Todo estudioso de la literatura védica estará familiarizado con lo que los eruditos modernos llaman las «etimologías folklóricas». Cito, por ejemplo, la Chandogya Upanishad (VIII.3.3), «En verdad, este Espíritu está en el corazón (esha atma hrdi). La hermeneia (niruktam) de ello es esta: "Este está en el corazón" (hrdayam), y por eso el "corazón" se llama hrdayam. Quienquiera que es un comprehensor de esto alcanza el Cielo cada día». Por supuesto, los especímenes abundan en Yaska — por ejemplo, Nirukta V.14, «Pushkaram significa "mundo-medio", debido a que "gesta" (poshati) las cosas que vienen al ser. El agua es también pushkaram, debido a que es un "medio de culto" (pujakaram), y porque "ha de rendírsele culto" (pujayitavyam). Además, en tanto que «loto» (pushkaram), la palabra es del mismo origen , puesto que es un "medio de adorno " (vapushkaram); y es una "flor " (pushyam) debido a que "florece" (pushpate)». Las explicaciones de este tipo se desechan comúnmente como «insignificancias etimológicas» (J. Eggeling), «puramente artificiales» (A. B. Keith), y «verdaderamente fantasiosas» (B. C. Mazumdar), o simplemente como «perogrulladas». Por otra parte, uno siente que no pueden ignorarse enteramente, pues como dice el autor mencionado en último lugar, «Hay, en muchas Upanishads, explicaciones verdaderamente fantasiosas... que descubren mala gramática y peor idioma, y que, sin embargo, los gramáticos mismos que no las aceptaron como correctas, no dijeron nada ellas»; es decir, los antiguos gramáticos sánscritos, cuyas capacidades «científicas» se han reconocido universalmente, no incorporaron estas «explicaciones» en su «gramática», pero al mismo tiempo nunca las condenaron.
De hecho, el Nirukta no es una parte de la filología en el sentido moderno; una explicación hermenéutica puede coincidir o no con la genealogía efectiva de una palabra en cuestión. El Nirukta = hermeneia se funda sobre una teoría del lenguaje de la que la filología y la gramática son solo departamentos, o incluso se puede decir que son los departamentos más humildes, y no digo esto sin un respeto real y genuino por esos «impecables y omniscientes leviatanes de la ciencia, que sondean intrépidos el océano lingüístico, hasta sus más hórridas profundidades, y que (en los intervalos en que no se atacan unos a otros) utilizan sus colas sobre aquellos audaces pececillos que, sobre la mera superficie, se aventuran dentro de su peligro», y cuyo consejo, en materias de genealogía verbal, yo estoy siempre dispuesto a aceptar. Sin embargo, la etimología, una cosa excelente en su lugar, es precisamente una de esas «ciencias modernas que representan literalmente solo "residuos" de las antiguas ciencias, que ya no se comprenden». En la India, la ciencia tradicional del lenguaje es el dominio especial del purva-mimamsa, cuya característica es que «Establece la proposición de que los sonidos articulados son eternos, y la doctrina consecuente de que la conexión de una palabra con su sentido no se debe a la convención, sino que es por naturaleza inherente a la palabra misma». No obstante, cuando A. A. Macdonell agrega a esta excelente caracterización que «Debido a su falta de interés filosófico, el sistema todavía no ha ocupado mucho la atención de los eruditos europeos», solo quiere decir que el tema no tiene interés para él mismo ni para los de su tipo; no es plausible que hubiera tenido en su ánimo excluir deliberadamente a Platón de la categoría de los «filósofos». Pues Platón no solo emplea el método hermenéutico en el Crátilo — por ejemplo, cuando dice «"haber llamado" (to kalesan) a las cosas "útiles" es una y la misma cosa que hablar de "lo bello" (to kalon )» — sino que a todo lo largo de este diálogo trata el problema de la naturaleza de la relación entre los sonidos y los significados, indagando si es esta una relación esencial o accidental. La conclusión general es que el verdadero nombre de algo es eso que tiene un significado natural (sánscrito sahaja) — es decir, que es realmente una «imitación» (mimesis ) de la cosa misma mediante sonidos, de la misma manera que, en la pintura, las cosas son «imitadas» mediante el color — pero que, debido a la imperfección efectiva de la imitación vocal, lo cual puede considerarse como una cuestión de recordación inadecuada, la formación de las palabras efectivamente en uso, ha sido ayudada por arte, y su significado ha sido parcialmente determinado por convención. Puede comprenderse lo que se entiende por «significado natural» cuando encontramos que Sócrates y Crátilo se representan como de acuerdo en que la «letra rho (sánscrito r, r) es expresiva de rapidez, moción y dureza». Crátilo mantiene que «el que conoce los nombres conoce también las cosas expresadas por ellos», y esto equivale implicar que «El que dio por vez primera nombres a las cosas, lo hizo con conocimiento cierto de la naturaleza de las cosas»; en otras palabras, mantiene que este primer dador de nombres (sánscrito namadhah) debe haber sido «un poder más que humano», y que los nombres dados así, en el comienzo, son necesariamente sus «verdaderos nombres». Los nombres mismos son dualistas, puesto que implican ya sea moción o reposo, y son así descriptivos de actos, más bien que de las cosas que actúan; Sócrates admite que el descubrimiento de la existencia real, independiente de las denotaciones, puede estar «más allá del tú y del mí».
La doctrina india (Brhad Devata I.27 sigs., Nirukta I.1 y 12, etc.) es igualmente que «Los nombres se derivan todos de las acciones»; en la medida en que denotan una acción en curso, los nombres son verbos, y en la medida en que alguien o algo se toma como el hacedor de la acción, son nombres. No debe pasarse por alto que el sánscrito nama no es meramente «nombre», sino «forma», «idea » y «razón eterna». Sonido y significado (sabdartha) están inseparablemente asociados, de modo que encontramos que esta expresión se emplea como una imagen de una unión perfecta, tal como la de Shiva -sakti, esencia y naturaleza, acto y potencialidad in divinis. Los nombres son la causa de la existencia; se puede decir que en toda esencia compuesta (sattva , namarupa), el «nombre» (nama) es la forma del «fenómeno » (rupa ) en el mismo sentido en que se dice que «el alma es la forma del cuerpo». En el estado del no-ser (asat ) u obscuridad (tamas), los nombres de los principios individuales son impronunciados u «ocultos» (namaní guhya, apicya, etc.; Rig Veda Samhita passim); ser nombrado es proceder de la muerte a la vida. El Avatar Eterno mismo, al proceder como un niño (kumara) desde el Padre inamistoso, pide un nombre, porque es «con el nombre como uno deshace el mal» (papmanam apahanti, Shatapatha Brahmana VI.1.3.9); «todos los seres, en su vía, lo que más temen de todo es que les roben sus nombres los poderes de la Muerte, que yace a la espera para robar» ([...], Rig Veda Samhita V.44.4). «Es con su nombre sin-muerte (amartyena namna) como Indra sobrevive a las generaciones humanas» (Rig Veda Samhita VI.18.7). Mientras un principio individual permanece en acto, este principio tiene un nombre; el mundo de los «nombres» es el mundo de la «vida». «Cuando un hombre muere lo que no sale de él es "el nombre", que es "sin fin", y puesto que lo que es "sin fin" es los Múltiples Ángeles, con ello él gana el "mundo sin fin"» (Brhadaranyaka Upanishad III.2.12).
Con la enunciación de los nombres, «el poder más que humano», no solo designa correctamente las cosas existentes, sino que las dota de su ser; y el Omni-hacedor puede hacer esto porque Él es omnisciente de los nombres ocultos o titánicos de las cosas que todavía no son en sí mismas; con los nombres preconocidos de las causas mediatas, Él hace todo lo que debe hacerse, incluyendo la creación de todos los seres separados. Por ejemplo, Rig Veda Samhita I.155.6, «Él, con los nombres de las Cuatro (Estaciones) ha puesto en moción la rueda redonda (del Año) que está provista de noventa radios»; X.54.4, «Tus nombres de titán, todos estos, oh Maghavan, tú, ciertamente, conoces, con los cuales has cumplido tus poderosas obras»; VIII.41.5, «Varuna conoce los remotos nombres ocultos, muchas locuciones hacen que él florezca ([...]), lo mismo que la luz del cielo (dyauh, aquí el Sol , pushan, savitr, como en V.81.2) hace florecer todas las especies (pushyati... rupam)». Se debe a la misma razón el que todas las palabras de poder sean eficaces — por ejemplo, Pañcavimsa Brahmana VI.9.5 y VI.10.3, «Con la palabra "nace" (jatam) él "hace nacer" (jijanat)... Diciendo "vive" él los vivifica para que "vivan"».
Todas las cosas, en su variedad, son producidas así por una providencia divina: «Varuna conoce todas las cosas especulativamente» ([...], Rig Veda Samhita X.11.1). De manera que las siguientes palabras del Rig Veda, «Omni-hacedor, supernal veedor-en-una-única-mirada (samdrk), de quien ellos hablan como el "Uno más allá de los Siete Profetas", que es el solo y único Denominador de los Ángeles ([...]), a Él todas las demás cosas se vuelven a por in-formación (samprasnam)», Rig Veda Samhita X.82.2-3 debe leerse en conexión con I.72.3, donde los Ángeles, con su servicio sacrificial, «obtuvieron sus nombres de culto, formaron sus cuerpos altamente-nacidos»; en otras palabras, ser nombrado, obtener un nombre, es nacer, estar vivo. Esta creación denominativa es un acto dual: por parte del Único Denominador, la pronunciación es tan única como Él mismo; por parte de los principios individuales, este único significado, que está preñado con todos los significados, es dividido verbalmente, pues «con sus palabras ellos concibieron múltiple a quien es solo Uno» (Rig Veda Samhita X.114.5). Y si bien una tal partición sacrificial es una contracción e identificación en la variedad, debe entenderse que ser nombrado, aunque es indispensable para el viaje, no es la meta: «El habla (vac) es la cuerda, y los nombres son los nudos con los que están atadas todas las cosas» (Aitareya Aranyaka II.1.6). El fin es formalmente el mismo que el comienzo; es como uno «no alimentado ya por la forma o el aspecto (namarupadvimuktah) como el Comprehensor alcanza a la Persona celestial más allá del más allá; conociendo al Brahman deviene el Brahman» (Mundaka Upanishad III.2.8-9). «Cuando estos ríos que corren llegan al mar, su nombre y aspecto se destruyen, y solo se habla del "mar"» (Prasna Upanishad VI.5). «El alma presa de divino descontento», como dice el Maestro Eckhart , «no puede reposar en nada que tenga nombre»; «Al sumergirse en la Divinidad, toda definición se pierde», y por esto dice también, «Señor, mi bienestar está en Tu eterno no-recuerdo de mí»; para todas estas expresiones podrían citarse innumerables paralelos de otras fuentes cristianas, así como sufis e indias.