Coomaraswamy: Si Mesmo

Nuestro sí mismo humano es una asociación (sambhutih, syngeneia, synousia, koinonia) de soplos o espiraciones (pranah, aisthesis, Jaiminiya Upanishad Brahmana IV.7.4; cf. II.4.5), o una hueste de seres elementales (bhutagana); y como tal un «sí mismo-elemental» (bhutatman) que ha de ser distinguido, lógica pero no realmente, de «su Sí mismo y Duque inmortal» (netr1 = hegemon), Agente inmanente (kartr) y Dador del ser (prabhuh, Maitri Upanishad III.2, 3, IV.2, 3, VI.7), el «Hombre Interior de estos seres elementales» (bhutamm antah purusha, Aitareya Aranyaka III.2.4); estos dos sí mismos son las naturalezas pasible e impasible de una única esencia. Los «seres elementales» (bhutah, bhutani) se llaman así con referencia al Ser o Gran Ser (mahabhutah), Brahma, Sí mismo (atman), Persona (Purusha), o Soplo (Prana), Prajapati, Agni o Indra, etc.2, de quien todos estos poderes «nuestros» de expresión, percepción, pensamiento y acción3 han salido como espiraciones o «soplos» (Prana) o «rayos» = «riendas» [reins] (rasmayah), Brhadaranyaka Upanishad II. 1.20, II.4.12, IV.5.11; Maitri Upanishad VI.32, etc. La designación de «Ser» (bhutah, más literalmente «ha-devenido»)4 es «a causa-de-la-salida» (udbhutatvat) del Uno que se hace a sí mismo muchos (Maitri Upanishad V.2)5. Los poderes del alma, extendidos así por el Prabhuh y Vibhuh, se llaman, por consiguiente, «esencias distributivas (vibhutayah)»6. La operación de estos poderes en nosotros es lo que llamamos nuestra consciencia (caitanyam, samjnanam, vijnanam), es decir, la vida consciente en los términos de sujeto y objeto. Esta consciencia, a la cual está ligada toda la responsabilidad ética, surge en nuestro nacimiento y cesa cuando «nosotros» morimos (Brhadaranyaka Upanishad IV.4.12-14, Eclesiastés 9:5); pero esta consciencia, y su responsabilidad correlativa, son solo modos de ser particulares; no fines en sí mismas, sino medios hacia un fin más allá de sí mismas7. Nuestra vida, con todos sus poderes, es un don (Atharva Veda Samhita II. 17) o un préstamo (Mathnawi, I.245).

Así pues, «El que da la si-mismidad (ya atmada = prabhu)8 deviene el único rey del mundo mutable. deviene el senor de los seres elementales (bhutanam adhipatir babhuva)9; y cuando asume su puesto (atisthantam)10, todos (estos dioses) le equipan (abhusan); invistiendo el reino, el poder y la gloria (sriyam vasanah), él procede (carati), auto-iluminado … A él, al gran (Brahma-) Daimon (yaksam)11 en el medio del mundo del ser, los soportes del reino le traen tributo ([…])12. …Y lo mismo que sus vasallos asisten a un rey cuando llega, así todos estos seres elementales (sarvani bhutani) se preparan para él, clamando, “¡Aquí viene Brahma!”; y de la misma manera que los hombres rodean a un rey cuando va a emprender un viaje, así, cuando el tiempo ha llegado, todos estos soplos (Prana) se juntan en el Sí mismo (atmanam, abhisamayanti) cuando Este (Brahma) aspira»13 (Rg Veda Samhita X. 121.12; Atharva Veda Samhita IV.2.1, 2; Atharva Veda Samhita IV.8.1, 3; Atharva Veda Samhita X.8.15; Brhadaranyaka Upanishad IV.3.37, 38).

  1. De ni, conducir, Pranah es propiamente de pra-an, soplar, pero también está conectado hermenéuticamente con pra-ni, llevar adelante, en una metáfora estrechamente conectada con la irrigación, como en Rg Veda Samhita II.12.7, donde Indra es apam netr, y en Jaiminiya Upanishad Brahmana I.58.4.[]
  2. Los Nombres de Dios se dan, como se afirma repetidamente en los textos indios desde Rg Veda Samhita en adelante (como también en otras teologías), según el aspecto bajo el cual se le considera, o según el poder que ejerce; y a causa de Su omniformidad (como Visvarupah) y creatividad universal (como Visvakarma) no puede haber fin para los nombres. Desde Rg Veda Samhita en adelante el procedimiento de aspecto a aspecto y de función a función es un «devenir» (√ bhu; por ejemplo, «Tú, Agni, eres Varuna al nacer, y cuando eres encendido (nacido), devienes (bhavasi) Mitra», Rg Veda Samhita V.3.1. Nosotros mantenemos los diferentes nombres en sus contextos; pero el lector, desde el presente punto de vista, solo necesita considerar estos nombres como los de «Dios» en tanto que el Primer Principio de todas las cosas.[]
  3. Uno, dos, tres, cinco, siete, nueve, diez, o indefinidamente numerosos (cf. Jaiminiya Upanishad Brahmana II.6, etc.).[]
  4. Este es el verdadero sentido de «Yo soy» en Éxodo 3:14, donde ehyé = bhavami (cf. D. B. Macdonald, The Hebrew Philosophical Genius, Princeton, 1934, p. 18); similarmente el khefr egipcio. Sin embargo, Macdonald (como C. A. F. Rhys Davids en To Become or Not to Become, Londres, 1937) no ve que el devenir no es una contradicción del ser sino la epifanía del ser, o que lo que puede «devenir» representa solo una parte de la posibilidad inherente en el Ser que «deviene». Dios deviene lo que deviene «para los adoradores mortales» (Rg Veda Samhita V.3.2), pero, en sí mismo, es «¿qué?» (kah), es decir, no un «que», ni un «donde», es decir, no «en alguna parte».[]
  5. Udbhu, salir, es decir, manifestarse, es lo opuesto de nirbhu, esconderse, desaparecer; como pravrt, extrovertir (intrans.), es lo contrario de nivrt, introvertir. Udbhutatva = prapadana es precisamente «procesión», en el sentido teológico.
    Es importante tener presente que bhuta no es primariamente (sino a veces por analogía) un «ser» tal como nosotros mismos, que no somos un único ser o poder, sino un compuesto de seres o poderes cooperativos, que han de considerarse más bien como «Inteligencias» o «ángeles» que como seres humanos. Dios es el «solo veedor, oidor, pensador, etc.» en nosotros (Brhadaranyaka Upanishad III.8.23, etc.); es Él quien toma nacimiento de cada matriz y quien «habitando en la caverna secreta (del corazón), presencia todo a través de estos seres elementales (guham pravisya bhutebhir uyapasyata, Katha Upanishad IV.6)», de los que «nosotros» somos una «hueste»; nosotros somos sus «miradores». Nuestro «ser» no es nuestro propio, y no es de hecho un ser, sino un devenir (bhava, genesis), como Plutarco lo expresa admirablemente en términos estrictamente tradicionales, Moralia 392 (guham pravisya = occulte immanens) y Platón también, El Banquete 207DE.[]
  6. En Aitareya Aranyaka II.1.7 y Bhagavad Gita X.40, descritos como «poderes»; y en Rg Veda Samhita 1.166.11, lo que equivale a lo mismo (como se verá después), como «Maruts», vibhvo vibhutayah. Es por este devenir distributivo (vibhutva, vibhuti-yoga) por lo que el Sí mismo es omnipresente (sarvagatah, Svetasvatara Upanishad III.21, cf. Prasna Upanishad III.12, Isavasya Upanishad IV), y por la misma razón omnisciente (Maitri Upanishad VI.7) o sinóptico (vimana … samdrk, Rg Veda Samhita X.82.2; cf. Nirukta X.26), y providencial (prajnah), puesto que toda su experiencia es ex tempore, ni fechada ni localizada. Todo esto es la base de las doctrinas india y platónica de la Recordación y de la Providencia, e inseparable de la del solo Transmigrante.[]
  7. Cf. Coomaraswamy, Hinduismo y Budismo, 1943, nota 249[]
  8. «Uno como él es allí, y muchos como él es en sus hijos aquí» (Satapatha Brahmana X.5.2.16; cf. Bhagavad Gita XIII.27, 30 y Plotino, Enéadas IV.4.2), es decir, «rayos»; cf. nota 25. Sobre el don de la si-mismidad ver Coomaraswamy, «El beso del Sol», 1940, esp. p. 47, que cita a Satapatha Brahmana VII.3.2.12 (donde se debe a que el Sol, Prajapati, «besa», es decir, insufla a sus hijos, por lo que cada uno puede decir: «yo soy». Así también Dante, Paradiso XXIX.13-15, «perche suo splendore potesse, risplendendo, dir: Subsisto»; y Rumi, Mathnawi, I.2197, «Pues esta “yo-idad” viene a mí de Él momento a momento»).[]
  9. El aoristo gnómico usual; «ha devenido» = «es devenido», bhutam. La psicología que nosotros llamamos una bhuta-vidya es la comprensión de las cosas, en la frase budista yatha-bhutam, «como devienen» (Majjhima Nikaya I.260, etc.).[]
  10. «Asume su puesto aquí» (a-stha, adhi-stha), es la expresión regular para la «montura» del vehículo corporal por su pasajero espiritual (Chandogya Upanishad VIII.12.1; Svetasvatara Upanishad IV.11; Bhagavad Gita XV.9, etc.). Cuando asume su puesto aquí ya no es «autosoportado» (svasthah) sino ahora con un «soporte» (pratistha, adhisthana), hasta que vuelve a sí mismo.[]
  11. El Brahma-Yaksa, que procede como Persona (Purusha), que está (sete) en el corazón como el Senor de los Seres (bhutadhipati ); y «a quien, cuando está (sayanaye), estas deidades rinden tributo» (balim haranti, Jaiminiya Upanishad Brahmana IV.20.11-23.7 sig., con Brhadaranyaka Upanishad IV.4.22). Ver también Coomaraswamy, «El Yaksa de los Vedas y Upanishads», 1938.
    Purusha se interpreta como pur = polis combinado con si = keimai (√ kei, también en castra y civis), y significa, por consiguiente, «el Ciudadano en cada ciudad» (Brhadaranyaka Upanishad II.5.18; cf. Atharva Veda Samhita X.2.28, 30, Satapatha Brahmana XIII.6.2.1). Nuestro corazón es la verdadera «ciudad de Dios» (brahma-pura, Chandogya Upanishad VIII.1.1-5), que es lo mismo que decir que «el Reino de Dios está dentro de vosotros». Esta es esencialmente la doctrina platónica del hombre como una ciudad o cuerpo político (República, y passim), y la de Filón, cuyo monos kyrios theos polites esti (De cherubim 121), es virtualmente una traducción de […] (Brhadaranyaka Upanishad II.5.18, como arriba); cf. Filón, De opificio mundi 142, donde a Adán (no a «este hombre», sino al Hombre) se le llama «el único ciudadano del mundo» (monos kosmopolites). Solo sobre una base como esta puede establecerse una civilización saludable o fundarse una sana economía política. «La ciudad nunca puede ser feliz a menos que sea diseñada por esos pintores que siguen el original divino» (República 500E).[]
  12. Los poderes delegados son, precisamente, sus «atributos» (abharanani) y «ornamentos» (bhusanáni), pues el sentido original de ambas palabras es el de «equipamiento»; cf. Coomaraswamy, «Ornamento». Los deudos del Rey (bhutah, vibhutayah, Prana, etc.) son su «adorno» (bhusanam, √ bhu), y, literalmente, eso no es solo un «muro» sino también una «corôa – corona», a saber, de «gloria», como lo veremos en relación con la palabra sri — la gloria que él «viste» (sriyam vasánah), «él, sobre cuya cabeza los Eones son una corona, que emite rayos» (aktines, Coptic Gnostic Treatise XI), «que lleva el cosmos como su corona» (Hermes, Lib. XIV.7; cf. nota 52).[]
  13. Es decir, cuando «el Espíritu vuelve a Dios que le dio» (Eclesiastés 12:7) y nosotros «entregamos el espíritu», el Espíritu Santo.[]

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