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Cassirer: Kant - as grandes idéias centrais

quarta-feira 23 de março de 2022, por Cardoso de Castro

Como vemos, el conocimiento parece reducirse aquí a una agrupación, a un simple conglomerado de elementos que ya fuera de esta agrupación, y antes de ella, poseen un ser y un sentido propios e independientes. Muy otra cosa acontece, en cambio, o parece de momento acontecer, con aquellas proposiciones generales que nos sugiere la lógica formal. En efecto, en los auténticos "juicios generales" de esta lógica lo total no se deriva de la consideración de lo particular, sino que la precede y determina. Partiendo del hecho de que todos los hombres son mortales y de la certeza que va implícita en esta proposición universal se deduce y se da por "probado" como consecuencia necesaria el carácter mortal de Cayo.

Pero la lógica se contenta con desarrollar las formas y las fórmulas de esta prueba, sin entrar a examinar para nada el contenido del conocimiento ni el origen y los títulos de éste. Acepta, por tanto, como dadas las premisas generales de que parte para llegar a una determinada conclusión, sin seguir indagando el fundamento de su vigencia. Pone de manifiesto que si todos los A son B, deberá serlo también necesariamente un determinado A; pero el problema de si y por qué rige la norma hipotética que sirve de premisa se sale completamente del marco de su interés. Por consiguiente, en el fondo, la lógica general no hace otra cosa que desintegrar de nuevo en sus partes, volviendo atrás, determinados complejos de conceptos que previamente ha formado ella misma por la vía sintética. Lo que hace es "definir" un concepto mediante la indicación de determinadas "características" de su contenido, destacando luego del conjunto lógico así formado un aspecto concreto que lo distingue de los demás, para "predicarlo" del todo. Como fácilmente se comprende, este "predicado" no crea ningún nuevo conocimiento, sino que se limita a analizar el que ya poseíamos previamente, para explicarlo y esclarecerlo. Sirve para "analizar los conceptos que tenemos ya de los objetos", sin que se pare a investigar de qué fuente de conocimiento se derivan estos conceptos para nosotros.

Y ahora, fijándonos en la doble antinomia que de aquí se desprende, ya podemos comprender la característica peculiaridad que distingue a la "síntesis a priori". Mientras que en los simples juicios empíricos, en los entrelazamientos a posteriori, la "totalidad" que nos esforzamos en obtener se forma por la agrupación de toda una serie de elementos sueltos que necesariamente deben existir de antemano con carácter independiente y los juicios lógico-formales se limitan a desintegrar y analizar en sus partes un determinado todo lógico, la síntesis apriorística presenta una estructura completamente distinta.

Aquí se parte de un determinado entrelazamiento constructivo en el cual, y a través del cual, nacen para nosotros, al mismo tiempo, multitud de elementos particulares condicionados por la forma general del entrelazamiento. Así, en una sola regla, amplia y exhaustiva, nos representamos mentalmente las distintas posibilidades que hay de seccionar un cono, y con ello creamos al mismo tiempo la totalidad de aquellas figuras geométricas que llamamos curvas de segundo orden, círculos, elipses, parábolas e hipérbolas. Concebimos la estructura del "sistema natural de numeración" con arreglo a un principio fundamental y, con ello, encerramos al mismo tiempo de antemano dentro de determinadas condiciones todas las relaciones que pueden darse entre los diversos miembros de este conjunto.


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