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Guénon Ar

quarta-feira 27 de dezembro de 2023, por Cardoso de Castro

  

René Guénon — A TEORIA HINDU DOS CINCO ELEMENTOS

El segundo elemento, es decir, el que se diferencia en primer lugar a partir de éter, es vâyu o el aire; el término vâyu, derivado de la raíz verbal vâ que significa «ir» o «moverse», designa propiamente el soplo o el viento, y, por consiguiente, la movilidad es considerada como el carácter esencial de este elemento. De una manera más precisa, el aire es, como ya lo hemos dicho, mirado como dotado de un movimiento transversal, movimiento en el cual todas las direcciones del espacio no juegan ya la misma función como en el movimiento esferoidal que hemos debido considerar precedentemente, sino que se efectúa, antes al contrario, siguiendo una cierta dirección particular; es por consiguiente el movimiento rectilíneo, movimiento al cual da nacimiento en suma la determinación de esta dirección. Esta propagación del movimiento siguiendo algunas direcciones determinadas implica una ruptura de la homogeneidad del medio cósmico; y tenemos desde ese entonces un movimiento complejo, que, no siendo más «isótropo», debe, por lo mismo, ser constituido por una combinación o una coordinación de movimientos vibratorios elementales. Un tal movimiento da nacimiento a formas igualmente complejas, y, como la forma es lo que afecta en primer lugar al tacto, la cualidad tangible puede ser atribuida al aire como perteneciéndole en propiedad, en tanto que este elemento es, por su movilidad, el principio de la diferenciación de las formas. Es pues por efecto de la movilidad que el aire nos es vuelto sensible; analógicamente, por lo demás, el aire atmosférico no deviene sensible al tacto más que por su desplazamiento; pero, siguiendo la observación que hemos hecho más atrás de una manera general, es menester guardarse de identificar el elemento aire con este aire atmosférico, que es un cuerpo, como algunos han pecado en hacerlo al constatar algunas aproximaciones de este género. Es así que Kanâda declara que el aire es incoloro; pero es fácil comprender que ello debe ser así, sin que una deba referirse por eso a las propiedades del aire atmosférico, pues que el calor es una de las propiedades del fuego, y todavía más precisamente es su cualidad especifica y propia, y este es lógicamente posterior al aire en el orden de desarrollo de los elementos; por consiguiente esta cualidad del color no es todavía manifestada en el estado que es representado por el fuego.