro líneas de puntos; es de notar, aunque esto no tenga en suma sino importancia secundaria, y únicamente para destacar mejor las concordancias de diferentes ciencias tradicionales, que las cuatro líneas de puntos se encuentran también en las figuras de la geomancia, las cuales, además, por las combinaciones cuaternarias de 1 y 2, son en número de 16=42; y la geomancia, como su nombre lo indica, está en relación especial con la tierra, que, según la tradición extremo-oriental, tiene por símbolo la forma cuadrada ( (Cf. La Grande Triade, cap. III. Ver además, en esta compilación, el cap. XXXIX: "El simbolismo de la cúpula", y los capítulos siguientes)). SFCS: LA TETRAKTYS Y EL "CUADRADO DE CUATRO"

Estas consideraciones no tienen la pretensión de ser completas, y sin duda no corresponden sino a algunos de los aspectos del signo de Cáncer; pero podrán por lo menos servir de ejemplo para mostrar que hay en la astrología tradicional muy otra cosa que un "arte adivinatoria" o una "ciencia conjetural", como lo piensan los modernos. Hay en ella, en realidad, todo cuanto se encuentra también, bajo expresiones diversas, en otras ciencias del mismo orden, según lo hemos indicado ya en nuestro estudio sobre "la ciencia de las letras" ( (Ver cap. VI)), lo cual da a estas ciencias un valor propiamente iniciático, que permite considerarlas verdaderamente como parte integrante de la "Ciencia sagrada". SFCS: EL JEROGLIFICO DE CÁNCER

Hay más aún: el diamante se considera como la "piedra preciosa" por excelencia; y esta "piedra preciosa" es también, como tal, un símbolo de Cristo, que se encuentra aquí identificado a su otro símbolo, la "piedra angular"; o, si se prefiere, ambos símbolos están así reunidos en uno. Podría decirse entonces que esa piedra, en cuanto representa un "acabamiento" o un "cumplimiento" (Desde el punto de vista "constructivo", es la "perfección" de la realización del plan del arquitecto; desde el punto de vista alquímico, es la "perfección" o fin último de la "Gran Obra"; hay exacta correspondencia entre uno y otro), es, en el lenguaje de la tradición hindú, un chintàmani, lo que equivale a la expresión alquímica de Occidente "piedra filosofal" (El diamante entre las piedras y el oro entre los metales son lo más precioso, y tienen además un carácter "luminoso" y "solar"; pero el diamante, al igual que la "piedra filosofal", a la cual se asimila aquí, se considera como más precioso aún que el oro); y es muy significativo a este respecto que los hermetistas cristianos hablen a menudo de Cristo como la verdadera "piedra filosofal", no menos que como la "piedra angular" (El simbolismo de la "piedra angular" se encuentra expresamente mencionado, por ejemplo, en diversos pasajes de las obras herméticas de Robert Fludd  , citados por A. E. Waite, The Secret Tradition in Freemasonry, pp. 27-28; por otra parte, debe señalarse que tales pasajes contienen esa confusión con la "piedra fundamental" de que hablábamos al principio, lo que el autor que los cita dice por su cuenta acerca de la "piedra angular" en varios lugares del mismo libro tampoco es muy adecuado para esclarecer el punto, y no puede sino contribuir más bien a mantener la confusión indicada). Nos vemos reconducidos así a lo que decíamos anteriormente, con motivo de los dos sentidos en que puede entenderse la expresión árabe rukn el-arkàn, sobre la correspondencia existente entre el simbolismo arquitectónico y el alquímico; y, para terminar con una observación de alcance muy general este estudio ya largo, pero sin duda aún incompleto, pues el tema es de aquellos que son casi inagotables, podemos agregar que dicha correspondencia no es, en el fondo, sino un caso particular de la que existe análogamente, aunque de un modo quizá no siempre tan manifiesto, entre todas las ciencias y todas las artes tradicionales, pues en realidad todas ellas son otras tantas expresiones y aplicaciones diversas de las mismas verdades de orden principial y universal. SFCS: LA "PIEDRA ANGULAR"

De la relación estrecha entre el "licor de inmortalidad" y el "Árbol de Vida" resulta una consecuencia muy importante desde el punto de vista más particular de las ciencias tradicionales: el "elixir de vida" está más propiamente en relación con lo que puede llamarse el aspecto "vegetal" de la alquimia (Este aspecto ha sido desarrollado sobre todo en la tradición taoísta, de modo más explícito que en ninguna otra), correspondiendo a lo que es la "piedra filosofal" en el aspecto "mineral" de aquélla; podría decirse, en suma, que el "elixir" es la "esencia vegetal" por excelencia. Por otra parte, no debe objetarse contra esto el empleo de expresiones tales como "licor de oro", la cual, exactamente como la de "rama de oro" a que nos referíamos antes, alude en realidad al carácter "solar" del objeto de que se trata; y recordaremos aún, a este respecto, la representacioón del sol como "fruto del Árbol de Vida", fruto que, por lo demás, se designa también, precisamente, como una "manzana de oro". Es claro que, pues encaramos estas cosas desde el punto de vista del principio, lo vegetal y lo mineral deben entenderse aquí simbólicamente sobre todo, es decir que se trata fundamentalmente de sus "correspondencias" o sea de lo que representan, respectivamente, en el orden cósmico; pero ello no impide en absoluto que pueda tomárselos también en sentido literal cuando se encaran ciertas aplicaciones particulares. A este respecto, no sería difícil encontrar también la oposición de que hemos hablado acerca de la doble naturaleza del vegetal: así, la alquimia vegetal, en la aplicación médica de que es susceptible, tiene por "reverso", si así puede decirse, la "ciencia de los venenos"; por lo demás, en virtud misma de dicha oposición, todo lo que es "remedio" en cierto aspecto es a la vez "veneno" en un aspecto contrario (En sánscrito, la palabra visha, ’veneno’ o ’bebida de muerte’, se considera como antónimo de ámrta o ’bebida de inmortalidad’). Naturalmente, no podemos desarrollar aquí todo lo que implica esta última observación; pero ella permitirá por lo menos entrever las aplicaciones precisas de que es capaz, en un dominio como el de la medicina tradicional, un simbolismo tan "principial" en sí mismo como lo es el del "Árbol de Vida" y el "Árbol de Muerte". SFCS: EL "ÁRBOL DE VIDA" Y EL LICOR DE INMORTALIDAD

Por eso, sobre todo cuando la escala se emplea como elemento de ciertos ritos iniciáticos, sus peldaños se consideran expresamente como representación de los diversos cielos, es decir, de los estados superiores del ser; así, especialmente, en los misterios de Mithra, la escala tenía siete peldaños puestos en relación con los siete planetas, y, según se dice, hechos de los metales correspondientes respectivamente a aquellos; el recorrido de tales peldaños figuraba el de otros tantos grados sucesivos de iniciación. Esta escala de siete peldaños se encuentra también en ciertas organizaciones iniciáticas medievales, de donde pasó sin duda, más o menos directamente, a los altos grados de la masonería escocesa, segun lo hemos señalado al hablar de Dante (L’Ésotérisme de Dante, caps. II y III); aquí los peldaños están referidos a otras tantas "ciencias", pero esto no implica en el fondo diferencia alguna, ya que, según Dante mismo, esas "ciencias" se identifican con los "cielos" (Convivio, II, XIV). Va de suyo que, para corresponder así a estados superiores y a grados de iniciación, esas ciencias no podían ser sino ciencias tradicionales entendidas en su sentido más profundo y más propiamente esotérico, y ello inclusive para aquellas cuyos nombres, para los modernos, no designan ya, en virtud de la degradación a que hemos aludido repetidamente, sino ciencias o artes profanas, es decir algo que, con relación a aquellas verdaderas ciencias, no es en realidad nada mas que una cascara huera y un "residuo" privado de vida. SFCS: EL SIMBOLISMO DE LA ESCALA