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Obras: lágrimas

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024

  

En el siguiente hadith: «A aquél que invoca a Allâh hasta el punto de que sus ojos desbordan por temor y de que la tierra está inundada por sus lágrimas, Allâh no le castigará en el Día de la Resurrección», en este hadith se trata, no exclusivamente del don de lágrimas o de bhakti, sino ante todo de la «licuefacción» de nuestro endurecimiento post-edénico, fusión o solución cuyo símbolo tradicional lo proporcionan las lágrimas, y a veces la nieve que se derrite. Pero no está prohibido proseguir el encadenamiento de las imágenes-claves, detenerse, por ejemplo, en el simbolismo de los ojos, tomando en cuenta el hecho de que el ojo derecho corresponde al sol, a la actividad, al porvenir, y el ojo izquierdo a la luna, al pasado, a la pasividad: éstas son dos dimensiones del ego, que se refieren, la primera, al porvenir como germen de ilusión y, la segunda, al pasado como acumulación de experiencias «egoizantes»; dicho de otro modo, el pasado del ego, lo mismo que su porvenir -lo que somos y aquello en lo que queremos convertirnos o queremos poseer-, deben «fundirse» en el presente fulgurarite de una contemplación transpersonal, de ahí el «terror» (khashya) expresado en el hadîth citado. «Sus ojos desbordan» (fâdhat aynahu) y «la tierra es inundada» (yusîbu-l-ardh): hay una licuefacción interior y otra exterior, y ésta responde a aquélla; cuando el ego está «licuado», el mundo exterior -del que aquél está tejido en gran medida- parece arrastrado en el mismo proceso de alquimia  , en el sentido de que se vuelve «transparente» y el contemplativo ve a Allâh en todo, o lo ve todo en Allâh. 1463 CI 5