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peratas

quinta-feira 25 de janeiro de 2024

  

peratas  
Gnosticismo  
José Montserrat Torrents  
Excertos de José Montserrat Torrents, "Los gnósticos I: 1 (Biblioteca Clasica Gredos)"

La segunda de las sectas ofíticas que Hipólito   estudia en su libro V es la de los peratas. Sus fundadores serían Eufrates el Perata (mencionado por Orígenes en conexión con los ofitas  ) y Celbes o Aquembes de Caristios, personaje desconocido por otras fuentes. El sobrenombre de «perata» (peratikós) es explicado por el mismo Hipólito como derivado de peráo, «rebasar (la corrupción)». Celbes sería originario de la ciudad de Caristios en Eubea.

Hipólito pretende sugerir que ha reunido toda una biblioteca perática. Cita textualmente una obra titulada Los alcaides hasta el éter, y, en su recensión del pera-tismo, parece depender de otras dos fuentes distintas. En su descripción de la astrologia perática parafrasea un pasaje de Sexto Empírico.

A todas luces, Hipólito manipula sus fuentes para dar razón de su tesis: los peratas han sacado sus doctrinas de los astrólogos. Sin embargo, su noticia es lo suficientemente amplia para permitir la restitución del sistema perático en sus grandes líneas. Los peratas parten de una exégesis del Antiguo Testamento, cuyos pasos principales son los primeros versículos del Génesis (sobre todo, los referentes a las aguas), el paso del Mar Rojo y la serpiente del desierto, convertida en punto central de su alegoría cristiana. El sistema es de neto corte platónico medio y aparece ornamentado con brillantes disquisiciones astrológicas.
Garcia Bazan   - Francisco García Bazan
Los Peratas - peratas se consideran también adoradores de la serpiente (Elenchos V, 16,4 ss.), el Logos sábio que habló a Eva, y esto los permite clasificar como una ramificación diversa del mismo tronco ofitico. También afirma el perata su conocimiento privilegiado del universo y de la situación del hombre en él (gnosis y esoterismo). Su dualismo anticósmico está fuertemente subrayado y en la elaboración de su simbolismo dualista colabora la multiplicación de nombres para las potencias celestes que imponen la fatalidad. La tipologia bíblica se pone al servicio de sus anhelos de liberación del mundo de la corrupción o cambio (el Mar Rojo representa esta corrupción, los egípcios en él hundidos son los ignorantes —es decir, los hombres carentes de la gnosis— y el êxodo del pueblo hebreo es la salida del cuerpo lograda por el gnóstico). La presencia del arconte demiurgo, el productor de la corrupción y de la muerte y dios de este mundo, hacen más patética la expresión del sentimiento de enajenación del perata.

En la tripartición del universo o realidad que Hipólito ha conseguido trasmitirnos, se afirma la grandeza del Padre (el Bien perfecto e inengendrado), la perfección del Filho - Hijo, del que procede tanto el cosmos como la salvación de los conocedores, y la generación emanatista que reconoce en Aquél su principio original. La caída está implícita, pero afirmada en la presencia del Salvador (Cristo), que ha descendido de lo alto para salvar a todos los que provienen de arriba, a la totalidad del nous, el verdadero cosmos, que incluye tanto el sector supremo como el pleromático. Por eso: "el Filho do Homem - Hijo del Hombre no ha venido al cosmos para perderlo, sino para salvarlo", en tanto que el sector tercero, el de la corrupción plena, el del no ser, porque la matéria no sólo lo ha prodigado con la nota del devenir, sino que sobre todo lo ha invadido alejando de él la presencia de los princípios superiores (tal es el cosmos mencionado en I Cor. 11,32) será aniquilado, como el no Sí-Mismo frente a lo que realmente es. El pneuma sojuzgado debe hacer su camino ascendente por médio de la Serpente - Serpiente o Palavra - Palabra (el Salvador), el que inspira al hombre para que reconozca su identidad y así retorne hasta su propia esencia, que es esa misma Palavra - Palabra, porque ha sido también el Filho - Hijo el que habiendo recibido su potencia del Padre la ha colocado en el cosmos, aunque claro está, ha sido un vástago también del Filho - Hijo, el arconte de este mundo, aquél del que Jn  . 8,44 dice: "vuestro padre es homicida desde el comienzo", el que lo ha esclavizado. En una palabra, es la misma Palabra o Logos la que antes oculta, ahora debe desocultarse y salvarse. Lo ultimamente descripto explica que Hipólito agregue para completar su información una segunda tripartición de princípios a la primera-mente citada, pues si la del comienzo de la noticia describía las tres grandes regiones de la realidad, esta segunda se refiere a los tres grandes princípios que permiten la cosmogonia. Aqui, pues, (Elenchos, V, 17,1 ss.) se trata la necesaria cosmogénesis, que precede y permite la soteriología. El mundo del devenir tiene un comienzo divino y él no es autónomo, sino que resulta originado mediante la imposición que el Hijo hace sobre la matéria de las ideas proyectadas en él mismo desde el Padre. Esto, revela aqui, una clara distinción entre dos conceptos de "cosmos" y nos recuerda, una vez más, tanto por una parte los ecos de una cosmovisión platónica como, por otra, que por su orientación cosmogónica lo explicado aqui nada tiene que ver con un tipo de dualismo estricto o inicial.
Antonio Orbe