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Míguez-Plotino: Alma

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024, por Cardoso de Castro

  

Y las bestias, ¿cómo están en posesión del animal? Según. Caso de que, como se dice, habiten en ellas almas humanas que hayan pecado, toda la parte del alma que está separada no pasa a ser pertenencia de las bestias, sino que, estando presente, no está presente para ellas, sino que la consciencia no abarca más que la imagen del alma junto con el cuerpo. Su cuerpo es, pues, tal cual es el cualificado por una imagen de alma. Pero si en la bestia no penetró ninguna alma de hombre, se convierte en tal animal de tal especie en virtud de un destello emanado del Alma total. ENÉADA: I 1 (53) 11

Si, pues, nos asemejamos por la virtud, ¿nos asemejamos a quien posee virtud? Concretamente, ¿a qué Dios nos asemejamos? ¿Al que mejor parece poseer estas virtudes, más concretamente, al Alma del cosmos y al principio rector que hay en ella, dotado de una sabiduría maravillosa?. Es, en efecto, razonable que sea él a quien tratemos de asemejarnos mientras estamos acá. ENÉADA: I 2 (19) 1

Y, por tanto, la investigación de lo bello debe ir paralela a la de lo bueno; y la de lo feo, a la de lo malo. Y así, lo primero de todo hay que colocar a la Beldad, que es lo mismo que el Bien. De éste procede inmediatamente la Inteligencia en calidad de lo bello. El Alma, en cambio, es bella por la Inteligencia, mientras que las demás cosas son ya bellas por obra del Alma, porque las conforma, tanto las que entran en el ámbito de las acciones como las que entran en el de las ocupaciones. E incluso los cuerpos, cuantos son calificados de bellos, es ya el Alma quien los hace tales. Porque como el Alma es cosa divina y una como porción de lo bello, cuantas cosas toca y somete las hace bellas en la medida en que son capaces de participar. ENÉADA: I 6 (1) 6

En cambio, la vida del Alma, la del Alma primera que subsigue a la Inteligencia, está más cerca de la realidad, y por la Inteligencia es boniforme esta Alma; mas poseerá el Bien, si mira hacia él. La Inteligencia, empero, subsigue al Bien. Por lo tanto, para el ser al que competa la vida, la vida es su bien; para el que tenga parte en la inteligencia, la inteligencia es su bien; en consecuencia, aquél al que competa vida con inteligencia, accede al Bien por doble título. ENÉADA: I 7 (54) 2

Si, pues, la vida que tiene mezcla de mal es un bien para nosotros, ¿cómo negar que la muerte sea un mal? ¿Un mal para quién? El mal debe sobrevenir a alguien; pero para aquel que ya no existe o, si existe, está privado de vida, ni aun en este caso hay mal alguno, como no hay mal alguno para una piedra. Pero si hay vida y alma después de la muerte, ya será un bien, tanto mayor cuanto mejor realiza sin el cuerpo sus propios actos. Y si, por otro lado, se integra en el Alma total, ¿qué mal puede sobrevenirle, estando allá? Y, en general, así como para los dioses hay bien, eso sí, pero no mal alguno, así tampoco lo habrá para el alma que preservare su propia pureza. Pero si no la preserva, será un mal para ella no la muerte, sino la vida. Y si además hay castigos en el Hades, de nuevo aun allá la vida será un mal para ella porque no será meramente vida. ENÉADA: I 7 (54) 3

Aquella Inteligencia no es, pues, como éstas, sino que contiene todas las cosas y es todas las cosas y está con ellas porque está consigo misma y las contiene todas sin contenerlas. Porque no son éstas una cosa y ella otra, ni existe por separado cada una de las cosas que hay en ella, pues que cada una es total y es absolutamente todo. Y, sin embargo, no están confundidas, sino a su vez discriminadas. Es un hecho al menos que el participante no participa de todas juntamente, sino de la que puede. Y así, la Inteligencia es la primera actividad de aquél y la primera Esencia, mientras aquél se queda en sí mismo. La Inteligencia, sin embargo, actúa en torno a aquél como quien vive en torno suyo. El Alma, en cambio, danzando por fuera alrededor de la Inteligencia, mirando a ésta y escrutando el interior de ésta, mira a Dios a través de la Inteligencia. ENÉADA: I 8 (51) 2

Pero la Inteligencia, semejante como es al Uno, produce lo mismo que El esparciendo su múltiple poder. Lo que produce es una imagen de sí misma, al desbordarse de sí igual que lo ha hecho el Uno, que es anterior a ella. Este acto que procede del ser es lo que llamamos el Alma, en cuya generación la Inteligencia permanece inmóvil, lo mismo que ha permanecido el Uno, que es anterior a la Inteligencia, al producir la Inteligencia. Pero el Alma, en cambio, no permanece inmóvil en su acto de producción, sino que se mueve verdaderamente para engendrar una imagen de ella. Al volverse hacia el ser del que proviene se sacia de él, y al avanzar con un movimiento diferente y contrario, engendra esa imagen de sí misma que es la sensación, no sólo en la naturaleza sino también en las plantas. Y, sin embargo, nada aparece separado o cortado con respecto a lo anterior. Por lo cual, el alma semeja adelantarse hasta las plantas, y lo hace en un cierto sentido puesto que le pertenece el principio vegetativo que se da en ellas. Pero no se entrega por entero a las plantas, sino que al descender a éstas lo que hace es producir otra existencia por su avance y buena disposición hacia el mundo que le es inferior; ahora bien, por su parte superior, que sigue dependiendo de la Inteligencia, le es permitido permanecer inmóvil en sí misma. ENÉADA: V 2 (11) 5

Nos queda por decir si en el mundo inteligible se dan sólo los modelos de los seres sensibles o si, al igual que el hombre en sí es diferente del hombre sensible, se dan allí también un Alma en sí diferente del alma y una Inteligencia en sí diferente de la inteligencia. Debemos afirmar en primer lugar que no hay que creer que todas las cosas de aquí son imágenes de unos modelos, ni aun que el alma sea una imagen del alma en sí. Porque un alma se diferencia de otra en razón de su dignidad y es, ya en este mundo, una verdadera alma en sí, aunque no en el mismo grado que en el mundo inteligible. Cada una de las almas verdaderas disfruta de una cierta justicia y sensatez; e incluso hay en nuestras almas una ciencia verdadera, que no es el resultado de imágenes ni de representaciones de las ideas en los objetos sensibles, sino que se basa en el hecho de que las mismas cosas se encuentran allí y aquí, pero de diferente manera. Pues las ideas no se hallan separadas en un cierto lugar, de tal modo que, en cuanto el alma se sustrae al cuerpo, se reúne con aquéllas en el mundo inteligible. Ciertamente, el mundo sensible ocupa un solo lugar, en tanto el mundo inteligible se distribuye por todas partes. Por ello, todo lo que cl alma así dispuesta (percibe) aquí, se encuentra realmente en el mundo inteligible. De suerte que, si consideramos como cosas sensibles las cosas que vemos, hay en el mundo inteligible no tan sólo seres que se corresponden con los del mundo sensible, sino también otros más; aunque, si abarcamos en el universo tanto el alma como lo que se da en el alma, hay aquí verdaderamente todo cuanto hay en el mundo inteligible. ENÉADA: V 9 (5) 5