Página inicial > René Guénon > HDV: Shiva

HDV: Shiva

quinta-feira 1º de fevereiro de 2024

  

Por otra parte, Buddhi, como todo lo que proviene del desarrollo de las potencialidades de Prakriti, participa de los tres gunas; por eso es por lo que, considerada bajo la relación del conocimiento distintivo (vijnâna), se la concibe como ternaria, y, en el orden de la Existencia universal, se la identifica a la Trimûrti divina: "Mahat, distintamente concebido, deviene como tres Dioses (en el sentido de tres aspectos de la Luz inteligible, ya que esa es propiamente la significación de la palabra sánscrita Dêva, de la que la palabra "Dios" es por lo demás, etimológicamente, el equivalente exacto) (Si se diera a esta palabra "Dios" el sentido que ha tomado ulteriormente en las lenguas occidentales, el plural sería un sinsentido tanto desde el punto de vista hindú como desde el punto de vista judeocristiano e islámico, ya que esta palabra, como lo hemos hecho destacar precedentemente, no podría aplicarse entonces más que a Îshwara exclusivamente, en su indivisible unidad que es la del Ser Universal, cualquiera que sea la multiplicidad de los aspectos que se pueden considerar en él secundariamente.), por la influencia de los tres gunas, puesto que es una sola manifestación (mûrti) en tres Dioses. En lo universal, es la Divinidad (Îshwara, no en sí mismo, sino bajo sus tres aspectos principales de Brahmâ, Vishnu y Shiva, que constituyen la Trimûrti o "triple manifestación"); pero, considerado distributivamente (bajo el aspecto, por lo demás puramente contingente, de la "separatividad"), pertenece (sin estar no obstante individualizado él mismo) a los seres individuales (a los que comunica la posibilidad de participación en los atributos divinos, es decir, en la naturaleza misma del Ser Universal, principio de toda existencia)" (Matsya-Purâna. — Se observará que Buddhi no carece de relaciones con el Logos alejandrino.). Es fácil ver que Buddhi es considerada aquí en sus relaciones respectivas con los dos primeros de los tres Purushas de que se habla en la Bhagavad-Gîtâ: en el orden "macrocósmico", en efecto, el que es designado como "inmutable" es Îshwara mismo, cuya expresión en modo manifestado es la Trimûrti (se trata, bien entendido, de la manifestación informal, ya que ahí no hay nada de individual); y se dice que el otro está "repartido entre todos los seres". Del mismo modo, en el orden "microcósmico", Buddhi puede ser considerada a la vez en relación a la personalidad (Âtmâ) y en relación al "alma viva" (jîvâtmâ), puesto que esta última no es más que la reflexión de la personalidad en el estado individual humano, reflexión que no podría existir sin la intermediación de Buddhi: recuérdese aquí el símbolo de sol y de su imagen reflejada en el agua; Buddhi es, lo hemos dicho, el rayo que determina la formación de esta imagen y que, al mismo tiempo, la liga a la fuente luminosa. 124 HDV VII

"El Cuarto es "no-caracterizado" (amâtra, y por consiguiente incondicionado); es no actuante (avyavahârya), sin ningún rastro del desarrollo de la manifestación (prapancha-upashama), todo Beatitud y sin dualidad (Shiva Adwaita): Eso es Omkâra (el monosílabo sagrado considerado independientemente de sus mâtras), eso ciertamente es Âtmâ (en Sí mismo, fuera e independientemente de toda condición o determinación cualquiera, comprendida la determinación principal que es el Ser mismo). El que conoce esto entra en verdad en su propio "Sí mismo" por medio de este mismo "Sí mismo" (sin ningún intermediario de cualquier orden que sea, sin el uso de ningún instrumento tal como una facultad de conocimiento, que no puede alcanzar más que un estado del "Sí mismo", y no a Paramâtmâ, el "Sí mismo" supremo y absoluto)" (Mândûkya Upanishad  , shrutis 8 a 12. — Sobre la meditación de Om y sus efectos en órdenes diversos, en relación con los tres mundos, pueden encontrarse otras indicaciones en la Prashna Upanishad  , 5º Prashna, shrutis 1 a 7. Cf. también, Chhândogya Upanishad, 1er Prapâthaka, 1er, 4º y 5º Khandas.). 254 HDV XVI

Varios comentadores de los Brahma-Sûtras  , para marcar todavía más claramente el carácter de esta "transformación" (tomamos este término en su sentido estrictamente etimológico, que es el de "paso fuera de la forma"), la comparan a la desaparición del agua con la que se riega una piedra ardiente. En efecto, esta agua se "transforma" al contacto con la piedra, al menos en ese sentido relativo de que ha perdido su forma visible (y no toda forma, puesto que continúa perteneciendo evidentemente al orden corporal), pero sin que se pueda decir por eso que ha sido absorbida por esa piedra, puesto que, en realidad, se ha evaporado en la atmósfera, donde permanece en un estado imperceptible a la vista (Comentario de Ranganâtha sobre los Brahma-Sûtras.). Del mismo modo, el ser no es "absorbido" al obtener la "Liberación", aunque eso pueda parecer así desde el punto de vista de la manifestación, para la cual la "transformación" aparece como una "destrucción" (Por eso es por lo que, según la interpretación más ordinaria, Shiva se considera como "destructor", cuando en realidad es "transformador".); si uno se coloca en la realidad absoluta, única que permanece para él, es al contrario dilatado más allá de todo límite, si se puede emplear una tal manera de hablar (que traduce exactamente el simbolismo del vapor de agua extendiéndose indefinidamente en la atmósfera), puesto que ha realizado efectivamente la plenitud de sus posibilidades. 295 HDV XIX

"El "alma viva" (jîvâtmâ), con las facultades vitales reabsorbidas en ella (y que permanecen en ella en tanto que posibilidades, así como se ha explicado precedentemente), una vez retirada a su propia morada (el centro de individualidad, designado simbólicamente como el corazón, así como lo hemos visto desde el comienzo, y donde reside en efecto en tanto que, en su esencia e independientemente de sus condiciones de manifestación, es realmente idéntica a Purusha, de quien no se distingue más que ilusoriamente), a la sumidad (es decir, la porción mas sublimada) de este órgano sutil (figurada como un loto de ocho pétalos), brilla (Es evidente que esta palabra es también de las que deben entenderse simbólicamente, puesto que aquí no se trata del fuego sensible, sino de una modificación de la Luz inteligible.) e ilumina el pasaje por el que el alma debe partir (para alcanzar los diversos estados de los que vamos a tratar a continuación): la coronilla de la cabeza, si el individuo es un Sabio (vidwân), y otra región del organismo (que corresponde fisiológicamente al plexo solar) [NA: Los plexos nerviosos, o más exactamente sus correspondientes en la forma sutil (en tanto que ésta está ligada a la forma corporal), se designan simbólicamente como "ruedas" (chakras) o también como "lotos" (padmas o kamalas). — En lo que concierne a la coronilla de la cabeza, desempeña igualmente un papel importante en las tradiciones islámicas que conciernen a las condiciones póstumas del ser humano; y sin duda se podrían encontrar también en otras partes usos que se refieren a consideraciones del mismo orden que las que se trata aquí (la tonsura de los sacerdotes católicos, por ejemplo), aunque su razón profunda haya podido olvidarse a veces.], si es un ignorante (avidwân) (Brihad-Âranyaka Upanishad, 4º Adhyâya, 4º Brâhmana, shrutis 1 y 2.). Ciento una arterias (nâdis, igualmente sutiles y luminosas) (Recordaremos que no se trata de las arterias corporales de la circulación sanguínea, como tampoco de canales que contienen el aire respirado; por lo demás, es bien evidente que en el orden corporal no puede haber ningún canal que pase por la coronilla de la cabeza, puesto que no hay ninguna abertura en esa región del organismo. Por otra parte, es menester destacar que, aunque el precedente retiro de jîvâtmâ implica ya el abandono de la forma corporal, no toda relación ha cesado todavía entre ésta y la forma sutil en la fase de que se trata ahora, pues se puede continuar, al describir ésta, hablando de los diversos órganos sutiles según la correspondencia que existía en la vida fisiológica.) salen del centro vital (como los radios de una rueda salen de su núcleo), y una de estas arterias (sutiles) pasa por la coronilla de la cabeza (región considerada como correspondiente a los estados superiores del ser, en cuanto a sus posibilidades de comunicación con la individualidad humana, como se ha visto en la descripción de los miembros de Vaishwânara); ella se llama sushumnâ" (Katha Upanishad  , 2º Adhyâya, 6º Vallî, shruti 16.). Además de ésta, que ocupa una situación central, hay otras dos nâdis que desempeñan un papel particularmente importante (concretamente para la correspondencia de la respiración en el orden sutil, y por consiguiente para las prácticas del Hatha-Yoga: una, situada a su derecha, se llama pingalâ; la otra, a su izquierda, se llama idâ. Además, se dice que la pingalâ corresponde al Sol y la idâ a la Luna; ahora bien, se ha visto más atrás que el Sol y la Luna se designan como los dos ojos de Vaishwânara; así pues, éstos están respectivamente en relación con las dos nâdis de que se trata, mientras que la sushumnâ, al estar en el medio, está en relación con el "tercer ojo", es decir, con el ojo frontal de Shiva [NA: En el aspecto de este simbolismo que se refiere a la condición temporal, el Sol y el ojo derecho corresponden al futuro, la Luna y el ojo izquierdo al pasado; el ojo frontal corresponde al presente, que, desde el punto de vista de lo manifestado, no es más que un instante inaprehensible, comparable a lo que es en el orden espacial, el punto geométrico sin dimensiones: por eso es por lo que una mirada de este tercer ojo destruye toda manifestación (lo que se expresa simbólicamente diciendo que lo reduce todo a cenizas), y es por eso también por lo que no es representado por ningún órgano corporal; pero, cuando uno se eleva por encima de este punto de vista contingente, el presente contiene toda realidad (de igual modo que el punto encierra en sí mismo todas las posibilidades espaciales), y cuando la sucesión se transmuta en simultaneidad, todas las cosas permanecen en el "eterno presente", de suerte que la destrucción aparente es verdaderamente la "transformación". Este simbolismo es idéntico al del Janus Bifrons de los latinos, que tiene dos rostros, uno vuelto hacia el pasado y el otro hacia el porvenir, pero cuyo verdadero rostro, el que mira el presente, no es ni uno ni el otro de los que se pueden ver. — Señalamos también que las nâdis principales, en virtud de la misma correspondencia que acaba de indicarse, tienen una relación particular con lo que se puede llamar, en el lenguaje occidental, la "alquimia   humana", donde el organismo es representando como el athanor hermético, y que, aparte de la terminología diferente empleada por una y otra parte, es muy comparable al Hatha-Yoga.]; pero no podemos más que indicar de pasada estas consideraciones, que se salen del tema que vamos a tratar al presente. 305 HDV XX

La "Identidad Suprema" es pues la finalidad del ser "liberado", es decir, libre de las condiciones de la existencia individual humana, así como de todas las demás condiciones particulares y limitativas (upâdis), que se consideran como otros tantos lazos [NA: Se aplican a estas condiciones palabras tales como bandha y pâsha, cuyo sentido propio es "lazo"; del segundo de estos términos deriva la palabra pashu, que significa así, etimológicamente, un ser vivo cualquiera, ligado por tales condiciones. Shiva es llamado Pashupati, el "Señor de los seres ligados", porque es por su acción "transformadora" como se "liberan". — La palabra pashu se toma frecuentemente en una acepción especial, para designar una víctima animal del sacrificio (yagna, yâga o medha), la cual, por otra parte, es "liberada", al menos virtualmente, por el sacrificio; pero no podemos pensar en establecer aquí, ni siquiera sumariamente, una teoría del sacrificio, que, entendido así, está esencialmente destinado a establecer una cierta comunicación con los estados superiores, y deja completamente al margen las ideas enteramente occidentales de "rescate" o de "expiación" y otras de este género, ideas que no pueden comprenderse más que desde el punto de vista específicamente religioso.]. Cuando el hombre (o más bien el ser que estaba precedentemente en el estado humano) se "libera" así, el "Sí mismo" (Âtmâ) está plenamente realizado en su propia naturaleza "no dividida", y entonces, según Audulomi, es una consciencia omnipresente (que tiene por atributo chaitanya); es lo que enseña también Jaimini, pero especificando además que esta consciencia manifiesta los atributos divinos (aishwarya), como facultades transcendentes, por eso mismo de que está unida a la Esencia Suprema (Brahma-Sûtras, 4º Adhyâya, 4º Pâda, sûtras 5 a 7.). Es ese el resultado de la liberación completa, obtenida en la plenitud del Conocimiento Divino; en cuanto a aquellos cuya contemplación (dhyâna) no ha sido más que parcial, aunque activa (realización metafísica que ha quedado incompleta), o que ha sido puramente pasiva (como lo es la de los místicos occidentales), gozan de algunos estados superiores [NA: La posesión de tales estados, que son idénticos a los diversos "Cielos", constituye, para el ser que goza de ella, una adquisición personal y permanente a pesar de su relatividad (se trata siempre de estados condicionados, aunque supraindividuales), adquisición a la que no podría aplicarse de ninguna manera la idea occidental de "recompensa", por eso mismo de que no se trata de un fruto de la acción, sino del conocimiento; por lo demás, esta idea, así como la de "mérito", de la que es un corolario, es una noción de orden exclusivamente moral, para la cual no hay ningún lugar en el dominio metafísico.], pero sin poder llegar desde entonces a la Unión perfecta (Yoga), que no forma más que uno con la "Liberación" (A este respecto, el conocimiento es pues de dos tipos, y se dice "supremo" o "no supremo", según que concierna a Para-Brahma o a Apara-Brahma, y que, por consiguiente, conduzca al uno o al otro.). 325 HDV XXI

Acabamos de considerar los tres atributos de que se trata como caracterizando a otros tantos estadios preparatorios a la Unión; pero, naturalmente, el Yogî, llegado a la meta suprema, los posee con mayor razón, como posee todos los estados en la plenitud de su esencia [NA: Se puede destacar también que estos tres atributos son en cierto modo "prefigurados" respectivamente, y en el mismo orden, por los tres primeros âshramas; y el cuarto âshrama, el del Sannyâsi (entendido aquí en su sentido más ordinario), conjunta y resume por así decir los otros tres, como el estado final del Yogî comprende "eminentemente" todos los estados particulares que han sido recorridos primero como otros tantos estadios preliminares.]. Por lo demás, estos tres atributos están implícitos en lo que se llama aishwarya, es decir, la participación en la esencia de Îshwara, ya que corresponden respectivamente a las tres Shaktis de la Trimûrti: si se destaca que el "estado primordial" se caracteriza fundamentalmente por la "Armonía", se ve inmediatamente que bâlya corresponde a Lakshmî, mientras que pânditya corresponde a Saraswati y mauna a Pârvatî [NA: Lakshmi es la Shakti de Vishnu; Saraswati o Vâch es la de Brahma: Pârvatî es la de Shiva. A Pâr vatî también se la llama Durgâ, es decir "Aquella a la que uno se acerca difícilmente". — Es destacable encontrar la correspondencia de estas tres Shaktis hasta en las tradiciones occidentales: así, en el simbolismo masónico, los "tres principales pilares del Templo" son "Sabiduría, Fuerza, Belleza"; aquí, la Sabiduría es Saraswati, la Fuerza es Pârvatî, y la Belleza es Lakshmi. Del mismo modo, Leibnitz, que había recibido algunas enseñanzas esotéricas (bastante elementales por lo demás) de fuente rosicruciana, designa los tres principales atributos divinos como "Sabiduría, Poder, Bondad", lo que es exactamente la misma cosa, ya que "Belleza" y "Bondad" no son en el fondo (como se ve en los griegos y concretamente en Platón) más que dos aspectos de una idea única, que es precisamente la de "Armonía".]. Este punto es de una importancia particular cuando se quiere comprender lo que son los "poderes" que pertenecen al jîvan-mukta, a título de consecuencias secundarias de la perfecta realización metafísica. 353 HDV XXIII