Página inicial > Termos e noções > modernidade

modernidade

quinta-feira 25 de janeiro de 2024

  

Perenialistas
René Guénon: RQST - O REINO DA QUANTIDADE E O SINAL DOS TEMPOS

Puesto que acabamos de hacer alusión a Occidente, se impone todavía una precisión: cualquiera que sea la extensión que haya tomado, sobre todo en éstos últimos años, el estado de espíritu que llamamos específicamente «moderno», y cualquiera que sea el dominio que ejerce cada vez más, exteriormente al menos, sobre el mundo entero, este estado de espíritu por ello no permanece menos puramente occidental por su origen  : efectivamente, es en Occidente donde ha tenido nacimiento y donde ha tenido mucho tiempo su dominio exclusivo, y, en Oriente, su influencia no será nunca otra cosa que una «occidentalización». Por lejos que pueda ir esta influencia en la sucesión de los acontecimientos que se desarrollarán todavía, nunca se podrá pretender pues oponerla a lo que hemos dicho de la diferencia del espíritu oriental y del espíritu occidental, que, para nos, es en suma la misma cosa que la del espíritu tradicional y del espíritu moderno, ya que es muy evidente que, en la medida en que un hombre se «occidentaliza», cualesquiera que sean su raza y su país, cesa por eso mismo de ser un oriental espiritual e intelectualmente, es decir, desde el único punto de vista que nos importa en realidad. En eso no se trata de una simple cuestión de «geografía», a menos que se la entienda de modo muy diferente a los modernos, ya que hay también una geografía simbólica; y, a este propósito, la actual preponderancia de Occidente presenta por lo demás una correspondencia muy significativa con el fin de un ciclo, puesto que el Occidente es precisamente el punto donde se pone el sol, es decir, donde llega a la extremidad de su curso diurno, y donde, según el simbolismo chino, «el fruto maduro cae al pie del árbol». En cuanto a los medios por los que el Occidente ha llegado a establecer esta dominación de la que la «modernización» de una parte más o menos considerable de los Orientales no es más que la última y la más penosa consecuencia, bastará dirigirse a lo que de ello hemos dicho en otras obras para convencerse de que no se basan en definitiva más que sobre la fuerza material, lo que equivale a decir, en otros términos, que la dominación occidental misma no es todavía más que una expresión del «reino de la cantidad».