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Merkabah

quinta-feira 25 de janeiro de 2024

  

La Kábbala del Bereschit encuentra quizás su expresión más genuina en el Sepher Yetzirah y en el Zohar  ; la de la Merkabah en los Helakoth.

El término Merkabah, a pesar de referirse a la visión del Carro, no aparece sin embargo en Ezequiel, sino en los Paralipómenos o Crónicas: "el modelo del carro" y, sobre todo, en el Eclesiástico. Sabemos gracias a este libro, que se refiere a la visión de Ezequiel:

"Ezequiel contempló la visión de gloria que él (el Señor) le enseñó en el carro de los Querubines." (XLIX-8)

En los Helakoth, escritos místicos prekabbalísticos, se hacía ya alusión a la mística de la Merkabah. Estos textos contienen instrucciones precisas para aquellos que desean obtener la visión extática de las celestes regiones de la Merkabah, describiendo el viaje extático que el hombre realiza a través de los siete cielos y los siete Palacios (Helakoth), hasta llegar ante el Trono de Dios.

Las Helakoth son de un carácter eminentemente mágico, y revelan en cada una de las estaciones atravesadas por el místico, los misterios de las cosas celestes y secretas de la Creación y de los ángeles. Al final de esta visión beatífica, el místico puede ver "la Gran Gloria" o "la Gran Fuerza" de la que nos hablan algunos apócrifos y algunas leyendas judías, con la que es peligroso entrar en contacto sin la preparación adecuada.

Una antigua leyenda judía explica que un niño estaba leyendo en casa de su maestro el Libro de Ezequiel, y entendió qué era el Hashmal, término misterioso que Jerônimo - San Jerónimo traduce por "electrum"; inmediatamente, apareció un fuego que venía del Hashmal y lo consumió.

El misterio del Hashmal, al que los kabbalistas parecen tener el mayor respeto, es el punto más oscuro del Libro de Ezequiel; sin duda es también el objeto de la Cábala de la Merkabah. Encontramos pocas alusiones claras a él en los libros de los kabbalistas, que casi siempre hablan por sobreentendidos, pero toda la Cábala de la Merkabah gravita en torno a este misterio.

Los adeptos de la mística de la Merkabah se llamaban Iordé Merkabah, "aquellos que descienden hacia el carro". Este descenso iba precedido por varios años de preparación, meditación y estudio, prácticas en las que entraban incluso disciplinas como la quiromancia, la astrología o la fisiognomia.

Antes de proceder al descenso mágico, el místico solía efectuar unos ayunos rituales acompañados de plegarias y de letanías protectoras. Luego, el alma atravesaba los siete cielos y los siete palacios venciendo la hostilidad de los arcontes, burlando el celo de los porteros, y alcanzaba la contemplación de la Gloria del Rey en su Palacio Cerrado, gracias a la pureza alcanzada en las prácticas preparatorias y a la Magia Teúrgica.

Este mismo proceso, que podemos encontrar en las Helakoth Rabbati (caps. XV y XXIII), aparece en la Kábbala del Sepher Yetzirah y en algunos de sus comentarios.