Artistas Imitadores
Platón sabía tan bien como los filósofos Escolásticos que el artista como tal no tiene responsabilidades morales, y que puede pecar como un artista sólo si deja de considerar únicamente el bien de la obra que ha de hacerse, cualquiera que pueda ser [1]. Pero, como Cicerón, Platón sabe igualmente que «aunque es un artista, también es un hombre» [2] y que, si es un hombre libre, es responsable como tal por todo lo que emprende hacer; un hombre que, si representa lo que no debe ser representado y trae a la existencia cosas indignas de los hombres libres, debe ser castigado, o al menos confinado o exilado como cualquier otro criminal o loco. Es precisamente a esos poetas u otros artistas que imitan todo y que no se avergüenzan de representar o incluso de «idealizar» cosas esencialmente bajas, a quienes Platón, sin ningún respeto de sus capacidades, por grandes que sean, desterraría de la sociedad de los hombres racionales, «no sea que de la imitación de las cosas vergonzosas los hombres embeban su actualidad» [3], es decir, por las mismas razones que, en momentos de cordura (sophrosyne ), nosotros vemos conveniente condenar la exhibición de películas de gángsters en las que se hace del malhechor un héroe, o estamos de acuerdo en prohibir la manufactura de los alimentos más sofisticadamente adulterados.
Si nosotros no nos atrevemos a preguntar, con Platón, «¿imitaciones de qué tipo de vida?» e «¿imitaciones de la apariencia o de la realidad, del fantasma o de la Verdade - verdad?» [4] ello se debe a que nosotros ya no estamos seguros de qué tipo de vida debemos imitar por nuestro propio bien y felicidad , y a que, en nuestra mayor parte, estamos convencidos de que nadie sabe o puede saber la Verdade - verdad final sobre nada: nosotros sólo sabemos lo que «aprobamos», es decir, lo que nos agrada hacer o pensar , y deseamos más una libertad para hacer y pensar lo que nos agrada que una liberación del error. Nuestros sistemas educativos son caóticos debido a que nosotros no somos unánimes en la cuestión de para qué se educa, exceptuando la auto-expresión. Pero toda la tradición está de acuerdo en cuanto a qué tipos de modelos se han de imitar: «La Cidade - ciudad nunca puede ser feliz a menos que sea diseñada por esos pintores que siguen un original divino» [5]; «Los oficios tales como la construcción y la carpintería... toman sus principios de ese basileia - reino y del logismos - pensamiento de allí» [6]; «Mira, haz todas las cosas de acuerdo con el modelo que se te mostró en el monte» [7]; «Es en imitación (anukrti) de las formas divinas como toda forma (silpa) humana se inventa aquí» [8]; «Hay este arpa divina, ten la seguridad; esta arpa humana viene al ser en su homoiosis - semejanza» (tad anukrti( [9]; «Nosotros debemos hacer lo que los Dioses hicieron primero» [10]. Ésta es la «imitación de la Natureza - Naturaleza en su manera de operación», y, como la primera creación, es la imitación de un modelo inteligible, no de un modelo perceptible.
Pero tal imitación de los principios divinos sólo es posible si nosotros los hemos conocido «como ellos son», pues si nosotros mismos no los hemos visto, nuestra iconografía mimética, basada en la opinión, será completamente defectiva; nosotros no podemos conocer el reflejo de algo a menos que conozcamos lo que se refleja en el reflejo [11]. La base de la crítica de Platón a los poetas y pintores naturalistas es que ellos no conocen nada de la realidad de las cosas, sino sus apariencias, para las que su Visão - visión es excesiva: sus imitaciones no son de los originales divinos, sino sólo copias de copias [12]. Y viendo que sólo Dios es verdaderamente bello, y que toda otra Beleza - belleza es por participación, sólo puede llamarse bella una obra de arte que ha sido trabajada, en su tipo (idea ) y en su significación (dynamis ), según un modelo eterno [13]. Y puesto que los modelos eternos e inteligibles son suprasensuales e invisibles, evidentemente «no es por la observación» sino en la theoria - contemplación donde deben conocerse [14]. Así pues, son necesarios dos actos, uno de theoria - contemplación y otro de operación, para la producción de cualquier obra de arte [15].