Página inicial > Frithjof Schuon > Obras: teofanía

Obras: teofanía

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024

  

El tomismo distingue el conocimiento «obtenido por la razón natural» del «obtenido por la gracia», lo que sugiere que las certidumbres metafísicas serían dones concedidos incidentalmente (NA: Desde el punto de vista de la teoría del conocimiento, Santo Tomás es sensualista, luego cuasi racionalista y empirista; esto no impide que, según él, los principios de la lógica se sitúan en Dios, si bien una contradicción entre nuestros conocimientos y la Verdad divina es imposible, y éste es uno de los axiomas de toda metafísica y de toda epistemología.), siendo así que hay también en el hombre lo que paradójicamente llamaríamos una «gracia naturalmente sobrenatural», a saber, el Intelecto. Porque una cosa es una luz que nos viene por inspiración súbita, y otra cosa es una luz a la cual hemos accedido por nuestra «naturaleza sobrenatural»; sin embargo, podríamos llamar a esta naturaleza una «inmanencia divina» y disociarla así de la humana, como lo hacemos, en efecto, cuando afirmamos que sólo Dios puede conocer a Dios, sea en nosotros o fuera de nosotros. Como quiera que sea, el receptáculo «natural» proporcionado a lo «sobrenatural» tiene ya algo de sobrenatural o de divino (NA: Por analogía, podríamos decir que María es «divina» no solamente por Jesús, sino también, y a priori, por su receptividad proporcionada a la Encarnación, de ahí la «Inmaculada Concepción», que es una cualidad intrínseca de la Virgen. Siendo así, el Logos «se encarnó» en ella desde antes del nacimiento de Cristo, que es lo que indican las palabras gratia plena y Dominus tecum, y lo que explica que haya podido ser presentada - por los Musulmanes tanto como por los Cristianos - como la «Madre de todos los Profetas». El Loto (NA: Padma) no podría portar la Joya (NA: Mani), si él mismo no fuera una teofanía.). 525 DE LA UNIDAD TRASCENDENTE DE LAS RELIGIONES: IX

La gran teofanía del Islam es el Corán; éste se presenta como un discernimiento (furqán) entre la verdad y el error(1). En cierto sentido, todo el Corán -uno de cuyos nombres es precisamente Al-Furqan («el Discernimiento»)- es una suerte de paráfrasis múltiple del discernimiento fundamental, la Shahâda; todo su contenido es en suma que «la Verdad ha venido y el error (al-bâtil, lo vano, lo inconsistente) se ha desvanecido; en verdad, el error es efímero» (Corán, XXVII, 73)(2). Antes de considerar el mensaje, queremos hablar de su forma y de los principios que la determinan. Un poeta árabe pretendía poder escribir un libro superior al Corán, cuya excelencia discutía incluso desde el simple punto de vista del estilo. Este juicio, que es evidentemente contrario a la tesis tradicional del Islam, puede explicarse en un hombre que ignora que la excelencia de un libro sagrado no es a priori de orden literario. Numerosos son, en efecto, los textos que encierran un sentido espiritual y en los que la claridad lógica se une al poder del lenguaje o a la gracia de la expresión, sin que posean, no obstante, un carácter sagrado. Es decir, las Escrituras sagradas no son tales a causa del tema que tratan, ni a causa del modo en que lo tratan, sino en virtud de su grado de inspiración o, lo que viene a ser lo mismo, a causa de su procedencia divina; y ésta es la que determina el contenido del libro, y no inversamente. El Corán - como la Biblia   puede hablar de una multitud de cosas distintas de Dios, por ejemplo, del diablo, de la guerra santa o de las leyes de sucesión, sin ser por ello menos sagrado, mientras que otros libros pueden tratar de Dios y de cosas sublimes sin ser por ello Palabra divina. 761 CI 2

Se ha dicho que el hombre es un animal racional, lo que, aún siendo insuficiente y malsonante, no es por ello menos sugerente, de una manera elíptica, de una realidad cierta: en efecto, la facultad racional indica la trascendencia del hombre con relación al animal. El hombre es racional porque posee el Intelecto, que por definición es capaz de absoluto y por consiguiente de sentido de lo relativo como tal; y posee el Intelecto porque está hecho «a imagen de Dios», cosa que demuestra por otra parte - y apenas habría necesidad de recordarlo - por su forma física, por el don del lenguaje y por la capacidad de producir y de construir. El hombre es una teofanía, tanto por su forma como por sus facultades; negar esto es una manera indirecta de negar a Dios. Sin apertura hacia la trascendencia, la inteligencia humana sería un lujo tan inexplicable como inútil. 2632 El esoterismo como principio y como vía: II LA TRIPLE NATURALEZA DEL HOMBRE

Ciertamente, la carne fue maldecida por la caída, pero solamente en un cierto aspecto, el de la discontinuidad existencial y formal, no en el de la continuidad espiritual y esencial. La misma observación es aplicable a la forma natural, la de la criatura: el cuerpo humano, hombre o mujer, es una teofanía, y lo sigue siendo a pesar de la caída (NA: «Quien me ha visto, ha visto a Dios»: este hadîth se aplica primeramente a la persona avatárica, pero se puede aplicar igualmente - con evidentes reservas - a la forma humana sin más; en este caso, no se trata ya de «tal o cual hombre», sino del «hombre como tal».); amándose, los cónyuges aman legítimamente una manifestación divina, cada uno según un aspecto y desde un punto de vista distinto; pues el contenido divino de nobleza, de bondad y de belleza sigue siendo el mismo. El Islam, basándose en este punto de vista, por una parte, reconoce implícitamente el carácter sagrado de la sexualidad en sí misma y, por otra, y por vía de consecuencia, estima que todo niño nace muslim y que son sus padres quienes hacen de él un infiel, llegado el caso. 3012 El esoterismo como principio y como vía: II EL PROBLEMA DE LA SEXUALIDAD

Percibiendo el símbolo o el soporte, se puede ver a Dios, sea después, sea antes de la forma: después, porque la forma evoca a Dios; antes, porque Dios se ha hecho forma. El misterio del Velo es todo el misterio de la hipóstasis, y es por lo mismo el de la teofanía. 3674 El esoterismo como principio y como vía: III CRITERIOLOGÍA ELEMENTAL DE LAS APARICIONES CELESTIALES

Se ha dicho que el hombre es un animal racional, lo que, aun siendo insuficiente y malsonante, no carece de sentido: en efecto, la facultad racional indica la trascendencia del hombre con respecto al animal. El hombre es racional porque posee el intelecto que, por definición, es capaz de absoluto y, por consiguiente, del sentido de lo relativo, y posee el intelecto porque es deiforme; lo muestra, por lo demás, físicamente por su forma corporal y su forma craneana, al igual que por su posición vertical, y después por el lenguaje y por la capacidad productora. El hombre es una teofanía, por su forma tanto como por sus facultades. El hombre encuentra su plenitud colocándose en el molde del Logos humano, cuya inteligencia, voluntad y alma pertenecen plenamente a Dios. 4422 PP LAS PERLAS DEL PEREGRINO LA VÍA DE LA UNIDAD

El sentido de la belleza actualizado por la percepción visual o auditiva de lo bello, o por la manifestación corporal, ya sea estática o dinámica, de la belleza, equivale a un «recuerdo de Dios» si se encuentra en equilibrio con el «recuerdo de Dios» propiamente dicho, el cual, por el contrario, exige la extinción de lo perceptible. A la percepción sensible de lo bello debe responder, pues, la retirada hacia la fuente suprasensible de la belleza; la percepción de la teofanía sensible exige la interiorización unitiva. 4489 PP LAS PERLAS DEL PEREGRINO LA VÍA DE LA UNIDAD

La noción de lo Absoluto y el amor de Dios son sin principio y sin fin, y por ellos o a causa de ellos posee el hombre la inmortalidad; esto es decir que la noción de lo Absoluto y el amor de Dios constituyen la esencia misma de la subjetividad humana -esta subjetividad que es una prueba de nuestra inmortalidad y de Dios, y que es propiamente una teofanía. 4556 PP LAS PERLAS DEL PEREGRINO LA VÍA DE LA UNIDAD

El problema de la caída evoca el de esta teofanía universal que es el mundo. La caída no es más que un eslabón particular de este proceso; por lo demás, en todas partes no se presenta como una «falta», sino que en ciertos mitos toma la forma de un acontecimiento extraño a la responsabilidad humana o angélica. Si hay un cosmos, una manifestación universal, debe haber también una caída o caídas, pues quien dice «manifestación» dice «otro que Dios» y «alejamiento». 4725 Sobre los mundos antiguos: CAIDA Y DECADENCIA LA VÍA DE LA UNIDAD

Maya no es sólo la «ilusión universal», también es el «juego divino». Es la gran teofanía, el «descubrimiento de Dios» (En los tres monoteísmos semitas el nombre «Dios» engloba necesariamente todo lo que es propio del Principio, sin restricción alguna, aunque los exoterismos evidentemente no consideran más que el aspecto ontológico.) «en Sí mismo y por Sí mismo», como dirían los sufíes (Hay diversas expresiones de este género. Según la Risalat el-Ahadiyah, «Él ha enviado su ipseidad por Sí-mismo hacia Sí mismo...»). Maya es como un tejido mágico cuya urdimbre cubre y cuya trama descubre; intermediario casi imperceptible entre lo finito y lo Infinito -desde nuestro punto de vista de criaturas por lo menos (Pues en realidad nada está fuera de lo Infinito.)- tiene toda la tornasolada ambigüedad que conviene a su naturaleza semicósmica, semidivina. 4921 Sobre los mundos antiguos: SOBRE LAS HUELLAS DE MAYA LA VÍA DE LA UNIDAD

El Orden divino - si cabe expresarse así- está hecho de Sabiduría, de Poder y de Bondad, siendo cada una de estas hipóstasis absoluta, infinita y perfecta. Además, este Orden implica tres grados de Realidad, a saber, el Sobre-Ser, el Ser y la Existencia: ésta es aquí, no la Existencia cósmica en su integridad, sino la Manifestación divina, es decir, el reflejo directo y central del Ser en el orden cósmico (NA: Esta «Manifestación divina» no es otra que la Buddhi de los vedantistas, o la esfera arcangélica de los monoteístas.); así es como el Orden divino entra en el cosmos sin dejar de ser lo que es y sin que el cosmos deje de ser lo que es. Y éste es al mismo tiempo el misterio del Logos, del Avatâra: de la teofanía humana que es «verdadero hombre y verdadero Dios». 5323 TRAS LAS HUELLAS DE LA RELIGION PERENNE: DIMENSIONES, MODOS Y GRADOS DEL ORDEN DIVINO LA VÍA DE LA UNIDAD