Página inicial > René Guénon > EMS: "Todo"

EMS: "Todo"

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024

  

La idea del Infinito, tal como acabamos de precisarla aquí (No decimos definirla, ya que sería evidentemente contradictorio pretender dar una definición del Infinito; y hemos mostrado en otra parte que el punto de vista metafísico mismo, en razón de su carácter universal e ilimitado, tampoco es susceptible de ser definido (Introduction générale à l’étude des doctrines hindoues, 2ª parte, cap. V). ), desde el punto de vista puramente metafísico, no es en modo alguno discutible ni contestable, ya que no puede encerrar en sí ninguna contradicción, por eso mismo de que no hay en ella nada de negativo; ella es además necesaria, en el sentido lógico de este término (Es menester distinguir esta necesidad lógica, que es la imposibilidad de que una cosa no sea lo que es o que sea otra cosa diferente de lo que es, y eso independientemente de toda condición particular, es decir, de la necesidad dicha «física», o necesidad de hecho, que es simplemente la imposibilidad para las cosas o los seres de no conformarse a las leyes del mundo al que pertenecen, y que, por consiguiente, está subordinada a las condiciones por las cuales ese mundo está definido y no vale más que en el interior de ese dominio especial. ), ya que es la negación la que sería contradictoria (Algunos filósofos, que han argumentado muy justamente contra el pretendido «infinito matemático», y que han mostrado todas las contradicciones que implica esta idea (contradicciones que desaparecen por lo demás desde que uno se da cuenta de que no se trata más que de lo indefinido), creen haber probado por eso mismo, y al mismo tiempo, la imposibilidad del Infinito metafísico; todo lo que prueban en realidad, con esta confusión, es que ignoran completamente aquello de lo que se trata en este último caso. ). En efecto, si se considera el «Todo», en el sentido universal absoluto, es evidente que no puede ser limitado de ninguna manera, ya que no podría serlo más que por algo que fuera exterior, y, si hubiera algo que fuera exterior a él, ya no sería el «Todo». Importa destacar, por lo demás, que el «Todo», en este sentido, no debe ser asimilado en modo alguno a un todo particular y determinado, es decir, a un conjunto compuesto de partes que estarían con él en una relación definida; hablando propiamente, el «Todo» es «sin partes», puesto que, estas partes, debiendo ser necesariamente relativas y finitas, no podrían tener con él ninguna medida común, ni, por consiguiente, ninguna relación, lo que equivale a decir que ellas no existen para él (En otros términos, lo finito, incluso si es susceptible de una extensión indefinida, es siempre rigurosamente nulo con respecto al Infinito; por consecuencia, ninguna cosa o ningún ser puede ser considerado como una «parte del Infinito», lo que es una de las concepciones erróneas pertenecientes en propiedad al «panteísmo», ya que el empleo mismo de la palabra «parte» supone la existencia de una relación definida con el «todo». ); y esto basta para mostrar que no se debe buscar formarse de él ninguna concepción particular (Lo que es menester evitar sobre todo, es concebir el Todo universal a la manera de una suma aritmética, obtenida por la adicción de sus partes tomadas una a una y sucesivamente. Por lo demás, incluso cuando se trata de un todo particular, hay que distinguir dos casos: un todo verdadero es lógicamente anterior a sus partes y es independiente de ellas; un todo concebido como lógicamente posterior a sus partes, de las cuales no es más que la suma, no constituye en realidad más que lo que los filósofos escolásticos llamaban un ens rationis, cuya existencia, en tanto que «todo», está subordinada a la condición de ser efectivamente pensado como tal; el primero tiene en sí mismo un principio de unidad real, superior a la multiplicidad de sus partes, mientras que el segundo no tiene otra unidad que la que nosotros le atribuimos por el pensamiento. ). 26 EMS EL INFINITO Y LA POSIBILIDAD