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Coomaraswamy (ASM:389-393) – Cristo enquanto uma Pessoa
segunda-feira 26 de setembro de 2022
Cristo como tal, como una Persona, no es la meta final, sino más bien la Vía misma. Cristo es el Eje del Universo , el Agni «columnar (skambhah = stauros ) en el nido de la vida próxima, de pie en Su terreno, en la separación de las vías» (patham visarge, Rig Veda Samhita X.5.6), el Sol (savita satyadharmendrah) en Quien todas las vías convergen (samare pathinam, Vajasaneyi Samhita XII.66), y por el mismo motivo la Puerta del Mundo, la salida afuera del tiempo y la entrada adentro de la eternidad. «Yo soy la puerta, si un hombre entra por Mí, será salvado, y entrará y saldrá y encontrará pradera... Yo soy la Vía, la Verdad y la Vida: ningún hombre viene al Padre sino por Mí» (San Juan 10:9 y 14:6). Similarmente, en la tradición Védica, el Sol supernal, la «Verdad» (satyam ), es el Portal del Universo y la única Abertura (Hendidura, loka-dvara, divas-chidra) del Cielo , como si fuera, por así decir, el «Cubo de la Rueda del Carro», (rathasya kha) pasando a través del cual (adityam samaye, «a través del medio del Sol») el Comprehensor (vidvan) se «libera completamente» (atimucyate) (Jaiminiya Upanishad Brahmana I.3, 5, y III.33, Chandogya Upanishad VIII.6.5, Isavasya Upanishad 15, 16, etc.). «No hay ningún atajo por una vía lateral aquí en el mundo» (Maitri Upanishad VI.30). La «Hendidura» o el «Cubo» está envuelto de Rayos de Luz ([...], Jaiminiya Upanishad Brahmana I.3), que deben ser retirados antes de que el Orbe (mandala) pueda verse claramente (Isavasya Upanishad 16 vyuha rasmin, Jaiminiya Upanishad Brahmana I.6 rasmin... vyuhati ; cf. Brhadaranyaka Upanishad V.5.2, donde es un pronóstico de muerte cuando «él ve ese orbe completamente limpio, cuando esos rayos ya no le alcanzan», [...]). Uno ve el «Disco de Oro » (hiranya patra, Isavasya Upanishad XV), representado en el rito cósmico por un disco de oro (rukma), que es analógicamente el Sol (aditya), la Verdad (satya), y que está provisto de veintiuna protuberancias periféricas; estas protuberancias representan los Rayos solares extendidos hacia los tres veces siete «mundos» (Shatapatha Brahmana III, y passim). El Disco de Oro, el Orbe mismo, es un opérculo por el que la Boca o la Entrada (mukha, Isavasya Upanishad 15, Jaiminiya Upanishad Brahmana III.33.8, cf. Bhagavad Gita XI.25, mukhani, cf. anika) se halla cubierta (apihitam). La Verdad Inteligible oculta así lo que Dios es en Sí mismo, «Lo Inmortal está velado por la Verdad»: aquí, lo Inmortal es la Espiración (prana = atman ), y la Verdad Inteligible es la Forma y el Aspecto (namarupa) en Él, en tanto que formas o ideas o razones eternas o «nombres ocultos» (namani guhyani), que, hablando ontológicamente, son las causas del ser de las cosas como ellas son en sí mismas. En esto no hay ninguna contradicción, puesto que el conocimiento de Dios, por el que Él «crea», no puede distinguirse de Su esencia; «Ello conoce sólo a Sí mismo, que "Yo soy Brahman ", con lo cual Ello deviene el Todo», Brhadaranyaka Upanishad I.4.9-10. Volvemos así al problema último de la «distinción en la identidad»; y parece que «las cosas como ellas son en Dios», en su «forma propia», que es también Su forma, son al mismo tiempo, «ellas mismas», capaces como tales de una manifestación distinta y de placeres específicos (Taittiriya Upanishad III.10.5, como San Juan 10:9, y en nuestro texto citado aquí); aunque esto no es ni una moción local ni una experiencia física , puesto que «Él envuelve ahí (sa tara paryeti) tomando su placer (ramamanah), sin consideración del apéndice corporal al que el soplo de la Vida (prana) pueda estar uncido»; y «Cuando Él, el Espíritu, se propone presenciar esto o eso, el Intelecto (manas) es Su Ojo Divino, es con el Intelecto como Él reconoce y toma su placer en los afectos» (kaman apasyan ramate, Chandogya Upanishad VIII.12, 3 y 5). «Para conocer a Dios como Él es, nosotros debemos estar absolutamente libres de conocimiento» (Maestro Eckhart , ed. Evans, I, 365), es decir, de todo «conocimiento-de» Él, de toda teodicea cualquiera que sea. Por consiguiente, el Comprehensor suplica, o más bien, siendo él mismo de una naturaleza idéntica con el Sol, pide al Sol que «recoja Su brillo» (samuha tejo), es decir, que lo contraiga en un punto central sin dimensión, «Para que yo pueda ver Tu forma más bella» (rupam kalyanatamam), y exclama triunfantemente, «El que es allí, aquella Persona en el Sol, Eso soy Yo», Isavasya Upanishad 15, 16.
Esta Persona en el Sol, que es de hecho la «Verdad de la Verdad» (satyasya satyam), se llama de otro modo Muerte (mrtyu , a veces yama): «Muerte es la Persona en el Orbe (mandale); la Luz que brilla (arcir dipyate) es lo que no muere (amrtam). Por consiguiente, Muerte no muere, puesto que Él está dentro (na mriyate hy antah); y tampoco se Le ve (na drsyate), puesto que lo que no muere está dentro» (Shatapatha Brahmana X.5.2.3), a saber, la Luz del Sol Inconquistable, que realmente «ni sale ni se pone, sino que sólo se invierte a Sí mismo» (Aitareya Brahmana III.44). Es precisamente con esta Muerte, con esta Privación (mrtyu, asanaya) con lo que el Comprehensor está unificado, y así escapa para siempre de la muerte contingente (Brhadaranyaka Upanishad I.2.7), pues Muerte sigue los pasos del Viajero hasta que alcanza la Cima del Árbol y escapa a través del medio del Sol (Jaiminiya Upanishad Brahmana I.3).
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