Ernesto Hernández
Entonces partimos de algo muy simple: la idea es un modo de pensar definido por su carácter representativo. Esto ya nos da un primer punto de partida para distinguir idea y afecto (affectus) porque se llama afecto a todo modo de pensamiento que no represente nada. ¿Qué quiere decir esto? Tomemos al azar algo de lo que poco importa que lo llamemos afecto o sentimiento, por ejemplo una esperanza, una angustia, un amor, esto no es representativo. Hay una idea de la cosa amada, hay una idea de algo prometido, pero la esperanza como tal o el amor como tal no representan nada, estrictamente nada.
Cualquier modo de pensamiento no representativo lo llamaremos afecto. Una volición, una voluntad, implican, en rigor, que yo quiero algo, eso que quiero es objeto de representación, lo que quiero está dado en la idea, pero el hecho de querer no es una idea, es un afecto porque es un modo de pensamiento no representativo. Esto no es complicado, funciona.
Concluimos inmediatamente que hay primacía de la idea sobre el afecto, y esto es común a todo el siglo XVII, aún no entramos en el pensamiento propio de Espinoza. Hay una primacía de la idea sobre el afecto por una razón muy simple y es que para amar hay que tener una idea, por confusa o indeterminada que sea, de lo que se ama.
Para querer hay que tener una idea, por confusa o indeterminada que sea, de lo que se quiere. Aún cuando decimos “yo no se lo que siento”, hay una representación, por confusa que sea, del objeto. Hay una idea confusa. Hay, pues, una primacía cronológica y lógica de la idea sobre el afecto, es decir de los modos representativos del pensamiento sobre los modos no representativos. Habría un contrasentido, de hecho desastroso, si el lector transformara esa primacía lógica en reducción. Que el afecto presupone la idea, esto sobre todo no quiere decir que se lo reduce a una idea o a una combinación de ideas. Debemos partir de esto, que idea y afecto son dos especies de modos de pensamiento que difieren en naturaleza, irreductibles el uno al otro, pero simplemente atrapados en una tal relación que el afecto presupone la idea, por confusa que sea. Este es el primer punto.
Segunda manera menos superficial de presentar la relación idea-afecto. Ustedes recordarán que hemos partido de un carácter de hecho absolutamente simple de la idea. La idea es un pensamiento en tanto que representativo, es un modo de pensamiento en tanto que representativo, y en ese sentido se hablará de la realidad objetiva de una idea. Una idea no solo tiene una realidad objetiva, siguiendo la terminología consagrada, también tiene una realidad formal. ¿Qué es la realidad formal de la idea, una vez dicho que la realidad objetiva es la realidad de la idea en tanto que representa algo? La realidad formal de la idea, se diría, es, -ahora esto se vuelve mucho más complicado y de golpe más interesante-, es la realidad de la idea en tanto que ella es en sí misma algo.
La realidad objetiva de la idea de triángulo es la idea de triángulo en tanto que representa la cosa triángulo, pero la idea de triángulo, ella misma es algo; por otra parte, como ella es algo, yo puedo formar una idea de esta cosa, siempre puedo formar una idea de la idea. Yo diría, entonces, que no solo toda idea es idea de algo -decir que toda idea es idea de algo, es decir que toda idea tiene una realidad objetiva, representa algo-, pero también diría que la idea tiene una realidad formal puesto que ella es algo como idea.
¿Qué quiere decir esto, la realidad formal de la idea? No podemos continuar muy lejos a este nivel, será preciso que lo dejemos de lado. Baste añadir que esta realidad formal de la idea será lo que Espinoza llama muy frecuentemente un cierto grado de realidad o de perfección que tiene la idea como tal. Cada idea tiene, como tal, un cierto grado de realidad o de perfección. Sin duda ese grado de realidad o de perfección está ligado al objeto que representa, pero no se confunde con él: la realidad formal de la idea, a saber la cosa que es la idea o el grado de realidad o de perfección que posee en sí, es su carácter intrínseco. La realidad objetiva de la idea, a saber la relación de la idea con el objeto que ella representa es su carácter extrínseco; puede ser que el carácter extrínseco y el carácter intrínseco de la idea estén fundamentalmente ligados, pero no son la misma cosa. La idea de Dios y la idea de rana tienen una realidad objetiva diferente, a saber: no representan la misma cosa, pero al mismo tiempo ellas no tienen la misma realidad intrínseca, no tienen la misma realidad formal, a saber, que una tiene un grado de realidad infinitamente más grande que la otra. La idea de Dios tiene una realidad formal, un grado de realidad o de perfección intrínseca infinitamente más grande que la idea de rana que es la idea de una cosa finita.
Si ustedes han comprendido esto, han comprendido casi todo. Hay entonces una realidad formal de la idea, es decir que la idea es algo en sí misma, esta realidad formal es su carácter intrínseco y es el grado de perfección o de realidad que envuelve en sí misma.
Original
Donc, on part d’une chose toute simple : l’idée, c’est un mode de pensée défini par son caractère représentatif. Ça nous donne déjà un tout premier point de départ pour distinguer idée et affect (affectus), parce qu’on appellera affect tout mode de pensée qui ne représente rien. Qu’est-ce que ça veut dire, ça ? Prenez au hasard ce que n’importe qui appelle affect ou sentiment, une espérance par exemple, une angoisse, un amour, cela n’est pas représentatif. Il y a bien une idée de la chose aimée, il y a bien une idée d’un quelque chose d’espéré, mais l’espoir en tant que tel ou l’amour en tant que tel, ne représentent rien, strictement rien.
Tout mode de pensée en tant que non représentatif sera nommé affect. Une volition, une volonté, elle implique bien, à la rigueur, que je veuille quelque chose, ce que je veux, cela est objet de représentation, ce que je veux est donné dans une idée, mais le fait de vouloir n’est pas une idée, c’est un affect parce que c’est un mode de pensée non représentatif.
Ça marche ? Ce n’est pas compliqué.
Il en conclut immédiatement un primat de l’idée sur l’affect, et c’est commun à tout le 17e siècle, on n’est même pas encore rentré dans ce qui est propre à Spinoza. Il y a un primat de l’idée sur l’affect pour une raison très simple qui est que pour aimer il faut avoir une idée, si confuse soit elle, si indéterminée soit elle, de ce qu’on aime. Pour vouloir il faut avoir une idée, si confuse, si indéterminée soit elle, de ce qu’on veut. Même lorsqu’on dit, « je ne sais pas ce que je sens », il y a une représentation, aussi confuse qu’elle soit, de l’objet. Il y a une idée si confuse. Il y a donc un primat à la fois chronologique et logique de l’idée sur l’affect, c’est-à-dire des modes représentatifs de la pensée sur les modes non représentatifs. Il y aurait un contresens tout à fait désastreux si le lecteur transformait ce primat logique en réduction. Que l’affect présuppose l’idée, cela surtout ne veut pas dire qu’il se réduise à l’idée ou à une combinaison d’idées. Nous devons partir de ceci, que idée et affect sont deux espèces de mode de pensée qui diffèrent en nature, irréductible l’un à l’autre, mais simplement pris dans une telle relation que l’affect présuppose une idée, si confuse soit elle. Ça, c’est le premier point.
Deuxième manière moins superficielle de présenter le rapport idée-affect. Vous vous rappelez qu’on est parti d’un caractère tout à fait simple de l’idée. L’idée c’est une pensée en tant que représentative, c’est un mode de pensée en tant que représentatif, et en ce sens on parlera de la réalité objective d’une idée. Seulement une idée n’a pas seulement une réalité objective, suivant aussi la terminologie consacrée elle a aussi une réalité formelle. Qu’est-ce que la réalité formelle de l’idée une fois dit que la réalité objective c’est la réalité de l’idée en tant qu’elle représente quelque chose ? La réalité formelle de l’idée, dira-t-on, c’est – alors là ça devient beaucoup plus compliqué et du coup plus intéressant –, c’est la réalité de l’idée en tant qu’elle est elle-même quelque chose.
La réalité objective de l’idée de triangle, c’est l’idée de triangle en tant que représentant la chose triangle, mais l’idée de triangle, elle est elle-même quelque chose ; d’ailleurs, en tant qu’elle est quelque chose, je peux former une idée de cette chose, je peux toujours former une idée de l’idée. Je dirais donc que non seulement toute idée est idée de quelque chose – dire que toute idée est idée de quelque chose, c’est dire que toute idée a une réalité objective, elle représente quelque chose –, mais je dirais aussi que l’idée a une réalité formelle puisqu’elle est elle-même quelque chose en tant qu’idée. Qu’est-ce que ça veut dire, la réalité formelle de l’idée ? On ne va pas pouvoir continuer beaucoup plus loin à ce niveau, il va falloir mettre ça de côté. Il faut juste ajouter que cette réalité formelle de l’idée, ça va être ce que Spinoza nomme très souvent un certain degré de réalité ou de perfection que l’idée a en tant que telle. Chaque idée a, en tant que telle, un certain degré de réalité ou de perfection. Sans doute ce degré de réalité ou de perfection est lié à l’objet qu’elle représente, mais ça ne se confond pas : la réalité formelle de l’idée, à savoir la chose qu’est l’idée ou le degré de réalité ou de perfection qu’elle possède en soi, c’est son caractère intrinsèque. La réalité objective de l’idée, à savoir le rapport de l’idée à l’objet qu’elle représente, c’est son caractère extrinsèque ; il se peut que le caractère extrinsèque et le caractère intrinsèque de l’idée soient fondamentalement liés, mais ce n’est pas la même chose. L’idée de Dieu et l’idée de grenouille ont une réalité objective différente, à savoir : elles ne représentent pas la même chose, mais en même temps elles n’ont pas la même réalité intrinsèque, elles n’ont pas la même réalité formelle, à savoir que l’une – vous le sentez bien – a un degré de réalité infiniment plus grand que l’autre. L’idée de Dieu a une réalité formelle, un degré de réalité ou de perfection intrinsèque infiniment plus grand que l’idée de grenouille, qui est l’idée d’une chose finie.
Si vous avez compris ça, vous avez presque tout compris. Il y a donc une réalité formelle de l’idée, c’est-à-dire que l’idée est quelque chose en elle-même, cette réalité formelle c’est son caractère intrinsèque et c’est le degré de réalité ou de perfection qu’elle enveloppe en elle-même.