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Staveley / Lilian Staveley

  

Lilian Staveley (1878-1928)

OBRA NA INTERNET: LIBRARY GENESIS

LILIAN STAVELEY era desconocida para el público cuando, al final de la primera guerra mundial, ofreció un manuscrito a John M. Watkins, de Londres, para su publicación. Con el fin de preservar su intimidad, insistió en permanecer en el anonimato, dado que su esposo -el general de brigada William Cathcart Staveley, del ejército británico-, al que amaba pero que no tenia ninguna inclinación por la mística, vivía todavía, y ella estaba rodeada del mundo social que describió más tarde en su autobiografía, The Prodigal Returns. Sólo después de la muerte de nuestra autora supo el general Staveley que la que fue su cara esposa y compañera durante casi treinta años había tenido desde hacía mucho tiempo una vida espiritual oculta que, por caridad, reveló al público lector en tres obras que constituyen un relato personal, profundamente original y lleno de gracia, del viaje de un alma hacia Dios.

Poco se sabe de la persona histórica de la autora, aparte de los pocos hechos que ella misma nos ha descrito en The Prodigal Returns. Nacida hacia 1878 en el seno de una distinguida e intelectual familia inglesa llamada Bowdoin, descendiente por ambas partes de hugonotes de la antigua nobleza francesa, fue educada en un ambiente internacional, en una época en que la ciencia moderna parecía prometer una respuesta para todos los problemas del universo. Su descubrimiento de una relación directa y viva con Dios ha sido narrado en la autobiografía que antes hemos mencionado. No obstante, es característico de su vía espiritual el que continuase asistiendo a los servicios religiosos anglicanos, aunque para ella, a la luz de su experiencia interior, la forma externa pudo haberse convertido en una simple cáscara.

Murió en 1928 y está enterrada en un pueblo de Dorsetshire.

(Excertos da apresentação da versão espanhola de um de seus livros, LA FONTANA DE ORO)


Na sua obra maior, Fonte de Ouro, a autora compartilha conosco muitos segredos de uma vida de devoção total, e nos oferece um maravilhoso exemplo de como o verdadeiro misticismo não deixa nada de fora de seus limites, senão que de uma maneira eminentemente prática une todos os elementos de nossa existência cotidiana para formar a túnica inconsútil da contemplação.