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contingência

quinta-feira 25 de janeiro de 2024

  

«Una disposición se define por sus actos o por sus objetos.»[EN4  , 1, 1122b 1] Mediante esta fórmula, que encontramos a mitad del desarrollo sobre las virtudes morales, pero que puede aplicarse a toda ἕξις, Aristóteles manifiesta la doble cara de la virtud, que no se define sólo por un cierto tipo de disposición subjetiva, sino también por la referencia a un cierto tipo de situación. Ser virtuoso no es sólo actuar como hace falta, sino también con lo que hace falta, cuando y donde hace falta [1]. La materia de la acción es aquí tan poco extraña a la definición de la moralidad que la virtud no puede ser definida sin su objeto. El acto virtuoso no sería lo que es, o aquello que debe ser, si las circunstancias fueran otras; y, en general, la virtud no sería lo que es, incluso no sería en absoluto, si el mundo fuera distinto del que es.

De hecho, en su descripción de las virtudes morales, Aristóteles se cuida de indicar cada vez las situaciones que dan al hombre la ocasión de ser valeroso, liberal, justo, etc. Allí donde estas situaciones no se dan, más aún, allí donde no hay ninguna posibilidad de que se den, tampoco hay razón alguna para que estas virtudes florezcan. Aristóteles sacará de ello la consecuencia que se sigile rigurosamente, la cual debió parecer escandalosa a los platónicos y parecerá todavía difícil a Plotino  : [2] los dioses no son ni justos ni valerosos, ni liberales, ni templados, pues no viven en un mundo en el que se haya de firmar contratos, afrontar peligros, distribuir sumas de dinero o moderar deseos [EN10, 8, 1178b 9-18]. Los dioses no viven en el mundo de la relación, de la aventura y de las necesidades, y sería conceder a la virtud un valor que no tiene [3] el querer atribuírsela a seres que, siendo lo que son y viviendo allí donde viven, no tienen evidentemente nada que hacer con ella.


LÉXICO: contingência e afins

Observações

[1EN2, 2, 1104b 26; EN2, 6, 1107a 17; EN2, 9, 1109a 28, 1109b 16; EN3, 15, 1119b 17

[2Cf. Enéada I, 2 (Sobre las virtudes), donde Plotino se esfuerza por conciliar la tesis de Platón según la cual la virtud vuelve al hombre semejante a Dios (Teeteto, 176a) y aquella de Aristóteles según la cual Dios no es virtuoso.

[3La virtud forma parte de las cosas dignas de elogio, ἐπαινετά (cf. p. 73, n. 127), no de los bienes trascendentes, τίμια. Sobre esta distinción, cf. infra, p. 110, n. 145.