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quinta-feira 25 de janeiro de 2024

  

Perenialistas
Louis Charpentier: SANTIAGO DE COMPOSTELA

[...] en el camino de Lug encontramos la Oca: la Oca en dos formas lingüísticas: 1) la más antigua, la que ha persistido en el francés y cuyo origen   es pre indoeuropeo: Oie, Auch, Ouche, y que, en España, ha dado lugar a Oca, que casi ya no existe más que en la toponimia; 2) la forma indoeuropea, derivada del sánscrito Hamsa, y que ha dado lugar a Ganso y Gansa, incluso Ansa y Anso. E, igualmente, al goose inglés.

En el país vasco -siempre hemos de regresar al país vasco en este camino de Compostela- se descubre igualmente las dos formas: en el grito para llamar a las ocas: Auk, Auk! y en Antzara, que parece derivado de Hamsa.

A estas ocas las encontraremos a lo largo de todo el camino.

Descifrar el mito de la Oca sería indudablemente la mejor operación histórica posible, pero, aunque respecto a este mito las historias son numerosas, las aclaraciones que aportan son muy confusas, bien que de ellas se desprenda una indicación bastante relacionada con la verdad.

Tal vez no se trata, hablando con propiedad, de la oca tal como la conocemos, sino más bien del palmípedo, pues tanto como la oca puede ser el cisne, aunque éste aparece en la mayor parte de los casos como una personificación del macho de la oca simbólica: el cisne Júpiter dando a luz en Leda-oca a los Dióscuros y a Helena, la fuerza la inteligencia y la belleza; el mítico rey de los celtas: Cygnos; los hijos de Lir transformados en cisnes y desafiando los ataques del tiempo, aquellos cuyos cantos eran soberanamente bellos.

Y podría ser también el pelícano que alimenta a sus hijos con sus propias entrañas.

La oca desempeñaba un gran papel en la mitología faraónica. El jeroglífico de Geb, heredero del trono de Horus, es una oca y una pierna. El diccionario de los símbolos 1 cuenta que, cuando los faraones fueron identificados con el sol, su alma fue representada en forma de una oca, ya que la oca es el sol salido del huevo primitivo. Las ocas eran, dice también este diccionario, consideradas como mensajeras entre el cielo y la Tierra. El advenimiento de un nuevo rey era anunciado, entre otras ceremonias, mediante la suelta de cuatro ocas a los cuatro puntos cardinales.

En el Altai, en el ritual de sacrificio del caballo, el chamán tiene como montura una oca para perseguir el alma del caballo; y una oca le sirve también de montura para su regreso de los infiernos.

Entre los celtas, la oca -o el cisne- era un mensajero del otro mundo. Por lo demás, para los bretones era un alimento prohibido.

En cualquier lugar y a cualquier mitología a que pertenezca, vemos que la oca es un símbolo que refleja al iniciado; y la antigüedad de este símbolo es muy grande.

La propia oca es simbolizada generalmente por su pata, lo cual es normal ya que éste es su principal signo distintivo. Estilizado y dirigido hacia abajo, se reduce a tres trazos divergentes, unidos o no en la cúspide; y este signo fue uno de los símbolos de enseñanza de los druidas.

Estilizado y dirigido hacia arriba, representa el tridente, que es el arma de Poseidón, el dios de raza de la Atlántida, el dios marino que los latinos convirtieron en Neptuno.

Unidos estos dos signos por la cúspide, dan como resultado esa estrella de seis puntas que se convertirá en el crismón de los primeros constructores cristianos y del que los sacerdotes hicieron una especie de anagrama de Cristo.

Asimismo es bastante probable que la flor de lis original fuera ese tridente de Poseidón, adoptada por los reyes francos por razones políticas análogas a las que le hicieron adoptar el crismón a Constantino, «cubriendo el palio la mercancía». Se adopta sin vergüenza los signos del adeptado, fácil ennoblecimiento...

Aunque el simbolismo cristiano haya hecho desaparecer poco a poco este signo de la oca: el tarso palmeado, no por ello dejará de perdurar durante mucho tiempo, ya que constructores pirenaicos lo inscribían todavía en el siglo XVIII (como marca segregacionista, por lo demás)

Parece que realmente es este signo lo que está grabado en algunos capiteles de la abadía de Leyre, en el camino de Compostela. Lo descubrimos también en esa Reina Pedauque (pata de oca), con el mismo valor de signo de iniciación.

Parece que esta Reina Pedauque es originaria de la región de Toulouse, lo cual es normal pues, tras las grandes invasiones bárbaras, y quizás incluso antes, no existe en Occidente más que un solo camino iniciático, y la casi totalidad de la tradición está concentrada en los Pirineos y a lo largo de la costa cantábrica...