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materia secunda

quinta-feira 25 de janeiro de 2024

  

Perenialistas
René Guénon: Guenon Materia Signata - MATERIA SIGNATA QUANTITATE
Antes de ir más lejos, debemos notar en seguida que la «materia» de los físicos no puede ser en todo caso más que una materia secunda, puesto que la suponen dotada de algunas propiedades, sobre las que, por lo demás, no concuerdan enteramente, de suerte que no hay en ella más que potencialidad e «indistinción»; por lo demás, como sus concepciones no se refieren más que al mundo sensible solo, y no van más allá de él, no sabrían qué hacer de la consideración de la materia prima. No obstante, por una extraña confusión, hablan a cada instante de «materia inerte», sin apercibirse de que, si fuera verdaderamente inerte, estaría desprovista de toda propiedad y no se manifestaría de ninguna manera, de suerte que no sería absolutamente nada de lo que sus sentidos pueden percibir, mientras que al contrario ellos declaran «materia» a todo lo que cae bajo sus sentidos; en realidad, la inercia solo puede convenir a la materia prima, porque ella es sinónimo de pasividad o de potencialidad pura. Hablar de «propiedades de la materia» y afirmar al mismo tiempo que «la materia es inerte», es una contradicción insoluble; ¡y, curiosa ironía de las cosas, el «cientificismo» moderno, que tiene la pretensión de eliminar todo «misterio», hace llamada, en sus vanas tentativas de explicación, a lo que hay de más «misterioso» en el sentido vulgar de esta palabra, es decir, de más obscuro y de menos inteligible!

Uno puede preguntarse ahora si, poniendo a un lado la «pretendida inercia de la materia», que no es en el fondo más que una absurdidad, esta misma «materia», dotada de cualidades más o menos bien definidas que la harían susceptible de manifestarse a nuestros sentidos, es la misma cosa que la materia secunda de nuestro mundo tal como la entienden los escolásticos. Ya se puede sospechar que una tal asimilación sería inexacta si se precisa solo que, para desempeñar en relación a nuestro mundo un papel análogo al de la materia prima o de la substancia universal en relación a toda manifestación, la materia secunda de que se trata no debe estar manifestada de ninguna manera en este mundo mismo, sino que solo debe servir de «soporte» o de «raíz» a lo que se manifiesta en él, y que, por consiguiente, las cualidades sensibles no pueden serle inherentes, sino que proceden al contrario de «formas» recibidas en ella, lo que equivale a decir también que todo lo que es cualidad debe ser referido en definitiva a la esencia. Así pues, se ve aparecer aquí una nueva confusión: los físicos modernos, en su esfuerzo por reducir la cualidad a la cantidad, han llegado, por una suerte de «lógica del error», a confundir la una y la otra, y por consiguiente a atribuir la cualidad misma a su «materia» como tal, en la que acaban por colocar así toda la realidad, o al menos todo lo que ellos son capaces de reconocer como realidad, lo que constituye el «materialismo» propiamente dicho.