Página inicial > Frithjof Schuon > Obras: rostro

Obras: rostro

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024

  

La mayor parte de los modernos que creen comprender al arte están convencidos de que el arte bizantino o románico no tiene ninguna superioridad sobre el arte moderno, y de que una Virgen bizantina o románica no se parece más a María que las imágenes naturalistas, sino al contrario; la respuesta es, sin embargo, fácil: la Virgen bizantina - que tradicionalmente se remonta a San Lucas   o a los Angeles - está infinitamente más cerca de la realidad de María que la imagen naturalista, que es siempre forzosamente la de otra mujer, porque, una de dos: o bien se presenta una imagen de la Virgen absolutamente parecida desde el punto de vista físico, en cuyo caso sería necesario que el pintor hubiese visto a la Virgen, condición que, con toda evidencia, no podría ser cumplida - abstracción hecha de que la pintura naturalista es ilegítima -, o bien se presenta un símbolo perfectamente adecuado de la Virgen, en cuyo caso la cuestión del parecido físico, sin quedar absolutamente excluido, no se plantea ya de ningún modo. Ahora bien, es esta segunda solución - la única, por otra parte, que tiene un sentido - la que realizan los iconos: lo que ellos no expresan por la semejanza física, lo expresan mediante el lenguaje abstracto, pero inmediato, del simbolismo, lenguaje hecho de precisión y de imponderables a la vez; el icono transmite así, al mismo tiempo que una fuerza beatífica y que le es inherente en razón de su carácter sacramental, la santidad de la Virgen, es decir, su realidad interior y, a su través, la realidad universal de la que la propia Virgen es la expresión; el icono, al hacer asentir un estado contemplativo y una realidad metafísica, se convierte en un soporte de intelección, mientras que la imagen naturalista no transmite, aparte su mensaje evidente e inevitable, más que el hecho de que María era una mujer. Cierto que puede ocurrir que, sobre determinado icono, las proporciones y las formas del rostro sean verdaderamente las mismas que en la Virgen cuando vivía, pero tal parecido, si llegase a producirse realmente, sería independiente del simbolismo de la imagen y no podría ser más que consecuencia de una inspiración particular, sin duda ignorada por el propio artista; el arte naturalista podría por lo demás tener una cierta legitimidad si sirviese exclusivamente para retener los rasgos de los santos, porque la contemplación de los santos (NA: el darshan de los hindúes) puede significar una ayuda preciosa en la vía espiritual, por el hecho de que la apariencia exterior de los santos es como el perfume de su espiritualidad; sin embargo, semejante papel, tan limitado, de un naturalismo por otra parte siempre parcial al tiempo que disciplinado, no corresponde más que a una posibilidad muy precaria. 259 DE LA UNIDAD TRASCENDENTE DE LAS RELIGIONES: IV

Así, el pensamiento del blanco - ya sea occidental u oriental - es incisivo y agitado, como sus idiomas y los rasgos de su rostro; tiene algo de «auditivo», si se puede decir así, mientras que el del amarillo posee un carácter más o menos «visual» (NA: La escritura china, que es la más importante entre los amarillos y que ha sido concebida por ellos solos, es esencialmente «visual» y no «auditiva», transmite imágenes y no sonidos.) y opera mediante toques discontinuos. El espíritu extremo-oriental tiene un estilo a la vez estático y aéreo, compensa su concisión con su cualidad simbolista, y su sequedad con su delicadeza intuitiva. Las lenguas de los blancos - hamitosemíticas, así como arias - son flexionales, proceden con arabescos mentales, de dónde las frases largas, cargadas e incisivas; las lenguas de los amarillos, ya sean aglutinantes o monosilábicas, desdeñan lo que nosotros llamamos «elocuencia», en ellas la expresión es sobria y a menudo elíptica; la belleza es lírica más que dramática, pues el amarillo vive en la naturaleza - visible y espacial - más bien que en lo humano y lo temporal; su poesía está anclada en la naturaleza virgen y no tiene nada de prometeico (NA: Los partidarios de la frase corta querrían tratar nuestras lenguas morfológicas como si fueran chino. La frase corta tiene, sin duda, su lugar legítimo en las lenguas de la raza blanca, pero el modo de expresión habitual de éstas es la frase compleja: en árabe, un libro es teóricamente una sola frase. La frase, para el blanco, es un haz de pensamientos agrupados alrededor de una idea central; para el amarillo, que se exterioriza menos, es una «sugerencia», un «golpe de gong». Es evidente que los blancos que hablan lenguas mongólicas - finlandeses, magiares y turcos - las utilizan de un modo distinto del que lo hicieron sus antepasados todavía mongoloides.). 1828 CASTAS Y RAZAS: EL SENTIDO DE LAS RAZAS

El proceso mental del amarillo es, en cierto sentido, como su rostro; lo mismo ocurre con el blanco, ya lo hemos dicho, y también con el negro. La raza negra lleva en sí la substancia de una «sabiduría existencial»; necesita pocos símbolos, le basta un sistema homogéneo: Dios, la oración, el sacrificio, la danza. El negro posee, en el fondo, una «mentalidad no mental», de donde la importancia «mental» de lo corporal, la seguridad física y el sentido del ritmo; por todas estas características, el negro se opone a la vez al blanco y al amarillo (NA: Se trata siempre de la raza negra como tal, que es independiente de la degeneración de ciertas tribus. De modo general, no hay que olvidar que el estado actual del Africa negra apenas da ya una idea de las civilizaciones florecientes que impresionaron a los viajeros europeos y árabes desde el final de la edad media y que después fueron destruidas.). 1830 CASTAS Y RAZAS: EL SENTIDO DE LAS RAZAS

La originalidad respectiva de las razas aparece de un modo particularmente inteligible en los ojos: el ojo del blanco está, por término medio, profundamente encajado en las órbitas, es móvil, penetrante y transparente; el alma «sale» con la mirada y al mismo tiempo aparece, en su pasividad, a través de ésta. Muy otro es el ojo del amarillo: físicamente a flor de piel, es, en general, indiferente e impenetrable; la mirada es seca y ligera como una pincelada sobre seda. En cuanto al negro, su ojo es ligeramente prominente, pesado, cálido, húmedo; su mirada refleja la belleza tropical, combina la sensualidad - a veces la ferocidad - con la inocencia; es la mirada latente y profunda de la tierra. El ojo del negro expresa lo que es el rostro, es decir, una suerte de pesada contemplatividad, mientras que en el blanco, que es más «mental», el rostro parece expresar el fuego vivo del ojo; en el amarillo, el ojo atraviesa, como un destello de lucidez impersonal, lo que el rostro tiene de estático o «existencial». Uno de los principales atractivos del tipo mongoloide reside en esa relación complementaria entre la pasividad existencial del rostro - una cierta «feminidad», si se quiere - y la implacable lucidez de los ojos, ese fuego frío e inesperado que se enciende en una máscara. 1832 CASTAS Y RAZAS: EL SENTIDO DE LAS RAZAS

Ciertos rasgos raciales, que el blanco tiende a tomar por inferioridades, indican en realidad, bien una disposición menos «mental» - pero no menos «espiritual» - que la del europeo medio, bien una vitalidad racial mayor que la suya. Señalemos en esta ocasión el error que consiste en tomar por inferioridades el prognatismo, la estrechez relativa de la frente y el grosor de los labios; si un blanco estima al tipo amarillo inferior al suyo porque, en su opinión, este tipo se aproxima por ciertos detalles a las características «groseras» del rostro negro, el amarillo, con la misma lógica, podría ver en los tipos blanco y negro dos degeneraciones divergentes entre las cuales él ocuparía el justo medio, y así sucesivamente. Por lo que respecta a la frente, su altura o volumen no siempre indica - si es que indica algo, lo que puede depender de diversos factores -, una cualidad intelectual, ciertamente, sino las más de las veces una capacidad únicamente creadora o simplemente inventiva; esta capacidad puede convertirse, por desviación luciferina, en una verdadera hipertrofia mental: una propensión específica al «pensamiento», pero en modo alguno al «conocimiento». La frente no debe ser demasiado estrecha, sin duda, pero hay una dimensión suficiente que puede convenir incluso al hombre más espiritual; si esta dimensión es sobrepasada, ello en todo caso no tiene nada que ver con la inteligencia pura. 1836 CASTAS Y RAZAS: EL SENTIDO DE LAS RAZAS

El prognatismo indica fuerza vital, amplitud existencial, y, así, una conciencia centrada en el polo «ser», mientras que el tipo ortognato corresponde a una conciencia relativamente desligada de ese polo, luego más o menos «desarraigada» o «aislada» con respecto a él, y «creadora» por esta misma razón (NA: Es de notar que bosquimanos y melanesios son más o menos ortognatos, mientras que malayos e indochinos son a menudo muy prognatos, lo que muestra el absurdo de la opinión corriente que asimila el prognatismo a la barbarie. Si el ortognatismo no da lugar, en los pueblos que acabamos de mencionar, a las mismas consecuencias psicológicas que en los blancos, es porque se encuentra neutralizado por otros factores raciales, sin perder, no obstante, su significado; toda forma tiene un sentido, pero este sentido no se actualiza siempre de la misma manera. Es imposible interpretar en pocas palabras las numerosas combinaciones de que son capaces los tipos humanos, y, por lo demás, tampoco es ésta nuestra intención.). El rostro ortognato es generalmente más «abierto» o más «personal» que el rostro prognato, exterioriza sus contenidos más bien que su ser global, lo que equivale a decir que muestra más fácilmente lo que siente y lo que piensa; la nariz es prominente, como para compensar lo metido de la parte bucal y también de los ojos, lo cual tiene el sentido de una «salida» psíquica. Este carácter de la nariz, que fácilmente da lugar al tipo aquilino -éste se encuentra, por lo demás, en todas las razas, con significados análogos -, este carácter, decimos, indica una relación cósmica con los pájaros, luego con el vuelo, el cielo y el viento; hay en ello un aspecto de impulso y movilidad, pero también de inestabilidad y fragilidad. El espíritu del blanco - sobre todo del occidental, en quien esos rasgos están, por lo general, más acusados que en el oriental - tiene algo de fuego «inquieto» y «devastador», opera mediante «salidas» y «exámenes de conciencia»; «se abre» como el fuego, mientras que el espíritu del amarillo «se cierra» como el agua. El negro parece encarnar la macicez - a veces volcánica - de la tierra, de donde esa especie de serena pesadez - o de pesada serenidad - que caracteriza a su belleza; su rostro puede tener la majestad de una montaña. En la medida en que esta macicez a la vez áspera y dulce traduce un aspecto de la Existencia y, por esto, se presta como soporte de una actitud contemplativa -lo hemos observado en negros musulmanes - no es, ciertamente, una inferioridad. Añadamos que el lado lúgubre del arte negro y del animismo en general, al igual que la tonalidad a veces sorda, jadeante y espasmódica de la música africana, se refieren igualmente al elemento «tierra», bien a su aspecto cavernoso o subterráneo, bien a su aspecto de fertilidad, luego de sexualidad. 1838 CASTAS Y RAZAS: EL SENTIDO DE LAS RAZAS

Según un error corriente, hay «un tipo» italiano, alemán, ruso, etc.; en realidad, en cada pueblo hay una serie de tipos muy divergentes, de importancia desigual, pero todos ellos característicos de ese pueblo, después hay tipos que se podrían encontrar en otros pueblos de la misma raza y, por último, uno o varios tipos psicológicos que se superponen a ellos. En la serie de tipos que, por ejemplo, son específicamente japoneses, un rostro determinado estará mucho más cerca de un determinado tipo chino que de otro rostro nipón; del mismo modo, en cada pueblo de raza blanca hay cabezas «europeas», «árabes», «hindúes», y así sucesivamente; la significación psicológica de estas conformaciones es en general del todo secundaria y a menudo se encuentra neutralizada por otros factores, mientras que una cierta significación de «estilo mental» siempre es válida. 1858 CASTAS Y RAZAS: EL SENTIDO DE LAS RAZAS

El argumento de que la cualidad estética está lejos de coincidir siempre con la cualidad moral y que, por consiguiente, es algo vano, este argumento, justo por su observación y falso por su conclusión, deja de lado una evidencia, a saber, que el mérito ontológico y en principio espiritual de la belleza permanece intacto en su plano; que una cualidad estética no sea valorada no impide que pudiera y debiera serlo y que en tal caso probaría su potencialidad espiritual y, por tanto, su verdadera naturaleza. Inversamente, la fealdad es una privación incluso cuando se alía con la santidad, que no puede volverla positiva, pero que evidentemente la neutraliza, exactamente como la perversión moral esteriliza la belleza, pero sin abolirla en lo que tiene de existencial, no de volitivo (NA: Ésta es toda la diferencia que existe entre los rasgos de un rostro y su expresión, o entre la forma de un cuerpo y sus gestos, o incluso, entre la forma de un ojo y su mirada. Esto no impide que incluso la mirada de una persona moralmente imperfecta pueda poseer belleza cuando expresa la primavera de la juventud, o simplemente la alegría, un buen sentimiento o la tristeza; pero todo esto es una cuestión de grado, sea de la belleza natural, sea de la imperfección moral.). 3374 El esoterismo como principio y como vía: III FUNDAMENTOS DE UNA ESTÉTICA INTEGRAL

El Islam tolera - en ciertos países o en ciertos medios - las miniaturas de un estilo muy decorativo, a condición de que Dios no figure nunca en ellas y de que el rostro del Profeta sea dejado en blanco o cubierto por un velo; se admite, aunque sin entusiasmo, la pintura porque las cosas pintadas «no proyectan sombras», y las miniaturas tienen, por añadidura, la ventaja de ser pequeñas, por tanto poco molestas. 3492 El esoterismo como principio y como vía: III LOS GRADOS DEL ARTE

Durante la Danza, el árbol central está cargado de bendiciones; los indios lo tocan y a continuación se frotan el rostro, el cuerpo y los miembros, o bien rezan al Gran Espíritu mientras tocan el árbol; a veces tienen lugar curaciones, lo que quiere decir que las oraciones han sido escuchadas y las protecciones concedidas. Se han observado diversos fenómenos, a veces visiones, pero sobre todo una sensación de frescor en las proximidades del árbol central, signo de la presencia de poderes benéficos. 3732 El esoterismo como principio y como vía: III LA DANZA DEL SOL