Juízo da Obra de Arte
Pasamos ahora al juicio de la obra de arte, primero por el criterio del arte, y segundo con respecto a su valor humano. Como ya hemos visto, una obra de arte sólo puede juzgarse como tal, no por nuestras reacciones, agradables u otras, sino por su perfecta exactitud, Beleza - belleza, o katartismos - perfección, o Verdade - verdad —en otras palabras, por la igualdad o proporción de la eikon - imagen hacia su paradeigma - modelo. Es decir, vamos a considerar sólo el bien de la obra que ha de hacerse, lo cual constituye esencialmente la tarea del artista. Pero también tenemos que considerar el bien del hombre para quien se hace la obra, ya sea que este «cliente» (chromenos) sea el artista mismo o algún otro patrón [1]. Este hombre juzga de otra manera, es decir, no, o no sólo, por esta Verdade - verdad o exactitud, sino por la utilidad o aptitud (ophelia) del artefacto para servir al propósito de su intención original (boulesis ), a saber, la Necessidade - necesidad (endeia) que fue la primera y que es también la última causa de la obra. La exactitud y la aptitud juntas constituyen la «entereidad» (hygieinon) de la obra, es decir, su rectitud última (orthotes ) [2]. La distinción entre Beleza - belleza y utilidad es lógica, pero no real (in re).
Así cuando se ha rechazado el gusto como un criterio para el arte, el Extranjero de Platón recapitula así, «El juez de algo que se ha hecho (poiema ) debe conocer su esencia —cuál es su intención (boulesis) y qué es la cosa real de lo que ello es una eikon - imagen— o, en otro caso, difícilmente será capaz de diagnosticar si ello acierta o yerra el blanco de su intención». Y también, «El crítico experto de una eikon - imagen, ya sea en pintura, música, o en cualquier otro arte, debe conocer tres cosas, a saber, cuál era el arquetipo, y, en cada caso, si se hizo correctamente y si se hizo bien... ya sea que la representación fuera un dios (kalon ) o no» [3]. El juicio completo, hecho por la totalidad del hombre, es en cuanto a si la cosa bajo consideración se ha hecho a la vez verdaderamente y bien. Sólo «para la turba lo bello y lo justo están separados» [4]; para la turba, diremos nosotros, de los «estetas», de los hombres que sólo «conocen lo que les gusta».
De los dos juicios, respectivamente por el arte y por el valor, sólo el primero establece la existencia del objeto como una obra de arte verdadera y no como una falsificación (pseudos ) de su arquetipo: normalmente es un juicio que el artista hace antes de permitir que la obra deje su taller, y así es un juicio que se presupone realmente cuando nosotros, como patrones o usuarios, nos proponemos evaluar la obra. Sólo bajo ciertas condiciones, que son típicas de la manufactura y el comercio moderno, deviene necesario que el patrón o el cliente pregunten si el objeto que ha encargado o que se propone comprar es realmente una verdadera obra de arte. Bajo condiciones normales, donde el trabajo es una vocación y el artista se inclina a no considerar, y es libre para no considerar nada sino el bien de la obra que ha de hacerse, es superfluo preguntar, ¿Es esto una «verdadera» obra de arte? Sin embargo, cuando la pregunta debe formularse, o si nosotros queremos formularla para comprender completamente la génesis de la obra, entonces las bases de nuestro juicio, en este respecto, serán las mismas que para el artista original; nosotros debemos saber lo que la obra tiene intención de recordarnos, y si ella es igual a (es un «Simbolismo - símbolo adecuado» de) este contenido, o si por falta de Verdade - verdad traiciona este paradigma. En todo caso, cuando se ha hecho este juicio, o se da por establecido, podemos proceder a preguntar si la obra tiene o no un valor para nosotros, a preguntar si servirá a nuestras necesidades. Si nosotros somos hombres completos, no tales que vivamos de pan sólo, la pregunta se formulará con respecto a las necesidades espirituales y físicas que han de satisfacerse juntas; nosotros preguntaremos si el paradeigma - modelo se ha elegido bien, y si se ha aplicado al material de manera que sirva a nuestra Necessidade - necesidad inmediata; en otras palabras, «¿Qué dice?» y si «¿Funcionará?». Si nosotros hemos pedido un pan que alimente a todo el hombre, y recibimos una piedra , por muy fina que sea nosotros no estamos moralmente sujetos a «pagar el pato», aunque podamos estarlo legalmente. Todos nuestros esfuerzos para obedecer al diabolos - Diablo y «mandar a esta piedra que se haga pan» están condenados al fracaso.