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EH: Brahma-danda

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024

  

Dicho esto, es fácil concebir que haya en el ser humano «centros» que se correspondan respectivamente a cada uno de los grupos de tattwas que hemos enumerado, y que los centros en cuestión, aunque perteneciendo esencialmente a la forma sutil (NA: sûkshma-sharîra), puedan en un cierto sentido ser «localizados» en la forma corpórea o grosera (NA: sthûla-sharîra), o, para decirlo mejor, no siendo en realidad esas «localizaciones», en relación a las diferentes partes de esta forma corpórea, otra cosa que una manera de expresar correspondencias tales como las que acabamos de cuestionar, correspondencias que implican, por lo demás muy realmente, un lazo especial entre tal centro sutil y tal porción determinada del organismo corpóreo. Es así que los seis centros nerviosos de lo que se trata ahora son referidos a las divisiones de la columna vertebral, denominada Mêru-danda porque constituye el eje del cuerpo humano, de igual modo que, bajo el punto de vista «macrocósmico», el Mêru es el «eje del mundo» [Es muy extraño que el autor no haya señalado la relación de esto con el simbolismo del bastón brâhamanico (NA: Brahma-danda), y ello tanto más cuando que hace alusión en varias ocasiones al simbolismo equivalente del caduceo.]: los cinco primeros centros, en el sentido ascendente, corresponden respectivamente a las regiones coxígea, sacra, lumbar y cervical, y el sexto centro corresponde a la parte encefálica del sistema nervioso central; pero debe ser bien comprendido que los mismos no son en punto ninguno centros nerviosos, en el sentido fisiológico de ese término, y que tampoco debe uno asimilarlos a diversos plexos como algunos lo han pretendido (NA: lo que por lo demás queda en contradicción formal con su «localización» en el interior de la columna vertebral misma), pues que no es en punto ninguno de una identidad que se trata, no, sino solamente de una relación entre dos órdenes diferentes de manifestación, relación que está por lo demás suficientemente justificada por el hecho de que es precisamente mediante el sistema nervioso que se establece uno de los enlaces más directos del estado corpóreo con el estado sutil (NA: El autor hace observar muy justamente cuán erróneas son las interpretaciones dadas de ordinario por los occidentales, los que, confundiendo ambos órdenes de manifestación, quieren llevar todo lo que es cuestión aquí a un punto de vista puramente anatómico y fisiológico: Es así que los orientalistas, que ignoran toda ciencia tradicional, creen que aquí no se trata más que de una descripción más o menos fantástica de algunos órganos corpóreos; los ocultistas, de su lado, si admiten la existencia distinta del organismo sutil, se la imaginan como una especie de doble cuerpo, sometido a las mismas condiciones que éste, lo que no es apenas más exacto y no puede conducir todavía más que a representaciones del mismo groseramente materializadas; y, a ese último propósito, el autor muestra con algún detalle cuán alejadas quedan, de la verdadera doctrina hindú, las concepciones teosofistas en las que se centra en particular.). ESTUDIOS SOBRE HINDUISMO  : KUNDALINÎ-YOGA [Publicado en V.J., octubre y noviembre de 1933]