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Obras: pecadores

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024

  

71. Hay ahâdith que son como intermedios entre las dos perspectivas en cuestión -la literal y la universal-, por ejemplo: «Él (Allâh) salvará a los hombres del infierno cuando estén quemados como el carbón». Y también: «Por el Dios en cuyas manos está mi alma, habrá un tiempo en que las puertas del infierno serán cerradas y en que el berro (símbolo de frescor) crecerá en su suelo». 0 también: «Y Dios dirá: Los Ángeles, los Profetas y los creyentes han intercedido todos por los pecadores, y ahora no queda nadie más para interceder por ellos, excepto el más Misericordioso de los misericordiosos (Arham al-Râhimîn, Dios). Y cogerá un puñado de fuego y sacará a un pueblo que nunca hizo ningún bien». A esta misericordia en el tiempo, los sufíes añaden, ya lo hemos visto, una misericordia en la actualidad misma del estado infernal. 1088 CI 2

La Iglesia bendice el matrimonio con miras a la procreación de hombres a los que se convertirá en creyentes; lo bendice asumiendo el inconveniente inevitable pero provisional del «pecado carnal». Estaríamos tentados a decir que, en este caso, la Iglesia está más cerca de San Pablo   que de Cristo; es decir, que San Pablo, sin inventar nada - cosa que está fuera de cuestión - ha acentuado sin embargo las cosas con miras a una aplicación particular y no necesaria en sí. Indiscutiblemente, Cristo señaló la vía de la abstinencia; ahora bien, la abstinencia no significa forzosamente que el acto sexual sea de naturaleza pecaminosa, puede significar, por el contrario, que los pecadores lo profanan; porque los pecadores, en la unión sexual, quitan a Dios el goce que le pertenece. El pecado de Adán, visto desde este ángulo, consistió en acaparar el goce: en atribuirse a sí mismo el goce como tal, de modo que la falta estuvo a la vez en el robo y en la manera de considerar el objeto del robo, a saber, un placer sustancialmente divino. Era pues, usurpar el lugar de Dios, apartándose de la subjetividad divina en la que el hombre participaba originalmente; era no participar ya de ella y hacerse a sí mismo sujeto absoluto. El sujeto humano, haciéndose prácticamente Dios, limita y degrada al mismo tiempo el objeto de su felicidad e incluso todo el ambiente cósmico. 2982 El esoterismo como principio y como vía: II EL PROBLEMA DE LA SEXUALIDAD

Una consecuencia de la antropología por así decirlo esclavista de algunos es la exageración, no del infierno, sino del riesgo de caer en él, riesgo atribuido incluso a los hombres más piadosos; y esto a pesar de una acentuación correlativa igualmente intensa del motivo de esperanza, de perdón, de divina Clemencia. Sin duda, la perspectiva de Misericordia restablece el equilibrio en la doctrina escatológica global, pero no por ello suprime los excesos de la perspectiva opuesta, ni la incompatibilidad entre las dos tesis; pues si es cierto que Dios ha creado a los pecadores para poder perdonarlos, como lo afirma Ghazâli, y que desesperar de la Misericordia es un pecado más grande que todos los demás pecados acumulados, como lo quiere el califa Alî, no puede ser cierto igualmente que hombres santos como Abu Bakr y Omar hayan tenido razón - suponiendo que la información sea exacta - en lamentar su nacimiento humano a causa del rigor del Juicio. Una misma doctrina no puede citarnos como ejemplo un santo que se hubiera sentido feliz de no pasar más que mil años en el infierno, y al mismo tiempo asegurarnos que Dios perdona al creyente arrepentido aun si la masa de los pecados se extiende hasta el cielo; y una misma moral no puede en buena lógica abrumarnos con amenazas escatológicas objetivamente desesperantes a la vez que nos prescribe gozar de determinados placeres «lícitos» de la vida, y no de los menores. 5374 TRAS LAS HUELLAS DE LA RELIGION PERENNE: ESPECULACIÓN CONFESIONAL: INTENCIONES Y DIFICULTADES LA VÍA DE LA UNIDAD

Pero volvamos al sentido propio de la palabra Tarîqah: la «Vía» posee esencialmente «Estaciones», Maqâmât; cada virtud esencial - y que, por consiguiente, resiste a las pruebas de la disciplina y del destino - es una etapa necesaria en el itinerario hacia la Unión o la «Realidad», Haqîqah (NA: La Tarîqah coincide con la «Vía recta» (NA: ascendente: Sirât mustaqîm) de la oración canónica; esta «Vía recta» - según esa oración (NA: la Fâtihah) - es la vía «de aquellos a quienes concedes tu Gracia» (NA: an’amta ’alayhim), a saber, según el sentido que se impone esotéricamente, los iniciados (NA: mutabârikûn); no es la vía descendente «de aquellos contra los que estás irritado» (NA: maghdûb ’alayhim), a saber, los incrédulos y los pecadores orgullosos, ni la vía horizontal y zigzagueante «de los que yerran» (NA: dâllûn), que son aquí los creyentes profanos y tibios.). El carácter ascético del Sufismo primitivo, y del Sufismo medio de los siglos siguientes, se explica positivamente por esta teoría de las «Estaciones», las cuales apartan progresivamente los «velos» que cubren la «Realidad»; al definir el Sufismo como una ascesis, se lo define implícitamente como una sucesión de Estaciones realizadoras y liberadoras, lo que corresponde perfectamente a la naturaleza específica del esoterismo, el cual «transforma» al hombre en vez de «salvarlo» solamente, o, mejor, lo salva transformándolo, y lo transforma salvándolo. 5519 TRAS LAS HUELLAS DE LA RELIGION PERENNE: ENIGMA Y MENSAJE DE UN ESOTERISMO LA VÍA DE LA UNIDAD

Hemos distinguido cinco salidas póstumas de la vida humana terrenal: el Paraíso, el limbo-loto, el purgatorio, el limbo-transmigración y el infierno. Las tres primeras salidas mantienen el estado humano, la cuarta hace salir de él; la quinta lo mantiene para finalmente hacer salir de él. El Paraíso y el loto están más allá del sufrimiento; el purgatorio y el infierno son estados de sufrimiento en diversos grados; la transmigración no es necesariamente sufriente en el caso de los bodhisattvas, pero está mezclada de placer y dolor en los demás casos: hay dos esperas del Paraíso, una dulce y otra rigurosa, a saber, el loto y el purgatorio; y hay dos exclusiones del Paraíso, igualmente una dulce y una rigurosa, a saber, la transmigración y el infierno; en estos dos casos hay pérdida de la condición humana, ya sea inmediatamente en el caso de la transmigración, ya sea, a fin de cuentas, en el del infierno. En cuanto al Paraíso, es la cumbre bienaventurada del estado de hombre, y no tiene un contrario simétrico propiamente hablando, a pesar de las esquematizaciones simplificadoras con intención moral (NA: El «frente por frente» cósmico inverso del Paraíso no es el infierno solamente, sino también la transmigración, lo que ilustra la trascendencia y la independencia del primero. Añadamos que hay ahâdith que atestiguan la desaparición - o la vacuidad final - del infierno; «crecerá en él el berro», parece que dijo el Profeta, y también, que Dios perdonará al último de los pecadores.); pues el Absoluto, al que pertenece «por adopción» el Mundo celestial no tiene opuestos, salvo en apariencia. 5564 TRAS LAS HUELLAS DE LA RELIGION PERENNE: ESCATOLOGÍA UNIVERSAL LA VÍA DE LA UNIDAD