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SCS: Dios altísimo

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024

  

Para limitarnos al caso que aquí nos interesa en especial y para hacer la cosa más fácilmente comprensible, podemos tomar términos de comparación en el orden matemático, sirviéndonos de los dos simbolismos, el geométrico y el aritmético, entre los cuales hay a este respecto perfecta concordancia. Así, el punto geométrico es cuantitativamente nulo (Esta nulidad corresponde a lo que el taoísmo llama la "nada de forma") y no ocupa ningún espacio, aunque es el principio por el cual se produce el espacio íntegro, que no es sino el desarrollo de las virtualidades propias de aquél, ya que la "efectuación" del espacio resulta de la irradiación del punto según las "seis direcciones" (Sobre las relaciones entre el punto y la extensión, cf. Le Symbolismo de la Croix. cap. XVI). Del mismo modo, la unidad aritmética es el menor de los números si se la encara como situada en la multiplicidad, pero es el mayor en principio, pues los contiene virtualmente a todos y produce su serie íntegra por la sola repetición indefinida de sí misma. Y del mismo modo también, para volver al simbolismo de que tratábamos al comienzo, el yod es la menor de las letras del alfabeto hebreo, y sin embargo de ella derivan las formas de todas las demás (De ahí estas palabras: "Antes pasarán el cielo y la tierra que pase una sola jota (iota, es decir, un solo yod) o una tilde (parte de letra, forma elemental asimilada al yod) de la Ley, sin que todo se verifique" (San Mateo, V, 18)). A esta doble relación se refiere también el doble sentido jeroglífico del yod, como "principio" y como "germen": en el mundo superior, es el principio, que contiene todas las cosas; en el mundo inferior, es el germen, que está contenido en todas las cosas; son el punto de vista de la trascendencia y el de la inmanencia, conciliados en la única síntesis de la armonía total (La identidad esencial de ambos aspectos está representada también por la equivalencia numérica de los nombres ’el-’Elyón, ’el Dios altísimo’, y ’Immanû’el, ’Dios en nosotros’ (cf. Le Roi du Monde, cap. VI). (La suma de las letras consonánticas de cada nombre es 197, debiendo contarse, en virtud de las reglas de escritura hebrea, la doble m como simple. (N. del T))). El punto es a la vez principio y germen de las extensiones; la unidad es a la vez principio y germen de los números; igualmente, el Verbo divino, según se lo considere como eternamente subsistente en sí o como haciéndose "Centro del Mundo" (En la tradición hindú, el primero de estos dos aspectos del Verbo es Svayambhû (’El que subsiste por sí mismo’), y el segundo es Hiranyagarbha (el ’Embrión de oro’)), es a la vez principio y germen de todos los seres (Desde otro punto de vista, esta consideración del sentido inverso podría aplicarse también a las dos fases complementarias de la manifestación universal: despliegue y repliegue (développement et enveloppement), espiración y aspiración, expansion y concentración, "solución" y "coagulación" (cf. La Grande Triade, cap. VI)). SFCS  : EL GRANO DE MOSTAZA