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Cassirer: Kant - as grandes idéias centrais

quarta-feira 23 de março de 2022, por Cardoso de Castro

Esta relación aparece expuesta también con magistral e insuperable claridad en el prólogo a la segunda edición de la Crítica de la razón pura, donde se traza un panorama trascendental general de todo el territorio del saber.

"Cuando Galileo hizo que sus esferas rodasen por el plano inclinado con una gravedad elegida por él mismo, o cuando Torricelli hizo que el aire soportase un peso que él había concebido de antemano como igual al de una columna de agua por él conocida, o en una época posterior Stahl convirtió algunos metales en cal y ésta nuevamente en metal, sustrayendo o reponiendo algunos elementos propios de aquéllos, todos los investigadores de la naturaleza empezaron a ver claro. Diéronse cuenta de que la razón sólo comprende aquello que ella misma produce con arreglo a sus propios designios; que ésta debe proceder en sus juicios según leyes constantes y obligar a la naturaleza a contestar a las preguntas que la misma razón le formule, sin dejarse llevar por ella como por unas andaderas, por decirlo así, pues de otro modo nos encontraríamos con que las observaciones fortuitas, no ajustadas a un plan previo, no se coordinan con sujeción a una ley necesaria, que la razón busca siempre y necesita. La razón debe abordar la naturaleza llevando en una mano sus principios sin los cuales no podrían nunca regir como leyes los fenómenos coincidentes, y en la otra el experimento concebido por ella conforme a aquellas leyes, buscando ciertamente las enseñanzas de la naturaleza, pero no al modo del discípulo que repite dé carrerilla cuanto quiere el maestro, sino a la manera del juez que obliga a los testigos a contestar a las preguntas que él les hace. Y así, hasta la misma física debe la ventajosa revolución operada en su modo de pensar a la ocurrencia de buscar en la naturaleza (buscar en ella y no atribuirle), con arreglo a lo que la razón misma pone en ella, lo que de ella necesariamente tiene que aprender y que en modo alguno llegaría a saber por sí misma. Esto es lo que ha hecho marchar primerísimamente a la ciencia de la naturaleza por el derrotero seguro de una ciencia, sacándola de aquel terreno de los simples tanteos en que durante tantos siglos se había movido."

Así, pues, aunque una percepción suelta de nuestros sentidos o la simple suma de estas percepciones puedan no someterse previamente al "plan" de la razón, es este plan, indudablemente, el que determina y hace posible el experimento, la "experiencia", en el sentido del conocimiento físico. Para que las impresiones aisladas de nuestros sentidos se conviertan en "observaciones" y "hechos" físicos, es necesario, ante todo, que la variedad y diferencia por el momento puramente cualitativas de las percepciones se truequen en una variedad cuantitativa, que el conglomerado de las percepciones se refiera a un sistema de magnitudes mensurables. La idea de este sistema sirve necesariamente de base a todo experimento concreto.

Para que Galileo pudiera "medir" la magnitud de la aceleración en la caída libre de un cuerpo hubieron de existir previamente la concepción de la aceleración misma a modo del instrumento de la medición: y fue esta concepción matemática la que diferenció para siempre el simple modo de plantear el problema por Galileo de la física escolástico-medieval. Ahora, el resultado del experimento sólo servía para saber qué magnitudes regían para la caída libre de los cuerpos, pues el hecho de que tenían necesariamente que existir y que buscarse y encontrarse esas magnitudes estaba claro para Galileo de antemano, con arreglo a aquel "plan de la razón", partiendo del cual ha de concebirse y organizarse el experimento.


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