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IGEDH: civilización oriental

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024

  

Si consideramos ahora Oriente, no es posible hablar de una raza oriental, o de una raza asiática, incluso con todas las restricciones que hemos aportado a la consideración de una raza europea. Aquí se trata de un conjunto mucho más extenso, que comprende poblaciones mucho más numerosas y con diferencias étnicas mucho más grandes; en este conjunto pueden distinguirse varias razas más o menos puras, pero que ofrecen características muy claras, y de las cuales cada una tiene una civilización propia, muy diferente de las otras: no hay una civilización oriental como hay una civilización occidental, hay en realidad civilizaciones orientales. Por consiguiente, habrá lugar a decir cosas especiales para cada una de estas civilizaciones, e indicaremos también cuáles son las grandes divisiones generales que se pueden establecer bajo este aspecto; pero, a pesar de todo, encontraremos, si nos atenemos menos a la forma que al fondo, bastantes elementos o más bien principios comunes para que sea posible hablar de una mentalidad oriental, por oposición a la mentalidad occidental. IGEDH: Oriente y Occidente

Ya hemos dicho que, aunque se pueda oponer la mentalidad oriental en su conjunto a la mentalidad occidental, no obstante no se puede hablar de una civilización oriental como se habla de una civilización occidental. Hay varias civilizaciones orientales claramente distintas, y de las cuales cada una posee, como lo veremos después, un principio de unidad que le es propio, y que difiere esencialmente de una a otra de estas civilizaciones; pero, por diversas que sean, todas tienen no obstante algunos rasgos comunes, principalmente bajo el aspecto de los modos del pensamiento, y eso es lo que permite decir precisamente que existe, de una manera general, una mentalidad específicamente oriental. IGEDH: Las grandes divisiones de Oriente

Por otro lado, es intencionadamente que hemos omitido, en lo que precede, hablar de la civilización tibetana, que, sin embargo, está muy lejos de ser desdeñable, sobre todo desde el punto de vista que nos ocupa más particularmente. Esta civilización, en algunos aspectos, participa a la vez de la de la India y de la de la China, aunque presenta caracteres que le son absolutamente especiales; pero, como es aún más completamente ignorada por los europeos que cualquier otra civilización oriental, no se podía hablar de ella útilmente sin entrar en desarrollos que estarían aquí enteramente fuera de propósito. IGEDH: Las grandes divisiones de Oriente

Sea como sea, por eso no es menos verdad que, en lo que concierne a Oriente, la identificación de la tradición y de la civilización toda entera está justificada en el fondo: toda civilización oriental, tomada en su conjunto, se nos aparece como esencialmente tradicional, y esto resulta inmediatamente de las explicaciones que hemos dado en el capítulo precedente. En cuanto a la civilización occidental, hemos dicho que está al contrario desprovista de todo carácter tradicional, a excepción de su elemento religioso, que es el único que ha conservado este carácter. Las instituciones sociales, para que se puedan llamar tradicionales, deben estar vinculadas efectivamente, como a su principio, a una doctrina que lo sea ella misma, ya sea esa doctrina metafísica, o religiosa, o de cualquier otro tipo conveniente. En otros términos, las instituciones tradicionales, que comunican este carácter a todo el conjunto de una civilización, son aquellas que tienen su razón de ser profunda en su dependencia más o menos directa, pero siempre expresa y consciente, en relación a una doctrina cuya naturaleza fundamental es, en todos los casos, de orden intelectual; pero la intelectualidad puede estar en ella en el estado puro, y entonces se trata de una doctrina propiamente metafísica, o bien puede encontrarse mezclada con diversos elementos heterogéneos, lo que da nacimiento al modo religioso y a los demás modos de los que puede ser susceptible una doctrina tradicional. IGEDH: ¿Qué hay que entender por tradición?