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Obras: transmigración

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024

  

La metafísica, en general, recurre a símbolos visuales (cruces y círculos, por ejemplo) y sobre todo al simbolismo de la luz y del sol - que, como dice Dante  , «ningún objeto de los sentidos en el mundo entero es más digno de ser hecho un tipo de Dios». Pero tendré que usar también términos técnicos tales como esencia y substancia, potencialidad y acto, espiración y despiración, semejanza ejemplar, aeviternidad, forma y accidente. La metempsicosis debe ser distinguida de la transmigración y ambas de la «reencarnación». Tendremos que distinguir el alma del espíritu. Antes de que podamos saber cuándo es apropiado, si lo es alguna vez, traducir una palabra sánscrita dada por nuestra palabra «alma» (anima, psyque), debemos tener conocimiento de los múltiples sentidos en que la palabra «alma» ha sido empleada en la tradición europea; qué tipo de almas pueden ser «salvadas»; qué tipo de alma requiere Cristo que «odiemos» si nosotros hemos de ser sus discípulos; a cuál tipo de alma se refiere el Maestro Eckhart   cuando dice que el alma debe «entregarse a la muerte». Tenemos que saber lo que Filón   entiende por «alma del alma»; y tenemos que preguntarnos cómo podemos concebir a los animales «sin alma», cuando la palabra «animal» significa literalmente «en-almado» o «dotado de alma». Tenemos que distinguir esencia de existencia. Y yo mismo puedo tener que acuñar una palabra tal como «ahora-siempre» para expresar los significados plenos y originales de palabras tales como «súbitamente», «inmediatamente» e «instantáneamente». El Vedânta y La Tradición Occidental

De esta manera, por una sucesión de muertes y de renacimientos, todos los recintos pueden ser cruzados. La vía que sigamos será la del rayo o radio espiritual que nos ata con el Sol central. Es el puente único que cruza el río de la vida que separa la orilla de aquí de la orilla de allí. La palabra «puente» se usa aquí deliberadamente, pues este es la «senda más afilada que el filo de una navaja», el puente de Cinvat del Avesta, el «puente del horror», familiar al folklorista, el cual nadie sino un héroe solar puede pasar; es un puente de luz consubstancial con su fuente. El Veda   lo expresa «Él mismo es el Puente» - una descripción que corresponde a la cristiana «Yo soy la Vía». Se habrá adivinado ya que el paso de este puente constituye, por etapas que son definidas por sus puntos de intersección con nuestras veintiuna circunferencias, lo que se llama propiamente una transmigración o regeneración progresiva. Cada paso de esta vía ha estado marcado por una muerte a un «sí mismo» anterior y por un «renacimiento» consecuente e inmediato como «otro hombre». Debo interpolar aquí que esta exposición ha sido inevitablemente simplificada. Se han distinguido dos direcciones de moción, una circular y determinada, otra centrípeta y libre; pero lo que no he dejado claro es que su resultante puede indicarse propiamente sólo por una espiral. El Vedânta y La Tradición Occidental

Pero ha llegado el tiempo de quebrar el materialismo espacial y temporal de nuestra imagen del cosmos y de la peregrinación del hombre desde su circunferencia hacia su centro y corazón. Todos los estados del ser, todos los Fulanos que hemos concebido viniendo al ser en niveles de referencia superpuestos están dentro de vosotros, esperando el reconocimiento: todas las muertes y los renacimientos implicados son sobrenaturales - es decir, no «contra Natura» sino extrínsecos a las posibilidades particulares del estado de ser dado desde el cual se concibe que la transmigración tiene lugar. No hay tampoco implicado ningún elemento de tiempo. Más bien, puesto que las vicisitudes temporales no juegan ningún papel en la vida del espíritu, el viaje puede hacerse en parte o en su totalidad, ya sea antes del acontecimiento de la muerte natural, ya sea en la muerte, o ya sea después. El pabellón del Espectador es el Reino del Cielo que está dentro de vosotros, a saber, en el «corazón» (en todas las tradiciones orientales y antiguas no solamente la sede de la voluntad sino también la del intelecto puro, el lugar donde se consuma el matrimonio del Cielo y de la Tierra); es ahí solamente donde el Espectador puede ser visto por el contemplativo - cuya mirada está invertida, y remonta así la vía del Rayo que ata el ojo exterior al Ojo interior, el soplo de la vida con el Viento del Espíritu. El Vedânta y La Tradición Occidental

No necesita demostrarse aquí que los Samhitâs no tienen conocimiento de una «reencarnación» (de un renacimiento individual sobre la tierra) puesto que se acepta generalmente que ni siquiera los Brâhmanas tienen conocimiento de una doctrina tal (cf. la edición de Keith de Aitareya Âranyaka, Introducción, p. 44) - excepto, por supuesto, en el sentido progenitivo normal de renacimiento en los propios hijos de uno (Rig Veda Samhitâ V.4.10, VI.70.3; Aitareya Brâhmana VII.13; Aitareya Âranyaka II.5). Nuestra intención es más bien señalar que el Veda habla únicamente de la transmigración y de un único y solo transmigrante, y que distingue entre la «liberación» y «regresar de nuevo» (vimucam nâvrtam punah, Rig Veda Samhitâ V.46.1). Nuestro argumento es que las expresiones punarmrtyu y punarjanma, que aparecen ya en Rig Veda y en los Brâhmanas, no adquieren en las escrituras posteriores los significados nuevos de «morir de nuevo» (en otra parte) y «nacer de nuevo» (aquí) que generalmente se leen en ellas. En la mayoría de los casos las referencias a la «muerte repetida» y al «nacimiento repetido» son a esta vida o «devenir» presente, como en Aitareya Brâhmana VIII.25 sarvam âyur eti, na punar mriyate, y en Shatapatha Brâhmana V.4.1.1, sarvân... mrtyum atimucyate, donde lo que está implícito es la inmortalidad relativa de no morir prematuramente, y no de no morir nunca. En el «devenir» (bhava, genesis) nosotros morimos y renacemos cada día y cada noche, y en este sentido «el día y la noche son muertes recurrentes» (punarmrtyu... yad ahorâtre, Jaiminîya Brâhmana I.11). Punarmrtyu no es alguna otra muerte que ha de ser temida como fin de una existencia futura sino, junto con punarbhava o janma, la condición de toda forma o tipo de existencia contingente; y es de este proceso, de esta rueda del devenir (bhavacakra, o trochos tes genéseos en Santiago 3:6), aquí o en el más allá, y no solo de alguna muerte, de lo que se busca la liberación. Sobre El Único Y Solo Transmigrante

El Hijo es ya, en la unidad indivisa de los principios conjuntos, la imagen de sí mismo del Padre, per verbum in intellectu conceptum; y esta concepción es el «acto de fecundación latente en la eternidad» del Maestro Echkart. La «contemplación del Silencio» por parte de Prajâpati es inequívocamente una operación vital: los términos tushnîn manasâ dhyâyat corresponden estrechamente a los de Rig Veda Samhitâ X.71.2, manasâ vâcam akrata, «con el Intelecto tuvo intercurso con la Voz», y Shatapatha Brâhmana VI.1.2.9, sa manasaiva vâcam mithunam samabhavat, sa garbhy abhavat, «Con el Intelecto tuvo intercurso con la Voz, devino preñado». Que Prajâpati separe a la Voz de sí mismo (la cual Voz había sido su «Silencio»), vâcam vyasrjata, corresponde a Brhadâranyaka Upanishad   VI.4.2, «Él separó a la Mujer», striyam asrjata -«Esta Voz es ciertamente una doncella», yoshâ vâ’yam vâk, Shatapatha Brâhmana III.2.1.19 - y a las palabras de San Agustín «Yo hice de mí mismo una Madre de quien nacer» (Contra V Haereses 5). Debido precisamente a que el Padre mismo toma nacimiento a través de la Madre, hay una coesencialidad del Hijo con el Padre, como en Aitareya Brâhmana VII.13: «Deviniendo un embrión, entra en la esposa, en la madre, y renovándose, nace de nuevo (punar... jâyate)». Hay una delegación y transmisión de la Naturaleza universal en la genealogía regní Dei, de la misma manera que la hay de una naturaleza humana particular, en una sucesión dinástica de tipos funcionales; puede agregarse que un «renacimiento» en este sentido -«el hacedor del bien nace ordenadamente en sus hijos», Rig Veda Samhitâ VI.70.3; «mis hijos son mi venir al ser de nuevo», Jaiminîya Upanishad Brâhmana III.27.17; «eso que ha engendrado es su proseguir de nuevo», Chândogya Upanishad III.17.3- constituye todo lo que, hablando propiamente, es la doctrina india de la reencarnación del individuo, en tanto que se distingue de la de la transmigración de la Persona Espiritual, que, cuando el cuerpo muere, «se apresura de nuevo a una matriz», Brhadâranyaka Upanishad IV.3.36 - coincidiendo reencarnación y transmigración sólo in divinis. La Voz separada asume ahora una función vehicular, la de la liturgia en su aspecto verbal, la Ric, identificada en otras partes con este mundo y la Tierra. El «Grande» (brhat, implicando una extensión indefinida en tiempo y espacio), contenido al comienzo como un embrión (garbha) dentro de la Unidad y transferido ahora por la operación vital a la Madre, en quien aumenta, y de quien nace, es primariamente Agni, el Prajâpati visible y audible, considerado aquí en un aspecto litúrgico: «Nace de los lomos de Titán y brilla en el seno de la Madre» (Rig Veda Samhitâ III.29.14), la matriz-altar de la Madre Tierra. Decir que el «Grande» ha yacido «un gran durante dentro» (jyog antar) es una forma de expresión característica para Agni, como en Rig Veda Samhitâ X.124.1, «un gran durante has yacido Tú en la vasta obscuridad» (jyog eva dîrgham tama âsayishtâh), y para su conexo Dîrghasravas, como en Pañcavimsa Brâhmana XV.3.25, donde el «Lejano Lamento» «estuvo largamente en exilio y con necesidad de alimento» (jyog aparuddho’ sanâyah (todavía no venido «a comer y a beber»)). Los mundos están siempre impacientes del nacimiento y salida al día: «¿Cuándo nacerá el Niño?» Rig Veda Samhitâ X.95.12. LA DOCTRINA TÁNTRICA DE LA BIUNIDAD DIVINA

Tales son los frutos inmediatos de la psicología tradicional, comprendida y practicada. Pero al mismo tiempo que un hombre tal se libera de la dominación de sus esperanzas y temores - y esto es lo que significa ser el «dueño del propio fatum de uno»- está deviniendo Quien es; y cuando parte, y un sucesor toma su lugar, lo cual está previsto en las sociedades tradicionales por la herencia y la transmigración formal de las funciones ministeriales, entonces, «habiendo hecho lo que tenía que hacerse», la personalidad psicofísica caerá como un fruto maduro de la rama, para entrar en otras combinaciones, y este otro Sí mismo, el Sí mismo inmortal del sí mismo, se habrá liberado. Y éstos son los dos fines que la psicología tradicional propone a quienquiera que pone su doctrina en práctica: estar en paz con uno mismo, sea lo que sea lo que uno pueda estar haciendo, y devenir el Espectador de todos los tiempos y de todas las cosas. Sobre la Psicología Tradicional e India, o más bien Neumatología

Se distinguen así dos Vías o Ciclos (âvarta), una Vía «humana» y otra «suprahumana», manavârta y brahmapatha, una Vía de retorno (pitryâna) y otra de no-retorno (devayâna); que corresponden exactamente a lo que en el budismo Mahâyâna se llaman respectivamente, las Vías «Mundanal» o «Enseñada» (laukika, saiksha) y «Transmundanal», «Inenseñada», «Pura» o «Aria» (lokottara, asaiksha, anâsrava, ârya), de las cuales la primera conduce al Viajero a la «Sumidad del Ser Contingente» (bravâgra), que es la estación más alta alcanzable por un Bodhisattva como tal, desde donde procede por la segunda a la omnisciencia y a la Budeidad. No ha de inferirse que una vez alcanzada la Sumidad del Ser Contingente uno abandona la Vía Mundanal y entra en la Transmundanal. Por el contrario, aunque sólo la Vía Mundanal es practicable en el más bajo de los «Tres Mundos», o más bien «Estados del Ser Contingente» (kâmadhâtu, rupadhâtu, ârupyadhâtu), más allá de este nivel de referencia las Vías discurren juntas, pero acaban en puntos diferentes -«Sólo la Vía Transmundanal o Aria puede destruir las pasiones que quedan en la Sumidad del Ser Contingente» (Abhidharmakosa VI.47). Tampoco los «Mundos», aunque son la esfera de la transmigración, deben concebirse sólo en un sentido espacial o temporal (el Ârupyadhâtu, en particular, es «sin lugar», asthâna); en conexión con lo presente al menos, los «Mundos» son más bien estados del ser que penetran la totalidad del tiempo y el espacio, y se distinguen algo así como uno distingue entre la «Vida de Placer» y la «Vida Activa» y la «Vida contemplativa», o entre la vida del «Hogareño» y la vida del «Sin hogar». Por ejemplo, se considera que el Buddha alcanzó el bhavâgra (la «Sumidad del Ser Contingente») cuando ocupó su sede debajo del Árbol, y que alcanzó en el acto la Budeidad omnisciente, en virtud de la Vía Aria que había estado siguiendo previamente. Aspectos Bhakta de la Doctrina del ÂTMAN