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fenomenos místicos

quinta-feira 25 de janeiro de 2024

  

Perenialistas
René Guénon: Guenon Encantamento - SÚPLICA E ENCANTAMENTO

Esto nos lleva a establecer otra distinción, si consideramos los diversos grados a los que se puede llegar según la extensión del resultado obtenido al tender hacia esta meta (v. realización); y, primeramente, por debajo y fuera de la jerarquía así establecida, es menester colocar a la muchedumbre de los «profanos», es decir, en el sentido en el que esta palabra debe tomarse aquí, de todos aquellos que, como los simples creyentes de las religiones, no pueden obtener resultados actuales más que en relación a su dominio corporal - individualidad corporal, y en los límites de esta porción o de esta modalidad especial de la individualidad, puesto que su consciencia efectiva no va ni más lejos ni más alto que el dominio encerrado en estos límites restringidos. No obstante, entre estos creyentes, los hay, en pequeño número por lo demás, que adquieren algo más (y ese es el caso de algunos místicos, que se podrían considerar en este sentido como más «intelectuales» que los demás): sin salir de su individualidad, sino en «prolongamientos» de ésta, perciben indirectamente algunas realidades de orden superior, no tales como son en sí mismas, sino traducidas simbólicamente y revestidas de formas psíquicas o mentales. Todavía se trata de fenómenos (es decir, en el sentido etimológico, apariencias, siempre relativas e ilusorias en tanto que formales), pero fenómenos suprasensibles, que no son constatables para todos, y que pueden entrañar para aquellos que los perciben algunas certezas, siempre incompletas, fragmentarias y dispersas, pero no obstante superiores a la creencia pura y simple a la que sustituyen; por lo demás, este resultado se obtiene pasivamente, es decir, sin intervención de la voluntad, y por los medios ordinarios que indican las religiones, en particular por la plegaria y por el cumplimiento de las obras prescritas, ya que todo eso no sale todavía del dominio del exoterismo.

A un grado mucho más elevado, e incluso ya profundamente separado de ese, se colocan aquellos que, habiendo extendido su consciencia hasta los extremos límites de la individualidad integral, llegan a percibir directamente los estados superiores de su ser, aunque sin participar en ellos efectivamente; aquí, estamos en el dominio iniciático, pero esta iniciación, real y efectiva en cuanto a la extensión de la individualidad en sus modalidades extracorporales, no es todavía más que teórica y virtual en relación a los estados superiores, puesto que la misma no desemboca actualmente en la posesión de éstos. Produce certezas incomparablemente más completas, más desarrolladas y más coherentes que en el caso precedente, pues ya no pertenecen al dominio fenoménico; no obstante, el que las adquiere puede ser comparado a un hombre que no conoce la luz más que por los rayos que llegan hasta él (en el caso precedente, no la conocía más que por reflejos, o sombras proyectadas en el campo de su consciencia individual restringida, como los prisioneros de la caverna simbólica de Platón), mientras que, para conocer perfectamente la luz en su realidad íntima y esencial, es menester remontar hasta su fuente, e identificarse con esta fuente misma [1]. Este último caso es el que corresponde a la plenitud de la iniciación real y efectiva, es decir, a la toma de posesión consciente y voluntaria de la totalidad de los estados del ser, según los dos sentidos que hemos indicado; ese es el resultado completo y final del encantamiento, muy diferente, como se ve, de todos los que los místicos pueden alcanzar por la plegaria, ya que no es otra cosa que la perfección misma del conocimiento metafísico plenamente realizado; el yogi de la tradición hindú, o el sufi - Sûfî de la tradición islámica, si se entienden estos términos en su sentido estricto y verdadero, es el que ha llegado a este grado supremo, y que ha realizado así en su ser la posibilidad total del «Hombre Universal».


Observações

[1Es lo que la tradición islámica designa como haqqul-yaqîn, mientras que el grado precedente, que corresponde a la «visión» sin identificación, se llama aynul-yaqîn, y mientras que el primero, el que los simples creyentes pueden obtener con la ayuda de la enseñanza tradicional exotérica, es ilmul-yaquîn.