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gaia / γαῖα / Γαῖα / Terra / γῆ / gê / γῆς / gês / γη αγια / terra santa / tierra santa

  

gr. γῆ, ge = Terra. Em Timeu   40b-c a Terra é chamada de "nossa nutriz" (trophon) e "guardião e demiurgo (demiourgon) do dia e da noite".


Platão considerava a geometria e os números como a mais concisa e essencial, e portanto ideal, das linguagens filosóficas. Mas não é senão em virtude de seu funcionamento num certo "nível" de realidade que a geometria e os números podem se tornar veículo para a contemplação filosófica.

Henry Corbin

A percepção do mistério sofiânico da Terra, da geosofia, não pode evidentemente se cumprir no quadro de uma geografia positiva. Ela supõe uma geografia visionária, o que foi justamente chamado uma «paisagem de Xvarnah», quer dizer uma paisagem prefigurando o Frashkart. Ela não se dispersa em espaços profanos previamente dados. Ela concentra o espaço sacral in medio mundi, no centro de visão que fixa a presença mesma da alma visionária (ou da da comunidade visionária), e que não foi situada, pois ela é situativa dela mesma. Os aspectos geográficos, as montanhas por exemplo não são aí aspectos simplesmente físicos; têm uma significação para alma são aspectos psico-cósmicos constituindo uma geografia imaginal. Os eventos que aí têm lugar consistem na visão mesma destes aspectos; são eventos psíquicos, aqueles de uma história imaginal. Também, neste centro se encontra o paraíso de Yima, o paraíso dos arquétipos, porque aí tem lugar o encontro dos Celestes e dos Terrestres.

Tal é a Imagem da Terra que vai nos revelar o procedimento cartográfico dos antigos iranianos. Assim como uma paisagem de Xvarnah não pode ser tratada por uma arte representativa, mas procede essencialmente de uma arte simbólica, assim também esta cartografia não tenciona reproduzir os contornos de um continente. Ela modela ao invés um instrumento de meditação que permite ganhar mentalmente o centro, o medium mundi, ou melhor de aí tomar posição de pronto. Só uma geografia visionária pode constituir a cena de eventos visionários porque ela dela faz parte ela mesma; as plantas, as águas, as montanhas são transmutadas em símbolos, quer dizer percebidas pelo órgão de uma Forma imaginal que é ela mesma a presença de um estado visionário, e por aí mesmo são todas percebidas in mundo imaginali. Como as Figuras celestes, as paisagens terrestres aparecem então enevoadas da Luz-de-Glória, restituídas em sua pureza paradisíaca, e é em uma decoração de montanhas flamejando às auroras, de águas celestes onde crescem plantas de imortalidade, que têm lugar e que são «Imaginadas» as visões de Zaratustra, seus encontros com Ohrmazd e os Arcanjos.

Ahora podemos decir lo siguiente: Imago Terrae representa, al mismo tiempo que el órgano mismo de percepción, lo que se percibe de los aspectos y las figuras de la Tierra, no ya simplemente a través de los sentidos ni como datos sensibles empíricos, sino a través de la Forma imaginal, la Imagen-arquetipo, la Imagen apriori de la propia alma. La Tierra es entonces una visión, y la geografía una geografía visionaria, una "geografía imaginal". A partir de ahí lo que el alma encuentra y conoce es esta Imagen suya y su propia Imagen. Esta Imagen que ella misma proyecta es a la vez la que la ilumina y la que le refleja las figuras a su Imagen, figuras de las que recíprocamente ella misma constituye la Imagen, es decir, los Ângeles femeninos de la Tierra que están hechos a Imagen de Daena-Anima. Por eso la fenomenología mazdeísta de la Tierra es en realidad una angelología. [CorbinCETC]

René Guénon

La conclusión que debe sacarse de estas consideraciones es que hay tantas "Tierras Santas" particulares como formas tradicionales regulares existen, puesto que representan los centros espirituales que corresponden respectivamente a las diferentes formas; pero, si igual simbolismo se aplica uniformemente a todas esas "Tierras Santas", ello se debe a que los centros espirituales tienen todos una constitución análoga, y a menudo hasta en muy precisos pormenores, porque son otras tantas imágenes de un mismo centro único y supremo, solo el cual es verdaderamente el "Centro del Mundo", pero del cual aquéllos toman los atributos como participantes de su naturaleza por una comunicación directa, en la cual reside la ortodoxia tradicional, y como representantes efectivos de él, de una manera más o menos exterior, para tiempos y lugares determinados. En otros términos, existe una "Tierra Santa" por excelencia, prototipo de todas las otras, centro espiritual al cual todas las demás están subordinadas, sede de la tradición primordial, de la cual todas las tradiciones particulares derivan por adaptación a tales o cuales condiciones definidas de un pueblo o de una época. Esa "Tierra Santa" por excelencia es la "comarca suprema", según el sentido del término sánscrito Paradeça, del cual los caldeos hicieron Pardés y los occidentales Paraíso; es, en efecto, el "Paraíso terrestre", ciertamente punto de partida de toda tradición, que tiene en su centro la fuente única de donde parten los cuatro ríos que fluyen hacia los cuatro puntos cardinales [1], y es a la vez "morada de inmortalidad", como es fácil advertirlo refiriéndose a los primeros capítulos del Génesis [2].

No podemos volver aquí sobre todas las cuestiones concernientes al Centro supremo, que hemos tratado más o menos completamente en otros lugares: su conservación, de un modo más o menos oculto según los períodos, desde el comienzo hasta el fin del ciclo, o sea desde el "Paraíso terrestre" hasta la "Jerusalén celeste", que representan las dos fases extremas; los múltiples nombres con los cuales se lo designa, como los de Tula, Lûz, Salêm, Agarttha; los diferentes símbolos que lo figuran, como la montaña, la caverna, la isla y muchos otros, en relación inmediata, por su mayor parte, con el simbolismo del "Polo" o del "Eje del Mundo". A estas figuraciones podríamos agregar también las que lo presentan como una ciudad, una ciudadela, un templo o un palacio, según el aspecto especial en que se lo encara; y ésta es la ocasión de recordar, al mismo tiempo que el Templo de Salomón, más directamente vinculado con nuestro tema, el triple recinto de que hemos hablado recientemente considerándolo como representación de la jerarquía iniciática de ciertos centros tradicionales [3], y también el misterioso laberinto, que, en forma más compleja, se vincula con una concepción similar, con la diferencia de que pone en evidencia sobre todo la idea de un "encaminarse" hacia el centro escondido [4]. [SÍMBOLOS DA CIÊNCIA SAGRADA]


[1Esta fuente es idéntica a la "fuente de enseñanza" a la cual hemos tenido precedentemente oportunidad de hacer aquí mismo diferentes alusiones.

[2Por eso la "fuente de enseñanza" es al mismo tiempo la "fuente de juvencia" ( fons iuventutis ), porque quien bebe de ella se libera de la condición temporal; está, por otra parte, situada al pie del "Árbol de Vida" ( ver nuestro estudio sobre "Le Langage secret de Dante et des Fidèles d’Amour’" en V. I., febrero de 1929 ) y sus aguas se identifican evidentemente con el "elixir de longevidad" de los hermetistas ( la idea de "longevidad" tiene aquí la misma significación que en las tradiciones orientales ) o al "elixir de inmortalidad", de que se trata en todas partes bajo nombres diversos.

[3Ver nuestro artículo sobre "La triple enceinte druidique"; hemos señalado allí, precisamente, la relación de esta figura, en sus dos formas: circular y cuadrada, con el simbolismo del "Paraíso terrestre" y de la "Jerusalén celeste"

[4El laberinto cretense es el palacio de Minos, nombre idéntico al de Manu, y designación, por lo tanto, del legislador primordial. Por otra parte, puede comprenderse, por lo que aquí decimos, la razón de que el recorrido del laberinto trazado en el embaldosado de ciertas iglesias, en el Medioevo, fuera considerado como un sustituto de la peregrinación a Tierra Santa para quienes no podían realizarla; ha de recordarse que la peregrinación es una de las figuras de la iniciación, de suerte que la "peregrinación a Tierra Santa" es, en sentido esotérico, lo mismo que la "búsqueda de la Palabra perdida" o la "búsqueda del Santo Graal".