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HDV: bâlya

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024

  

Shankarâchârya enumera tres atributos que corresponden en cierto modo a otras tantas funciones del Sannyâsî poseedor del Conocimiento, el cual, si este conocimiento es plenamente efectivo, no es otro que el Yogî [NA: El estado de Sannyâst es propiamente el último de los cuatro âshramas (los tres primeros son los de Brahmachârî o "estudiante de la Ciencia sagrada", discípulo de un Guru, de Grihastha o "amo de la casa", y de Vanaprastha o "anacoreta"); pero el nombre de Sannyâts también se extiende a veces, como se ve aquí, al Sâdhu, es decir, al que ha cumplido la realización perfecta, y que es ativarnâshramî, así como lo hemos dicho más atrás.): estos tres atributos son en el orden ascendente, bâlya, pânditya, y mauna (Comentario sobre los Brahma-Sûtras  , 3er Adhyâya, 4º Pâda, sûtras 47 a 50.]. El primero de estos términos designa literalmente un estado comparable al de un niño (bâla) [NA: Cf. estas palabras del Evangelio: "El Reino del Cielo es para los que se asemejan a estos niños... Quienquiera que no reciba al Reino de Dios como un niño, no entrará en él" (San Mateo XIX, 24; San Lucas  , XVIII, 16 y 17).]: es un estado de "no expansión", si se puede hablar así, donde todas las potencias del ser están por así decir concentradas en un punto, y realizan por su unificación una simplicidad indiferenciada, aparentemente semejante a la potencialidad embrionaria (Este estadio corresponde al "Dragón oculto" del simbolismo extremo oriental. — Otro símbolo que se emplea frecuentemente es el de la tortuga que se retira enteramente al interior de su concha.). En un sentido un poco diferente, pero que completa el precedente (ya que ahí hay a la vez reabsorción y plenitud), es también el retorno al "estado primordial" del que hablan todas la tradiciones, y sobre el que insisten más especialmente el taoísmo y el esoterismo islámico  ; este retorno es efectivamente una etapa necesaria en la vía que conduce a la Unión, ya que es solo a partir de este "estado primordial" como es posible rebasar los límites de la individualidad humana para elevarse a los estados superiores [NA: Es el "estado edénico" de la tradición judeocristiana; por eso es por lo que Dante   sitúa el Paraíso terrestre en la cima de la montaña del Purgatorio, es decir, precisamente en el punto donde el ser abandona la Tierra o el estado humano, para elevarse a los Cielos (designados como el "Reino de Dios" en la precedente cita del Evangelio).]. 351 HDV XXIII

Acabamos de considerar los tres atributos de que se trata como caracterizando a otros tantos estadios preparatorios a la Unión; pero, naturalmente, el Yogî, llegado a la meta suprema, los posee con mayor razón, como posee todos los estados en la plenitud de su esencia [NA: Se puede destacar también que estos tres atributos son en cierto modo "prefigurados" respectivamente, y en el mismo orden, por los tres primeros âshramas; y el cuarto âshrama, el del Sannyâsi (entendido aquí en su sentido más ordinario), conjunta y resume por así decir los otros tres, como el estado final del Yogî comprende "eminentemente" todos los estados particulares que han sido recorridos primero como otros tantos estadios preliminares.]. Por lo demás, estos tres atributos están implícitos en lo que se llama aishwarya, es decir, la participación en la esencia de Îshwara, ya que corresponden respectivamente a las tres Shaktis de la Trimûrti: si se destaca que el "estado primordial" se caracteriza fundamentalmente por la "Armonía", se ve inmediatamente que bâlya corresponde a Lakshmî, mientras que pânditya corresponde a Saraswati y mauna a Pârvatî [NA: Lakshmi es la Shakti de Vishnu; Saraswati o Vâch es la de Brahma: Pârvatî es la de Shiva. A Pâr vatî también se la llama Durgâ, es decir "Aquella a la que uno se acerca difícilmente". — Es destacable encontrar la correspondencia de estas tres Shaktis hasta en las tradiciones occidentales: así, en el simbolismo masónico, los "tres principales pilares del Templo" son "Sabiduría, Fuerza, Belleza"; aquí, la Sabiduría es Saraswati, la Fuerza es Pârvatî, y la Belleza es Lakshmi. Del mismo modo, Leibnitz, que había recibido algunas enseñanzas esotéricas (bastante elementales por lo demás) de fuente rosicruciana, designa los tres principales atributos divinos como "Sabiduría, Poder, Bondad", lo que es exactamente la misma cosa, ya que "Belleza" y "Bondad" no son en el fondo (como se ve en los griegos y concretamente en Platón) más que dos aspectos de una idea única, que es precisamente la de "Armonía".]. Este punto es de una importancia particular cuando se quiere comprender lo que son los "poderes" que pertenecen al jîvan-mukta, a título de consecuencias secundarias de la perfecta realización metafísica. 353 HDV XXIII