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Azufre

quinta-feira 25 de janeiro de 2024

  

Perenialistas
René Guénon: Guenon Enxofre Mercurio Sal - ENXOFRE MERCÚRIO SAL

Sin entrar en detalles que estarían aquí fuera de propósito, se puede decir que el Azufre, cuyo carácter activo le hace asimilable a un principio ígneo, es esencialmente un principio de actividad interior, que se considera que irradia a partir del centro mismo del ser. En el hombre, o por similitud con éste, esta fuerza interna se identifica frecuentemente de una cierta manera con el poder de la voluntad; por lo demás, esto no es exacto más que a condición de entender la voluntad en un sentido mucho más profundo que su sentido psicológico ordinario, y de una manera análoga a aquella donde se puede hablar por ejemplo de la «Voluntad divina» [1] o, según la terminología extremo oriental, de la «Voluntad del Cielo», puesto que su origen   es propiamente «central», mientras que todo lo que considera la psicología es simplemente «periférico» y no se refiere en suma más que a modificaciones superficiales del ser. Por lo demás, es intencionadamente como mencionamos aquí la «Voluntad del Cielo», ya que, sin poder ser asimilado al Cielo mismo, el Azufre, por su «interior - interioridad», pertenece al menos, evidentemente, a la categoría de las influencias celestes; y, en lo que concierne a su identificación con la voluntad, se puede decir que, si no es verdaderamente aplicable al caso del hombre ordinario (a quien la psicología toma exclusivamente como objeto de su estudio), sí está plenamente justificada, por el contrario, en el caso del «hombre verdadero», que se sitúa en el centro de todas las cosas, y cuya voluntad, por consiguiente, está necesariamente unida a la «Voluntad del Cielo» [2].


Observações

[1Señalamos a este propósito que la palabra griega theion, que es la designación del Azufre, significa también al mismo tiempo «divino».

[2Encontraremos más adelante esta consideración de la voluntad a propósito del ternario, «Providencia, Voluntad, Destino». - El «hombre transcendente», es decir, el que ha realizado en sí mismo el «Hombre Universal» (el-insânul-kâmil) es, en el lenguaje del hermetismo islámico, designado él mismo como el «Azufre rojo» (el-kebrîtul-ahmar), que también es representado simbólicamente por el Fênix - Fénix; entre él y el «hombre verdadero» u «hombre primordial» (el-insânul-qadîm), la diferencia que existe es la que hay entre la «obra al rojo» y la «obra al blanco», que corresponden a la perfección respectiva de los «misterios mayores» y de los «misterios menores».