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nascimento-morte

quinta-feira 25 de janeiro de 2024

  

El punto de vista que acabamos de exponer en último lugar quizás se haga más claro si se considera lo que se corresponde con él, en el interior mismo de la manifestación, en el paso de un estado a otro: este paso es en sí mismo un punto único, pero, naturalmente, puede ser considerado desde uno y desde el otro de los dos estados entre los cuales está situado y de los cuales es el límite común. Aquí todavía, nos encontramos con la consideración de las dos caras: este paso es una muerte en relación a uno de los dos estados, mientras que es un nacimiento en relación al otro; pero esta muerte y este nacimiento coinciden en realidad, y su distinción no existe sino en relación a los dos estados, de los cuales uno tiene su fin y el otro su origen   en ese mismo punto. La analogía es evidente con lo que, en las consideraciones precedentes, concernía, no a dos estados particulares de manifestación, sino a la manifestación total en sí misma y al Principio, o más precisamente al paso del uno a la otra; por lo demás, conviene agregar que, aquí también, el sentido inverso de la analogía encuentra su aplicación, ya que, por un lado, el nacimiento a la manifestación es como una muerte al Principio, y por el otro, inversamente, la muerte a la manifestación es un nacimiento o más bien un «renacimiento» al Principio, de suerte que el origen y el fin se encuentran invertidos según se consideren en relación al Principio o en relación a la manifestación; esto, bien entendido, siempre en la relación de uno con el otro, ya que, en la inmutabilidad del Principio mismo, no hay, ciertamente, ni nacimiento ni muerte, ni origen ni fin, sino que él mismo es el origen primero y el fin último de todas las cosas, sin que, por lo demás, entre ese origen y ese fin haya una distancia cualquiera en la realidad absoluta. [René Guénon]