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moralismo espírita

quinta-feira 25 de janeiro de 2024

  

Perenialistas
René Guénon: Guenon Evolucionismo - EVOLUCIONISMO ESPÍRITA

Se ve cuan estrechamente se emparenta el «moralismo» espiritista con todas las utopías socialistas y humanitarias: todas estas gentes concuerdan en situar en un porvenir más o menos lejano el «paraíso terrestre», es decir, la realización de sus sueños de «pacifismo» y de «fraternidad universal»; pero, además, los espiritistas suponen que ya están realizados actualmente en otros planetas. Apenas hay necesidad de hacer destacar cuan ingenua y grosera es su concepción de los «mundos superiores a la tierra»; en eso no hay nada de qué sorprenderse, cuando se ha visto cómo se representan la existencia del «espíritu desencarnado»; señalamos únicamente la predominancia evidente del elemento sentimental en lo que constituye para ellos la «superioridad». Es por la misma razón por la que ponen el «progreso moral» por encima del «progreso intelectual»; Allan Kardec escribe que «la civilización completa se reconoce en el desarrollo moral», y agrega: «La civilización tiene sus grados como todas las cosas. Una civilización incompleta es un estado de transición que engendra males especiales, desconocidos en el estado primitivo; pero por eso no constituye menos un progreso natural, necesario, que lleva consigo el remedio al mal que hace. A medida que la civilización se perfecciona, hace cesar algunos de los males que ha engendrado, y estos males desaparecerán con el progreso moral. De dos pueblos llegados a la cima de la escala social, solo puede llamarse el más civilizado, en la verdadera acepción de la palabra, aquel donde se encuentra menos egoísmo, codicia y orgullo; donde los hábitos son más intelectuales y morales que materiales; donde la inteligencia puede desarrollarse con más libertad, donde hay más bondad, buena fe, buen talante y generosidad recíprocas: donde los prejuicios de casta y de nacimiento están menos enraizados, ya que estos prejuicios son incompatibles con el verdadero amor del prójimo; donde las leyes no consagran ningún privilegio, y son las mismas tanto para el último como para el primero; donde la justicia se ejerce con menos parcialidad; donde el débil encuentra siempre apoyo contra el fuerte; donde la vida del hombre, sus creencias y sus opiniones son más respetadas; donde hay menos desdicha, y finalmente, donde todo hombre de buena voluntad está siempre seguro de no carecer de lo necesario» [1]. En este pasaje se afirman también las tendencias democráticas del espiritismo, que Allan Kardec desarrolla después largamente en los capítulos donde trata de la «ley de igualdad» y de la «ley de libertad»; bastaría leer estas páginas para convencerse de que el espiritismo es en efecto un puro producto del espíritu moderno.


Observações

[1Le Livre des Esprits, pp. 333-334.