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Obras: compasión

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024

  

La inteligencia humana es esencialmente objetiva; por consiguiente, total: es capaz de juicio desinteresado, de razonamiento, de meditación asimiladora y deificante, con ayuda de la gracia. Este carácter de objetividad pertenece igualmente a la voluntad - es este carácter el que la hace humana - y es por esto por lo que nuestra voluntad es libre, es decir, capaz de superación, de sacrificio, de ascesis; nuestro querer no se inspira sólo en nuestros deseos, se inspira fundamentalmente en la verdad, y ésta es independiente de nuestros intereses inmediatos. Lo mismo puede decirse de nuestra alma, nuestra sensibilidad, nuestra capacidad de amar: como humana, es por definición objetiva, luego desinteresada en su esencia o en su perfección primordial e inocente; es capaz de bondad, de generosidad, de compasión. Esto quiere decir que es capaz de encontrar su felicidad en la de los otros y en detrimento de sus propias satisfacciones; asimismo, es capaz de encontrar su felicidad más allá de sí misma, en su personalidad celestial que no es todavía completamente la suya. Es de esta naturaleza específica, hecha de totalidad y de objetividad, de la que derivan la vocación del hombre, sus derechos y deberes. 2624 El esoterismo como principio y como vía: II LA TRIPLE NATURALEZA DEL HOMBRE

Todo esto ya lo hemos explicado con anterioridad, pero debemos volver sobre ello para preparar el terreno con vistas a un análisis   de las cualidades del alma. Volvamos pues, igualmente, sobre los datos siguientes: lo que distingue al hombre del animal es la totalidad, y ésta implica la trascendencia. El hombre posee una inteligencia, una voluntad y un poder de amor; ahora bien, cada una de estas tres dimensiones se caracteriza por la objetividad. El hombre es esencialmente capaz, no solamente de un conocimiento y una voluntad objetivas y trascendentes, sino que realiza igualmente estas cualidades en su capacidad de amar, lo que equivale a decir que es capaz de compasión hacia sus semejantes, aunque sean extraños o incluso enemigos, porque es capaz de amor a Dios. Es ciertamente la compasión y el amor a Dios, cualquiera que sea su grado, lo que caracteriza al hombre digno de este nombre, o al hombre sin más, si hacemos abstracción de las decadencias y las perversiones; no hay pueblo que no practique una cierta caridad o que no posea algún tipo de religión, comprobación ésta que no puede quedar invalidada por el fenómeno, muy reciente, de la deshumanización filosófica y artificial del hombre, que prueba, no que el hombre sea otra cosa que lo que es, sino simplemente que es capaz, precisamente porque es hombre, de renegar de lo humano, sin por lo demás poder lograrlo realmente. Puede renegar de sí mismo porque es hombre, y es por la misma razón por la que no puede lograrlo a fin de cuentas. 2726 El esoterismo como principio y como vía: II LAS VIRTUDES EN LA VÍA

El desapego implica la objetividad frente a uno mismo; la generosidad implica igualmente la capacidad de ponerse en el lugar del otro, luego de ser «uno mismo» en los otros. Estas actitudes, a priori intelectuales, se convierten en nobleza en el plano del alma (NA: Es significativo que una perspectiva caballeresca como el Bushido sitúe la generosidad y la compasión en la cima de las virtudes; tampoco es sorprendente que los samurais hayan podido combinar, con una base semejante, una espiritualidad como el Zen con su oficio de armas.); ahora bien, la nobleza es un modo de objetividad así como de trascendencia. 2744 El esoterismo como principio y como vía: II LAS VIRTUDES EN LA VÍA

La vocación sine qua non del hombre es ser espiritual. La espiritualidad se ejerce sobre los planos que constituyen al hombre, a saber, la inteligencia, la voluntad, la afectividad, la producción: la inteligencia humana es capaz de trascendencia, de absoluto, de objetividad; la voluntad humana es capaz de libertad, luego de conformidad a lo que capta la inteligencia; la afectividad humana, que se une a cada una de las facultades precedentes, es capaz de compasión y de generosidad, como consecuencia de la objetividad del espíritu humano, que hace salir al alma del egoísmo animal. Por último, está esa capacidad específicamente humana que es la producción, y es a causa de ella por la que se ha llamado al hombre homo faber y no sólo homo sapiens: es la capacidad de producir utensilios y de construir habitáculos y santuarios, de confeccionar vestidos en caso de necesidad y de crear obras de arte, y de combinar espontáneamente en estas creaciones el simbolismo y la armonía; el lenguaje de ésta puede ser simple o rico, según las necesidades, las perspectivas, los temperamentos; la decoración tiene también su razón de ser, tanto desde el punto de vista del simbolismo como del de la musicalidad. Esto equivale a decir que esta cuarta capacidad debe tener también un contenido espiritual so pena de no ser humana; asimismo ella no hace sino actualizar las tres precedentes adaptándolas a las necesidades materiales o culturales, o, digamos simplemente, proyectándolas en el orden sensible de forma distinta de la del discurso racional o la escritura. Nosotros, hombres exiliados en la tierra - a menos de poder contentarnos con esta sombra del Paraíso que es la naturaleza virgen - debemos crearnos un ambiente que por su verdad y su belleza evoque nuestro origen   celestial y, por lo mismo, también nuestra esperanza. 3508 El esoterismo como principio y como vía: III LOS GRADOS DEL ARTE

La nobleza está hecha de elevación y de compasión; por la elevación se aleja de las cosas, y por la compasión vuelve a ellas. 4355 PP LAS PERLAS DEL PEREGRINO LA VÍA DE LA UNIDAD

Inteligencia objetiva, luego total, capaz de discernimiento, de razonamiento, de meditación, de deificación; voluntad objetiva, luego libre, capaz de superación, de sacrificio, de ascesis; alma objetiva, luego desinteresada, capaz de bondad y de compasión; de esta naturaleza específica derivan la vocación del hombre, sus derechos y sus deberes. 4383 PP LAS PERLAS DEL PEREGRINO LA VÍA DE LA UNIDAD

Lo que acabamos de decir sobre la envergadura de la inteligencia humana se aplica igualmente a la voluntad, en el sentido de que el libre albedrío prueba la trascendencia de su fin esencial, para el cual el hombre ha sido creado y por el cual el hombre es hombre; la voluntad humana es proporcionada a Dios, y no es sino en Dios y por Él como ella es totalmente libre. Se podría decir algo análogo en lo que concierne al alma humana: nuestra alma prueba a Dios porque es proporcionada a la naturaleza divina, y lo es por la compasión, el amor desinteresado, la generosidad; o sea, a fin de cuentas, por la objetividad, la capacidad de salir de nuestra subjetividad y, por consiguiente, de superarnos; esto es lo que caracteriza precisamente a la inteligencia y la voluntad del hombre. Y en estos fundamentos de la naturaleza humana - imagen de la naturaleza divina - es donde tiene sus raíces la religio perennis, y con ella toda religión y toda sabiduría. 5260 TRAS LAS HUELLAS DE LA RELIGION PERENNE: PREMISAS EPISTEMOLÓGICAS LA VÍA DE LA UNIDAD

Según la lógica de los celadores obediencialistas, el hombre es «esclavo» (NA: abd) de la misma manera incondicional en que Dios es «Señor» (NA: Rabb); según esta forma de ver, el hombre no tiene su inteligencia más que para reconocer, por el estudio de la Revelación, lo que Dios ha declarado bueno o malo, no para comprender lo que es bueno o malo en sí y que, por consiguiente, Dios ha declarado tal. Por exceso de piedad - de una piedad que pretende dar un carácter absoluto a algo forzosamente relativo y condicional, a saber, la obediencia - no se siente siquiera que es absurdo decirnos que Dios es justo o compasivo proclamando, al mismo tiempo, que es Dios quien decide lo que es la justicia y la compasión. 5373 TRAS LAS HUELLAS DE LA RELIGION PERENNE: ESPECULACIÓN CONFESIONAL: INTENCIONES Y DIFICULTADES LA VÍA DE LA UNIDAD