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Obras: nubes

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024

  

Lo que la mayoría de los hombres no saben -y si pudieran saberlo, ¿por qué se les pediría creer?- es que este cielo azul, ilusorio en cuanto error de óptica y desmentido por la visión del espacio interplanetario, es sin embargo un reflejo adecuado del Ciclo de los Ángeles y los Bienaventurados, y que es, pues, a pesar (le todo, este espejismo azul con nubes de plata el que tenía razón y él que dirá la última palabra; sorprenderse de ello equivaldría a admitir que si estamos en la tierra y vemos el cielo que vemos es por azar. EI abismo negro de las galaxias también refleja algo, por supuesto, pero el simbolismo en este caso se ha desplazado y ya no se trata en absoluto del Cielo de los Ángeles; se trata sin duda, en primer lugar -para seguir fieles a nuestro punto de partida- de los terrores de los misterios divinos en los que se pierde aquél que quiere violarlos por medio de su razón falible y sin ningún motivo suficiente -positivamente, es la scientia sacra que trasciende la "fe del carbonero" y es accesible al intelecto puro, (18) Deo juvante-, (19) pero se trata también, según el simbolismo inmediato de las apariencias, de los abismos de la manifestación universal, de este samsâra cuyos límites escapan infinitamente a nuestra experiencia ordinaria; por último, el espacio extra-terrestre refleja también la muerte, tal como hemos dicho más arriba: es la proyección, fuera de nuestra seguridad terrestre, en un vacío vertiginoso y un extrañamiento inimaginable; y esto puede entenderse también en un sentido espiritual, puesto que es necesario "morir antes de morir". Pero lo que sobre todo queríamos señalar aquí es el error consistente en creer que la "ciencia" posee, por el simple hecho de sus contenidos objetivos, el poder y el derecho de destruir mitos y religiones, que es, pues, una experiencia superior que mata a los dioses y las creencias; en realidad, lo que asfixia a la verdad y deshumaniza al mundo es la incapacidad humana de comprender fenómenos inesperados y de resolver ciertas antinomias aparentes. 1354 CI 4

Si comparamos la divina substancia con el agua, podremos decir que los accidentes son como las olas, las gotas, la nieve, el hielo, fenómenos del mundo o fenómenos del alma. La Substancia es pura Potencia, puro Espíritu, pura Felicidad; lo accidental transcribe estas dimensiones de modo limitativo, incluso de modo privativo; por una parte, lo accidental «no es», y, por otra, «no es otra cosa» que la Substancia. Esotéricamente hablando, no hay más que dos relaciones que considerar, la de la trascendencia y la de la inmanencia: según la primera, la realidad de la Substancia aniquila la del accidente; según la segunda, las cualidades del accidente - comenzando por su realidad - no pueden ser más que las de la Substancia. Exotéricamente hablando, el primer punto de vista es absurdo puesto que las cosas existen; y el segundo es impío, es panteísmo, puesto que las cosas no pueden ser Dios; el esoterismo da plenamente cuenta de que, por una parte, las cosas existen y, por otra, de que ellas no son Dios, pero, a estas dos comprobaciones iniciales añade una dimensión de profundidad que contradice su exclusivismo superficial y en cierto modo planimétrico. Mientras que el exoterismo se encierra en el mundo de lo accidental y de ello se enorgullece con gusto cuando quiere marcar su sentido de lo real frente a lo que se le aparecen como nubes, el esoterismo tiene consciencia de la transparencia de las cosas y de la Substancia subyacente, cuyas manifestaciones son la Revelación, el Hombre-Logos, el Símbolo doctrinal y sacramental, y también, en el microcosmo humano, la Intelección, el Corazón-Intelecto, el Símbolo vivido. Ahora bien, «manifestar» es «ser», el Nombre y lo Nombrado son misteriosamente idénticos. El santo y, con mayor razón, el Hombre-Logos es, por una parte, Manifestación de la Substancia en lo accidental y, por otra, Reintegración del accidente en la Substancia (NA: Esto es lo que representan respectivamente, en el Islam, la «Noche del Destino» (NA: Laylat el-Qadr) y la «Noche de la Ascensión» (NA: Laylat el-Mi’râj).). 2260 El esoterismo como principio y como vía: I COMPRENDER EL ESOTERISMO

En realidad, la causa de la prueba está inscrita en nuestra misma relatividad, luego en el hecho de que somos seres contingentes o individuos; no hay necesidad de recurrir a la teoría transmigracionista del karma bueno o malo para saber que la contingencia implica fisuras, y ello en la sucesión tanto como en la simultaneidad. La posibilidad cósmica que da lugar a la individualidad es lo que debe ser, tanto en su limitación como en su contenido positivo y en sus posibilidades de trascenderse: finita y pasible en sus contornos, es infinita e impasible en su sustancia, y es por esto por lo que las pruebas llevan consigo la virtualidad de la liberación. Ellas son así las mensajeras de una libertad que, en nuestra realidad inmutable e inmanente, no ha cesado jamás de ser, pero que es oscurecida por las nubes de la contingencia movible, con las cuales el alma inteligente comete en alguna medida el error de identificarse. 3114 El esoterismo como principio y como vía: II DIMENSIONES DE LA VOCACIÓN HUMANA

Si la Biblia   es ingenua, es un honor ser ingenuo; si los filosofismos negadores del Espíritu son inteligentes, no hay inteligencia. Detrás de la humilde creencia en un Paraíso situado en las nubes hay al menos un fondo de verdad inalienable y, sobre todo -y esto no tiene precio-, una realidad misericordiosa que nunca defrauda. 5003 Sobre los mundos antiguos: REFLEXIONES SOBRE LA INGENUIDAD LA VÍA DE LA UNIDAD

Los hindúes excusan a Sita diciendo que su falta (NA: A saber, una sospecha infamante vertida sobre el virtuoso Lakshmana, que rehusó ir en busca de Rama puesto que tenía por misión proteger a Sita; obedeció por fin, lo que permitió a Ravana raptar a la heroína.) era debida a un exceso de amor por su esposo Rama; universalizando esta interpretación, se concluirá que el origen   del mal es, no la curiosidad o la ambición, como en el caso de Eva, sino un amor desordenado, por consiguiente el exceso de un bien (NA: Al contar el incidente, el Râmâyana precisa que el espíritu de la mujer está «cubierto de nubes» cuando el interés del bienamado está en cuestión; su confianza es «inconsciente» y su lengua «venenosa», siendo la cualidad compensatoria el amor de su alter ego y, por consiguiente, el perfecto don de sí mismo. En otro lugar, el Râmâyana hace constar la dulce prudencia de la esposa en oposición a la irreflexiva cólera del guerrero.), lo que parece acercarse a la perspectiva bíblica en el sentido de que el pecado de la primera pareja fue el de desviar el amor: el de amar a la criatura más que al Creador, el de amar fuera de Él y no en Él. Pero, en este caso, el «amor» es más bien la apetencia del alma que un culto; un deseo de novedad o de amplitud más que una adoración; por consiguiente, una falta de amor más que un amor desviado. 3080 El esoterismo como principio y como vía: II EL PROBLEMA DE LA SEXUALIDAD