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Obras: nube

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024

  

«El nombre de Jesús - dice San Bernardo   - no es solamente luz, es también alimento. Todo alimento es demasiado seco para ser asimilado por el alma si no está dulcificado por este condimento; es demasiado insípido, si esta sal no le quita su insipidez. Yo no encuentro ningún gusto en tus escritos, si en ellos no puedo leer ese Nombre; ningún gusto en tus discursos, si no lo oigo resonar en ellos. Ese Nombre es miel para mi boca, melodía para mis oídos, alegría para mi corazón, pero también un remedio. ¿Que alguno de vosotros se siente abatido por la tristeza? Que guste a Jesús con la boca y con el corazón, y he aquí que a la luz de Su Nombre toda nube se disipa y el cielo vuelve a estar sereno. ¿Que alguno se deja arrastrar a una falta o experimenta la tentación de la desesperación? Que invoque el nombre de la Vida y la Vida lo reanimará» (NA: Sermón 15 sobre El Cantar de los Cantares).) Persevera sin parar en el Nombre de Nuestro Señor Jesús, a fin de que tu corazón beba el Señor y el Señor beba tu corazón, y así los dos se conviertan en Uno.» 477 DE LA UNIDAD TRASCENDENTE DE LAS RELIGIONES: VIII

Cuando el Velo es transparente, revela la Divinidad: está hecho de las formas en cuanto éstas comunican sus contenidos espirituales, los comprendemos o no; de una manera análoga, las virtudes dejan traslucir las Cualidades divinas, mientras que los vicios indican su ausencia o, lo que viene a ser lo mismo, su contrario. La transparencia del Velo es a la vez objetiva y subjetiva, lo que se comprenderá sin esfuerzo después de lo que acabamos de decir; porque si por una parte las formas son transparentes, no en el aspecto de su existencia, sino en el de sus mensajes, por otra parte es nuestro espíritu el que las hace transparentes por su penetración. La trascendencia espesa el Velo; la inmanencia lo vuelve transparente, sea en el mundo objetivo, sea en nosotros mismos, por el hecho de nuestra toma de consciencia de la Esencia subyacente, aunque, en otro aspecto diferente, la comprensión de la trascendencia sea un fenómeno de transparencia, mientras que, por el contrario, el goce grosero de lo que nos es ofrecido en virtud de la inmanencia, es con toda evidencia un fenómeno de espesamiento (NA: Mencionemos en este contexto, desde el punto de vista del arte sagrado, la nube en la pintura taoísta: esa nube expresa a veces más que el paisaje, al que por una parte disimula y por otra realza, creando así una atmósfera a la vez de secreto y de translucidez.). 2330 El esoterismo como principio y como vía: I EL MISTERIO DEL VELO

Dios y el mundo no se mezclan; no hay más que una sola Luz, vista a través de innumerables velos; el santo que habla en nombre de Dios no habla en virtud de una inherencia divina, porque la substancia no puede ser inherente a lo accidental; es Dios quien habla; el santo no es más que un velo cuya función es manifestar a Dios, «como una nube ligera hace visible al sol», según una comparación de la que los musulmanes hacen uso frecuente. Todo accidente es un velo que hace visible, más o menos indirectamente, la Substancia-Luz. 2390 El esoterismo como principio y como vía: I EL MISTERIO DEL VELO

Quien dice «manifestación», dice «reintegración»; el error de los materialistas -su falta de imaginación si se quiere- es partir de la materia como de un dato invariable (Cualesquiera que sean las sutilidades mediante las que se pretende «superar» la noción de materia y que no hacen más que desplazarla sin cambio de nivel.) cuando no es más que un movimiento que nuestra experiencia de seres efímeros no puede abarcar, una especie de contracción transitoria de una substancia en sí inaccesible a nuestros sentidos; es como si comprobásemos la dureza del hielo sin saber que el hielo antes ha sido agua y que este agua ha sido nube. Nuestra materia empírica, con todo lo que implica, se deriva de una protomateria suprasensible y eminentemente plástica bajo la acción del «Soplo creador» (Repetimos aquí una breve exposición ya dada en el capítulo Caída y Decadencia y cuya importancia es capital.); en ella se ha reflejado y «encarnado» el ser terrestre, lo que a su manera expresa el mito del sacrificio de Purusha. Por efecto de la virtud segmentadora de esta protomateria, la imagen divina se ha diversificado; pero las criaturas aún eran «estados de conciencia»; estados contemplativos vueltos hacia el interior e iluminados en sí mismos y en este sentido se ha podido decir que en el Paraíso vivían juntos los lobos y los corderos. Es en esta substancia protomaterial donde tuvo lugar la creación de las especies; después de la bipolarización del andrógino primordial, tuvo lugar su «exteriorización», a saber, «la caída de Adán», que acarreó en consecuencia -ya que en la protomateria sutil y luminosa todo estaba aún ligado en cierto modo- la «materialización» de todas las criaturas terrestres, por tanto su «cristalización» y las oposiciones que necesariamente resultaban de ello. No es posible que no existan conflictos y calamidades en un mundo material, y querer abolirlos -en lugar de escoger el mal menor- es la más perniciosa de las ilusiones. 4939 Sobre los mundos antiguos: SOBRE LAS HUELLAS DE MAYA LA VÍA DE LA UNIDAD