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SCS: India

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024

  

Uno de los símbolos a que queremos referirnos es el triángulo con el vértice hacia abajo; es como una suerte de representaciòn esquemática de la copa sacrificial, y con tal valor se encuentra en ciertos yantra o símbolos geométricos de la India. Por otra parte, es particularmente notable desde nuestro punto de vista que la misma figura sea igualmente un símbolo del corazòn, cuya forma reproduce simplificándola: el "triángulo del corazòn" es expresiòn corriente en las tradiciones orientales. Esto nos conduce a una observaciòn tampoco desprovista de interés: que la figuraciòn del corazòn inscripto en un triángulo así dispuesto no tiene en sí nada de ilegítimo, ya se trate del corazòn humano, o del Corazòn divino, y que, inclusive, resulta harto significativa cuando se la refiere a los emblemas utilizados por cierto hermetismo cristiano medieval, cuyas intenciones fueron siempre plenamente ortodoxas. Si a veces se ha querido, en los tiempos modernos, atribuir a tal representaciòn un sentido blasfemo ( [Ver Reg., agosto-septiembre de 1924]), es porque, conscientemente o no, se ha alterado la significaciòn primera de los símbolos hasta invertir su valor normal; se trata de un fenòmeno del cual podrían citarse muchos ejemplos y que por lo demás encuentra su explicaciòn en el hecho de que ciertos símbolos son efectivamente susceptibles de doble interpretaciòn, y tienen como dos faces opuestas. La serpiente, por ejemplo, y también el leòn, ¿no significan a la vez, según los casos, Cristo y Satán? No podemos entrar a exponer aquí, a ese respecto, una teoría general, que nos llevaría demasiado lejos; pero se comprenderá que hay en ello algo que hace muy delicado al manejo de los símbolos y también que este punto requiere especialísima atenciòn cuando se trata de descubrir el sentido real de ciertos. emblemas y traducirlo correctamente ( [Cf. Le Règne de la quantité et les signes des temps, cap. XXIX: "Le renversement des symboles"]). 42 SFCS   EL SAGRADO CORAZON Y LA LEYENDA DEL SANTO GRAAL
La relaciòn existente entre el centro y la circunferencia, o entre lo que respectivamente representan, está ya bien claramente indicada por el hecho de que la circunferencia no podría existir sin su centro, mientras que éste es absolutamente independiente de aquélla. Tal relaciòn puede señalarse de manera aún más neta y explícita por medio de radios que salen del centro, y terminan en la circunferencia; esos radios pueden, evidentemente, figurarse en número variable, puesto que son realmente en multitud indefinida, al igual que los puntos de la circunferencia que son sus extremidades; pero, de hecho, siempre se han elegido para figuraciones de ese género números que tienen de por sí un valor simbòlico particular. Aquí, la forma más sencilla es la que presenta solamente cuatro radios que dividen la circunferencia en partes iguales, es decir, dos diámetros ortogonales que forman una cruz en el interior del círculo (fig. 2). Esta nueva figura tiene la misma significaciòn general que la primera, pero se le agregan significaciones secundarias que vienen a completarla: la circunferencia, si se la representa como recorrida en determinado sentido, es la imagen de un ciclo de manifestaciòn, como esos ciclos còsmicos de que particularmente la doctrina hindú ofrece una teoría en extremo desarrollada. Las divisiones determinadas sobre la circunferencia por las extremidades de los brazos de la cruz corresponden entonces a los diferentes períodos o fases en que se divide el ciclo; y tal divisiòn puede encararse, por así decirlo, a escalas diversas, según se trate de ciclos más o menos extensos: se tendrá así, por ejemplo, y para atenernos solo al orden de la existencia terrestre, los cuatro momentos principales del día, las cuatro fases de la luna, las cuatro estaciones del año, y también, según la concepciòn que encontramos tanto en las tradiciones de la India y de América Central como en las de la Antigüedad grecolatina, las cuatro edades de la humanidad. No hacemos aquí más que indicar someramente estas consideraciones, para dar una idea de conjunto de lo que expresa el símbolo en cuestiòn; están, por otra parte, vinculadas directamente con lo que diremos en seguida. 121 SFCS LA IDEA DEL CENTRO EN LAS TRADICIONES ANTIGUAS
Entre las figuras que incluyen un número mayor de radios debemos mencionar especialmente las ruedas o "ruedecillas", que tienen habitualmente seis u ocho (figs. 3 y 4). La "ruedecilla céltica", que se ha perpetuado a través de casi todo el Medioevo, se presenta en una de esas dos formas; estas mismas figuras, sobre todo la segunda, se encuentran también muy a menudo en los países orientales, particularmente en Caldea y en Asiria, en la India (donde la rueda se llama chakra) y en el Tíbet. Por otra parte, existe estrecho parentesco entre la rueda de seis rayos y el crisma ( [Aquí e