INSPIRAÇÃO
En el diccionario de Webster la inspiración se define como «una influencia - influencia sobrenatural que califica a los hombres para recibir y comunicar la Verdade - verdad divina». Esto se expresa en la palabra misma, que implica la presencia de un «pneuma - espíritu» guía que se distingue del agente que está «in-spirado», aunque está «dentro» de él, pero que, ciertamente, no está inspirado si sólo está «expresándose a sí mismo». Antes de continuar, debemos despejar el campo mostrando como los autores modernos han abusado escabrosamente de la palabra «inspirar». Por ejemplo, hemos encontrado dicho que «un poeta u otro artista puede dejar que la lluvia le inspire» [1]. Un abuso tal de las palabras impide que el estudiante aprenda nunca lo que los escritores antiguos pueden haber querido decir realmente. Decimos «abuso» debido a que ni la lluvia, ni nada perceptible por los sentidos, está en nosotros; y la lluvia tampoco es un tipo de pneuma - espíritu. El racionalista tiene derecho a no creer en la inspiración y a no tenerla en cuenta, como puede hacerlo muy fácilmente si está considerando el arte sólo desde el punto de vista estético (aisthesis - sensacional), pero no tiene ningún derecho a pretender que uno puede ser «inspirado» por una percepção - percepción sensorial, por la que, de hecho, uno sólo puede ser «afeto - afectado», y a la que uno sólo puede «reaccionar». Por otra parte, la frase del Maestro Eckhart «inspirado por su arte» es completamente correcta, puesto que el arte es un tipo de Conhecimento - conocimiento, no algo que pueda verse, sino afín al alma y antes del soma - cuerpo y del mundo [2]. Nosotros podemos decir propiamente que no sólo «Amor» sino también «Arte» y «Lei - Ley» son nombres del Espíritu.
Aquí no estamos interesados en el punto de vista del racionalista, sino sólo en las fuentes de las que podemos aprender cómo se explica la operación del artista en una tradición, que debemos comprender, si queremos comprender sus productos. Aquí un hombre se considera inspirado siempre por el Espírito Santo - Espíritu sólo (entheos, sc. hypo tou erotos ). «El Genio insufló tejer en mi corazón (enepneuse phresi daimon )», dice Penélope [3]. Hesíodo nos dice que las Musas «insuflaron en mí una voz divina (enepneusan de moi auden thespin)... y me pidieron que cantara a la raza de los Dioses bienaventurados» [4]. Cristo , «a través de quien todas las cosas fueron hechas», no da testimonio de sí mismo (no se expresa a sí mismo), sino que dice «ego - yo no hago nada por mí mismo, sino como mi Padre me enseñó, ego - yo hablo» [5]. Dante escribe, ego - yo soy «uno que cuando Amor (Eros) me inspira (mi spira ), escucho, y lo expongo de manera tan sabia como Él dicta dentro de mí» [6]. Pues «no hay ningún hablar real que no dependa de la aletheia - Verdad» [7]. ¿Y quién es («¿Qué sí mismo?») quien habla la «aletheia - Verdad que no puede refutarse»? No este hombre, Fulano, Dante, o Sócrates , o «ego - yo», sino la synteresis - Sindéresis, el Espíritu Inmanente, el Daimon de Sócrates y de Platón, «que vive en cada uno de nosotros» [8] y «no mira por nada sino la aletheia - Verdad» [9]. Es el «Dios mismo quien habla» cuando nosotros no estamos pensando nuestros propios logismos - pensamientos sino que somos Sus exponentes, o sacerdotes .
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Podemos considerar ahora, quizás con menos peligro de malentendidos, el pasaje más largo de Platón sobre la inspiración. «Es un dynamis - poder divino que mueve (theia de dynamis, he... kinei)» [10] incluso al rapsoda o al crítico literario, en la medida en que él habla bien, aunque él es sólo el exponente de un exponente. El autor y exponente original, si ha de ser un imitador de realidades y no de meras apariencias, «es habitado y poseído por Dios (entheos, katekomenos)... una sustancia aérea, alada y sagrada (ieron, sánscrito brahma -); incapaz de componer nunca hasta que ha nacido nuevamente del Dios dentro de él (prin an entheos te genetai) [11], está fuera de sus propias dotes (ekphron), y su propia mente (nous) ya no está en él [12]; pues todo hombre, mientras retiene esa propiedad es impotente para hacer (poiein) o encantar (chresmodein, sánscrito mantrakr)... Los hombres a quienes dementa, Dios los usa como sus ministros (hyperetai)... pero es el Dios [13] mismo (o theos autos ) el que habla, y a través de ellos nos ilumina (phthengetai)... Los autores son sólo Sus exponentes (hermenes) según la manera en la que ellos mismos son poseídos» [14]. Sólo cuando retorna a sí mismo de lo que es realmente una operación sacrificial, el autor ejercita sus propios poderes de juicio; y entonces, en primer lugar, los ejercita para «juzgar los espíritus, si ellos son de Dios», y secundariamente para juzgar su obra, si está de acuerdo con la Visão - visión o la audición.
El punto más significativo que emerge de este profundo análisis de la naturaleza de la inspiración es el de la función sacerdotal o ministerial del artista. La intención original de las formas inteligibles no era entretenernos, sino literalmente «hacernos recordar». El canto no es para la aprobación del oído [15], ni la pintura para la del ojo (aunque estos sentidos pueden ser enseñados a aprobar el esplendor de la Verdade - verdad, y puede confiarse en ellos cuando han sido entrenados), sino para efectuar esa transformación de nuestro ser que es el propósito de todos los actos rituales. De hecho, las artes rituales son las más «artísticas», debido a que son las más «correctas», como deben serlo si han de ser efectivas.