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EH: Primordial

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024

  

Se ha querido también, más recientemente, asimilar los elementos a los diferentes estados físicos de la materia tal y como la entienden los físicos modernos, es decir, en suma a sus diferentes grados de condensación, produciéndose esta a partir del éter: Primordial homogeneidad, que rebosa toda la extensión, uniendo así entre ellas todas las partes del mundo corpóreo. Bajo ese punto de vista, se hace corresponder, yendo de lo más denso a lo más sutil, es decir, en un orden inverso del orden que se admite para su diferenciación, la tierra al estado sólido, el agua al estado líquido, el aire al estado gaseoso, y el fuego a un estado todavía más rarificado, muy parecido a lo que algunos físicos han denominado el «estado radiante», y que debería entonces ser distinguido del estado etérico. Se encuentra aquí esa vana preocupación, tan común en nuestros días, de concordar las ideas tradicionales con las concepciones científicas profanas; esto no es decir, por lo demás, que un tal punto de vista no pueda encerrar alguna parte de verdad, en el sentido de que se puede admitir que cada uno de esos estados físicos tiene ciertas relaciones más particulares con un elemento determinado; pero eso no es aquí, todo lo más, otra cosa que una correspondencia, y no en punto ninguno una asimilación, asimilación que sería por lo demás incompatible con la coexistencia constante de todos los elementos en un cuerpo cualquiera, bajo cualquier estado en que el mismo se presente; y sería todavía menos legítimo querer ir más lejos en aquello de pretender identificar los elementos con las cualidades sensibles, las que, bajo otro punto de vista, se les vinculan mucho más directamente. De otro lado, el orden de condensación creciente que es así establecido entre los elementos es el mismo que el orden que hemos encontrado en Platón: Platón sitúa el fuego ante el aire e inmediatamente después el éter, como si el fuego fuera el primer elemento diferenciado o que se diferencia antes en el seno de ese medio cósmico original; no es pues, de esta manera, como se puede encontrar la justificación del orden tradicional afirmado por la doctrina hindú. Por lo demás, es menester siempre poner el mayor cuidado en evitar atenerse exclusivamente a un punto de vista demasiado sistemático, es decir, demasiado estrechamente limitado y particularizado; y, sería seguramente malcomprender la teoría de Aristóteles y de los hermetistas que hemos mencionado, aquello de buscar, bajo pretexto de que la misma hace intervenir los principios de expansión y de condensación, interpretarla a favor de una identificación de los elementos con los diversos estados físicos que acabamos de cuestionar. ESTUDIOS SOBRE HINDUISMO  : LA TEORÍA HINDÚ DE LOS CINCO ELEMENTOS ( [Publicado en V.J., agosto-septiembre de 1935].)

Ahora, debe pues ser fácil comprender lo que es el Sanâtana Dharma: No es otra cosa que la tradición Primordial, que sola subsiste continuamente y sin cambio a través de todo el Manvantara y que posee así la perpetuidad cíclica, y ello, porque su primordialidad misma la sustrae a las vicisitudes de las épocas sucesivas, y que es la sola que puede también, en todo rigor, ser mirada como verdadera y plenamente integral. Por lo demás, a consecuencia de la marcha descendente del ciclo y del oscurecimiento espiritual que resulta de ella, la tradición Primordial ha devenido oculta e inaccesible para la humanidad ordinaria; ella es la fuente primera y el fondo común de todas las formas tradicionales particulares, que proceden de aquella por adaptación a las condiciones especiales de tal pueblo o de cual época, pero ninguna de estas podría ser identificada al Sanâtana Dharma mismo o ser considerada como una expresión adecuada de él, ello, aunque no obstante sean siempre cada una de ellas como una imagen más o menos velada de este Sanâtana Dharma. Toda tradición ortodoxa es un reflejo y, se podría decir que un "sustituto" de la tradición primordial, en toda la medida en que lo permitan las circunstancias contingentes, de suerte que, si ella no es el Sanâtana Dharma, no obstante le representa verdaderamente para aquellos que se adhieren y participan de la misma, de una manera efectiva, pues que los antedichos no pueden alcanzarle más que a través de ella, y ya que por lo demás la tradición, en su caso, expresa del Sanâtana Dharma, si no la integralidad, al menos todo lo que les concierne del mismo directamente, y eso bajo la forma más apropiada a su naturaleza individual. En un cierto sentido, todas esas formas tradicionales diversas se hallan contenidas en modo principal en el Sanâtana Dharma, pues que son otras tantas adaptaciones regulares y legítimos de este, y ya que inclusive ninguno de los desarrollos de los cuales resultan ser susceptibles en el curso de los tiempos podría ser jamás otra cosa en el fondo; y, en otro sentido inverso y complementario de este, todas contienen a su vez el Sanâtana Dharma como lo que hay en ellas de más interior y de más central y que son en sus diferentes grados de exterioridad, como velos que le recubrieran y no le dejaran transparentarse más que de una manera atenuada y más o menos parcial. ESTUDIOS SOBRE HINDUISMO: SANATÂNA DHARMA (NA: Publicado en Cahiers du Sud, n especial Aproximaciones de la India.)