Página inicial > Termos e noções > homem-mundo

homem-mundo

quinta-feira 25 de janeiro de 2024

  

Cristologia
Boaventura  : Boaventura Homem Mundo - O HOMEM E O MUNDO


Perenialistas René Guénon: Guenon Deus Homo Natura - DEUS HOMO NATURA
Filosofia Michel Henry  : Michel Henry Encarnação - ENCARNAÇÃO

En el Génesis, la relación con el mundo está presente, incluso parece ocupar una posición prominente en la medida en que la creación es pensada precisamente como la del mundo. En este sentido inicial, el concepto de creación es decisivo, marca a priori el Todo - Todo del ser, la Totalidade - totalidad de la realidad, cualquiera que sea, con una passividade - pasividad radical que no se eliminará jamás. A pesar de su radicalidad, tal pasividad queda marcada con una incertidumbre fundamental, incluso se muestra falaz en la medida en que esta creación divina del mundo, dada como un proceso universal, atañe con absoluta evidencia al hombre, tomándolo en ella y haciendo de él desde entonces un ser-del-mundo cuyos principales caracteres, y especialmente la pasividad, deben ser aprehendidos a partir de su condición propia.

La pasividad del hombre con respecto al mundo es doble: por una parte, pasividad respecto al mundo como tal, respecto a su horizonte ek-stático de visibilización; por otra, pasividad respecto al contenido que se muestra en semejante horizonte. La pasividad de estas dos relaciones reside en su sensibilidad.

El contenido del mundo, los objetos, los procesos materiales que lo componen, no son sensibles en sí mismos: son sistemas inertes que estudia la física. Sólo son sensibles porque nos relacionamos intencionalmente con ellos por medio de cada uno de sentidos do corpo - nuestros sentidos, porque, más fundamentalmente, el rebasamiento intencional da de sí la venida fuera de sí de ese horizonte de exterioridad pura. Respecto a este último, somos pasivos porque no está dado sensiblemente en una afección primitiva que consiste en el hecho de que se muestra a nosotros, mostrándose a su vez en él toda cosa. Así se edifica, en Kant   y en Heidegger  , por ejemplo, la posibilidad de una afecção - afección transcendental en cuanto afección fenomenológica por parte del mundo que define nuestra pasividad en calidad de Sensibilidade - sensibilidad pura y, en sí misma, transcendental.

Sin embargo, como nos hemos visto obligados a reconocer en varias ocasiones, la bara - creación bíblica aparece como una creación del mundo que implica al hombre en ella sólo en el caso de que nos atengamos a una lectura superficial y meramente provisional. Tal concepto de creación salta en pedazos cuando se plantea precisamente la cuestión del hombre, y entra en escena la proposición sorprendente y reiterada según la cual Dios ha creado al hombre a su imagem e semelhança - imagen y semejanza. Semejante a Dios, el hombre no es nada del mundo; nada del hombre se explica en último término por el mundo. Semejante a Dios, el hombre no es el producto de un proceso que se comprende fuera de sí bajo la forma de una imagen. El hombre no ha sido nunca entendido al margen de Dios. El hombre no es una imagen que podamos ver. El hombre no es para nada visible. Nadie ha visto nunca a Dios, pero tampoco nadie ha visto nunca a un hombre — un hombre en su realidad verdadera, un Sí transcendental vivo —. Sólo en el caso de los procesos idolátricos de profanación nos esforzamos, aunque en vano, en verlo. Porque la vida no es nunca visible. Puesto que Dios es Vida, es invisible. Por esta razón, el hombre tampoco es visible. El hombre no ha sido nunca creado, no ha venido nunca al mundo. Ha venido a la Vida. En esto es semelhança - semejante a Dios, cortado por el mismo patrón que Él, como toda vida y como todo viviente. Por ese patrón que es la sustancia fenomenológica pura de la vida misma.