Las conexiones de la Liebre con la Luna y el Perro se afirman notablemente en Satapatha Brahmana XI.1.5.1, 2 «La Luna es aquel Perro celestial; él [la luna] vigila (con un ojo malo) al ganado del sacrificador , y eso es para su daño, a menos de que se haga una expiación (prayascitta). Es por esto por lo que los hombres temen a la luz de la luna, y se deslizan a la sombra. Los hombres llaman a esa fiebre (upatapat, causada por el toque de la luna) un “ser mordido por el Perro” (svalucitam), y a esto [aquí probablemente deicticalmente, haciendo un gesto apropiado], la “Liebre en la Luna” — según lo cual la Luna es sasanka, “marcada por la Liebre”. La Luna es verdaderamente Soma, el (ambrosíaco) alimento de los Dioses». Otra referencia a la «Liebre en la Luna» aparece en Jaiminiya Brahmana. Aquí la Liebre es sasa, puesto que «instruye» (sasti) a todo este mundo; y Yama , la Muerte , es [el Hombre] «en la Luna» que «retiene» (yamati) todas las cosas, y a quien se llama el «Comedor» (atsyan), o más literalmente, «el que tiene intención de comer», sin duda con referencia a la Liebre como su alimento prospectivo; sólo cuando ha sido «pacificado» (samayitva) con ofrendas sacrificiales, la hace [a la Liebre] «ganar la savia de la vida (urjam, “impulso” o energía activadora) de los mundos»; y el Comprehensor de esta doctrina que ofrece el Agnihotra — el sacrificio, ritualmente de una víctima y subjetivamente de sí mismo en el Altar del Fuego — sube al compañerazgo en su mundo con los Dioses y Yama.
En el Pañcatantra hay una historia de Liebres y la Luna. Una manada de elefantes recurre a las aguas frescas del lago de la Luna, pero en su ir y venir causan la muerte de muchas liebres que viven en sus orillas. El Rey Liebre Cara de Piedra acepta la proposición de la Liebre «Victoria». Esta última, pretendiendo ser el embajador de mi Señor la Luna, persuade al Elefante Rey de que ha enojado a la Luna, tras de lo cual los elefantes se retiran y dejan el lago en paz . En la misma colección aparece la historia de la Liebre y el León; este último ha estado destruyendo a todos los animales sin miramientos; hasta que se hace un compromiso de que se le dará una criatura diaria para su comida, elegida a suertes. Cuando le llega el momento de que se le dé a una Liebre, ésta inventa una estratagema. La Liebre llega tarde y explica que ha sido retenida por otro León. El León Rey se enfurece, y propone destruir a su rival. La Liebre le conduce a un manantial de agua clara, en cuyo fondo el León Rey ve su propio reflejo, y supone que éste es su rival; salta entonces hacia el reflejo, y se ahoga. Así la Liebre se salva a la vez a sí misma y a todas las demás criaturas habitantes del bosque.
Estas dos historias las cuenta nuevamente, y las interpreta Jalalu’d-Din Rumi en el Mathnawi. En el primer caso, Rumi toma el Elefante como el tipo del alma tímida, y la Liebre como un engañador que impide al alma obtener el Agua de la Vida; aún así, es notorio que todavía se conserva la estrecha relación de la Liebre con la Luna y con el Agua de la Vida. En el segundo caso, la Liebre es el tipo del alma racional que procede con deliberación y previsión, y que triunfa sobre la muerte, representada por el León como el tipo del alma carnal. En anotación, Nicholson cita a Damiri, que dice que la Liebre «duerme con los ojos abiertos».
En Jataka IV.84 un rey tiene dos hijos, y se trastorna por el dolor cuando uno muere. Para curarle este dolor excesivo el otro hijo finge locura, y deambula por la ciudad pidiendo una liebre. Rechaza todas las que se le ofrecen, diciendo «Yo no quiero ninguna liebre de especie terrenal, sino sólo la Liebre de la Luna». Esto es una expresión para lo imposible, o lo inalcanzable, como nuestro moderno «pedir la luna». Evitar la incidencia de la muerte es igualmente imposible; y como es habitual, el acongojado rey se consuela por su consecuente comprensión de la universalidad e inevitabilidad de pérdidas tales como la que le ha acontecido.
En Dhammapada 342, tenemos el símil de la Liebre cogida en una trampa:
«Hombres movidos por el temor y el deseo bullen de acá para allá como una liebre atrapada;
Presos de las cadenas de sus apegos, una y otra vez padecen largas miserias».
La enseñanza es obvia; evitad la trampa.
Un diseño de tres conejos que tienen en total sólo tres orejas (de modo que cada una de las dos orejas de uno forma una de las orejas del otro) representa a la Trinidad Cristiana.
Como un símbolo Prométeico, la relación de la Liebre con el fuego — tratada por el Dr. Layard, p. 193 — hace de ella un animal peligroso, y esto está bien ilustrado en Atharva Veda Samhita V.17.4: «el infortunio que cae sobre el poblado, del cual ellos dicen “Es un cometa” [literalmente, estrella con cabello de torrente], como tal, la esposa del brahman quema el reino donde la Liebre ha salido junto con los meteoros ». Yo no sé por qué Whitney cuestiona sasa aquí — probablemente a causa de su notable ignorancia del simbolismo tradicional; pero dice acertadamente que «tales aparentes portentos son realmente la mujer, que ha sido maltratada». El hecho de que la «mujer» es en este caso la «Palabra» Sacerdotal (vac, vox) usurpada por el Regnum , no constituye ninguna diferencia en principio. En otro pasaje, Atharva Veda Samhita IV.3.6, encontramos la expresión «¡Abajo con el sasaya!», y esto, en un contexto de encantamientos dirigidos contra tigres y otros animales salvajes, puede significar «cazador de liebres», o quizás un perro salvaje.
Hay algunas excelentes ilustraciones chinas y mejicanas de la Liebre o el Conejo escapando de las fauces de un monstruo en Sakralbronzen und ihre Bedentung in den frihchinesischen Kulturen de G. Hentze, Antwerp 1941, Tafelband I. Abb. 234 y II Abb. 51 y 53, Textband pp. 73, 139. Hentze iguala a la Liebre con la Luna joven misma; es decir, con el Soma que se lleva. Donde la Liebre no está meramente en la Luna, sino que se identifica con la Luna misma, el dragón sería Rahu.
Frecuentemente, en América del Sur el enemigo de la Luna no es una serpiente , sino un Jaguar. Así en A. Mètraux, Myths of the Toba and Pilaga Indians of the Gran Chaco (Am. Folklore Society, Philadelphia, 1946, p. 19), el Jaguar es el espíritu de la muerte y el enemigo de la Luna, (y p. 109), el Jaguar es el propietario original del Fuego, y el Conejo lo roba exitosamente.