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kataphatikos

quinta-feira 25 de janeiro de 2024

  
Aproximação de Deus que procede pela afirmação de suas qualidades.
Cristologia Vladimir Lossky: Teologia Mística da Igreja do Oriente

El lector se preguntará, naturalmente, cuál es la función de la teología llamada «catafática» o afirmativa, teología de los «Nomes de Deus - nombres divinos» que encontramos manifestados en las criaturas. De manera opuesta a la apophasis - vía negativa que es una ascensión hacia la unión, es ésta una vía que desciende hacia nosotros, una escala de las «Teofania - teofanías» o manifestaciones de Dios en la creación. Se puede decir incluso que es una sola vía seguida en dos direcciones opuestas: Dios desciende hacia nosotros en sus «Energias Divinas - energías» que lo manifiestan, y nosotros subimos hacia él en las «União - uniones» en las cuales permanece incognoscible por naturaleza. La «Teofania - teofania suprema», la manifestación perfecta de Dios en el mundo por la encarnación del Verbo, guarda para nosotros su carácter apofático: «en la humanidad de Cristo — dice Dionísio o Areopagita - Dionisio — lo superesencial se ha manifestado en la esencia humana sin cesar de estar oculto tras de esta manifestación o, para expresarme de manera más divina, en esta manifestación misma». «Las afirmaciones de que es objeto la santa humanidad de Jesucristo tienen todas la excelencia y el valor de las más formales negaciones». Con mayor razón, las teofanías parciales de grados inferiores ocultan a Dios en lo que él es, manifestándolo en lo que él no es por su naturaleza. La escala de la Teologia Afirmativa - teología catafática, que nos revela los Nomes de Deus - nombres divinos tomados sobre todo de las Sagradas Escrituras, es una serie de grados que deben servir de apoyo a la contemplación. No son conocimientos racionales que formulamos, conceptos que prestan a nuestras facultades de entendimiento una ciencia positiva acerca de la naturaleza divina, sino más bien imágenes o ideas aptas para dirigirnos, para modelar nuestras facultades con vistas a la contemplación de lo que excede a todo entendimiento. En los grados inferiores, sobre todo, estas imágenes se forman a partir de los objetos materiales que menos pueden inducir a error a los espíritus poco experimentados en la contemplación.

En efecto, es más difícil confundir a Dios con la piedra o el fuego que verse llevado a identificarlo con la inteligencia, la unidad, la esencia o el bien. Lo que parecía evidente al comienzo de la subida («Dios no es la piedra, no es el fuego»), lo es cada vez menos a medida que se alcanzan las cimas de contemplación, bajo la influencia del mismo impulso apofático que, ahora, hace decir: «Dios no es el ser, no es el bien.» A cada grado de esta ascensión, al tener acceso a imágenes o ideas más sublimes, es menester guardarse de hacer de ellas un concepto, «un ídolo de Dios»; entonces se contempla la belleza divina misma, Dios en la medida en que se vuelve visible en la creación. La especulación cede progresivamente el lugar a la contemplación, el conocimiento se eclipsa cada vez más ante la experiencia, pues eliminando los conceptos que encadenan al espíritu, el apofatismo abre en cada grado de la teología positiva horizontes ilimitados de contemplación. Hay, pues, diferentes grados en la teología, apropiados para las capacidades desiguales de los espíritus humanos que acceden a los misterios de Dios.